Por Stakeholders

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Por: Natalia Arce
Directora de la Web de Stakeholders

Desde tiempos inmemoriales, el agua ha sido reverenciada como un recurso invaluable para la supervivencia de la humanidad. Enseñanzas arraigadas desde la infancia nos recuerdan la importancia vital de este líquido elemento en nuestras vidas. Sin embargo, en la actualidad, su relevancia va más allá de satisfacer nuestras necesidades básicas. El agua se ha convertido en el núcleo de las actividades empresariales y en un pilar fundamental de los procesos productivos de cada organización.

Hoy en día, nos enfrentamos a una encrucijada global, marcada por dos desafíos interconectados: la creciente contaminación de océanos, mares y ríos, y los perturbadores efectos del cambio climático que afectan a nuestro planeta en su totalidad. En medio de esta coyuntura, la planificación, desarrollo, distribución y gestión eficiente de los recursos hídricos se convierten en imperativos ineludibles para cualquier nación. En el contexto peruano, esta tarea vital se resume en un concepto fundamental: la Gestión del Agua.

Dicha gestión no es responsabilidad exclusiva del Estado, sino un compromiso compartido con el sector privado y las organizaciones no gubernamentales. El cumplimiento de la Huella Hídrica y la obtención del Certificado Azul por parte de las empresas, otorgado por la Autoridad Nacional del Agua (ANA), ejemplifican la colaboración entre estos actores clave. Estos esfuerzos conjuntos son cruciales para enfrentar los desafíos climáticos y cerrar las brechas en la distribución de este recurso vital en todo el territorio peruano.

En línea con la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, el Objetivo de Desarrollo Sostenible número seis (Agua limpia y Saneamiento) se erige como una meta fundamental para el Perú. Para avanzar hacia un desarrollo sostenible y una mejor calidad de vida para sus ciudadanos, el país debe tomar medidas concretas y comprometerse en la preservación y gestión responsable del agua.

La gestión adecuada de los recursos hídricos no solo es una cuestión ambiental, sino también un requisito esencial para el desarrollo económico y social del Perú. Con la colaboración de todos los actores involucrados, el país está en una posición privilegiada para liderar el camino hacia un futuro más sostenible, donde el agua siga siendo fuente de vida y prosperidad para las generaciones venideras.

En conclusión, el desafío de la Gestión del Agua no puede posponerse ni subestimarse. Es el momento de actuar con decisión y unidad para garantizar un futuro donde el agua siga fluyendo limpia y abundante en el Perú, contribuyendo a un desarrollo sostenible que beneficie a todos sus habitantes. Este esfuerzo conjunto no solo es necesario, sino que es nuestro deber hacia el planeta y las generaciones futuras.







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