Por: Baltazar Caravedo
Presidente de Sistema B Perú
La transformación es la negación de lo dado, diría Hegel. Desde un punto de vista humano, lo dado es un vínculo o una relación entre sujetos que se mantiene a través de las prácticas, porque tienen una significación o cumple con un sentido. La negación de lo dado es un cambio de significación. El tránsito de una significación a otra no es espontáneo. El pasar de un nuevo concepto a un nuevo acto no es algo mecánico. La idea-sentimiento dominante (lo dado) no suele desaparecer fácilmente.
La transformación social, entonces, es la modificación del sentido de nuestra propia existencia; tiene que ver con la ampliación de la consciencia. En la medida en que pueda darme cuenta de la forma en que ciertos elementos inadvertidos actúan sobre mí (sobre nosotros), mayor será mi consciencia, nuestra consciencia. Para que ello ocurra necesito que se amplíe mí (nuestra) capacidad de interpretación. Interpretamos con nuestras emociones.
Cambiar el sentido es reinterpretar lo dado para desplegar una nueva experiencia, una nueva práctica, una nueva conducta. Ésta nos pone en el camino de la reinterpretación. Es el despliegue o desarrollo de esa consciencia el que hace posible que el ser humano transforme su mundo social. La transformación social, pues, es una modificación del significado. La transformación tiene que ver con el sentido. Es una alteración del valor de las cosas.
En un mundo en el que las comunicaciones permiten estar al tanto de los hechos en otros y distantes lugares en “tiempo real”, es decir, en un espacio en el que es habitual la instantaneidad de las comunicaciones, es factible que un pequeño hecho humano se transforme en un suceso de gran significación e impacte en el sentido de nuestro universo.