Por Stakeholders

Lectura de:

Baltazar Caravedo Molinari
Profesor de la PUCP

La situación que atraviesa el Perú es más profunda y crítica de lo que nos imaginamos, o de lo que comentan los periodistas, los analistas políticos, los medios de comunicación y los juristas. Lo que estamos viviendo no es solo una crisis política que se puede resolver con una censura a algunos ministros, con una modificación del gabinete total, con un gabinete de ancha base o con la vacancia presidencial. 

Tampoco es un asunto que se pueda manejar con una nueva constitución política, con una política económica, con algunos de sus aspectos, o mejorando los ingresos de los más pobres, desvalidos y vulnerables. Sancionar, castigar o encarcelar a los corruptos y, en general, a los delincuentes no roza sino mínimamente el problema medular. 

Discriminar a los otros, quienes sean, porque tienen una cultura diferente, porque carecen de conocimientos, o porque provocan violencia o la reprimen no hacen sino reproducir lo que no se desea, y pisotear la dignidad humana. 

Nuestra sociedad es un sistema complejo, cuya manera de funcionar se reproduce en todos sus ámbitos y dimensiones. Nuestro modo de ser, nuestra ética ha generado una ambivalencia afectiva, que suma y resta, que aplaude y denigra, que respeta y maltrata, que celebra y hace duelo, todo simultáneamente. 

Por lo mismo, aunque no parezca, nuestra identidad no logra respetar a los demás, a los que no son como nosotros, a los que viven del oportunismo de todo tipo, no solo político, que tiene como motor la envidia individual y colectiva envuelta en una aparente mansedumbre que acumula frustración y rabia. Miramos a los demás con desencanto, pero nos perdonamos cínicamente.

Es verdad que la transformación en nuestra sociedad requiere reformular el conocimiento fragmentado en el que hemos sido educados o formados, independientemente de las diferentes ideologías que adoptamos o ambicionamos. Las ideologías son solo eso, no responden a una verdad absoluta, única, válida. 

Conocer no es un asunto lógico y racional que divide en múltiples partes una realidad que no se busca integrar. La realidad es una manifestación infinita de procesos que se transforman sin que, muchas veces, sepamos por qué, conectados en varios planos y dimensiones, configurando un sistema vivo en movimiento. 

Conocer es un acto afectivo cargado de una energía social que se debate entre la cohesión y el colapso, entre la vida y la muerte. Transformar nuestra sociedad implica, en este sentido, negarnos. La negación es la creación de un otro, individual y colectivo, adoptando nuevos comportamientos y nuevos vínculos.

Las ideas o planteamientos que circulan en diferentes ambientes giran alrededor de las consignas “que se vayan todos”, “vacancia presidencial”, “nuevas elecciones generales”. Independientemente de lo que finalmente ocurra, el desafío que yo veo desde una mirada sistémica es que las organizaciones sociales y empresariales construyan alianzas que trabajen alrededor de los siguientes ejes o ámbitos con una perspectiva de sistema y de largo plazo: ética, subjetividad y transdisciplinariedad o interdisciplinariedad para transitar hacia una cohesión social.







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