Por Stakeholders

Lectura de:

Por: Carlos San Román
Director de la Asociación de Buenos Empleadores (ABE)

La equidad de género, en términos laborales, busca que las personas de manera independiente a sus diferencias biológicas tengan las mismas oportunidades y derechos al interior de las organizaciones. Es decir, eliminar la discriminación que existe entre hombres y mujeres al momento de ser contratados, remunerados, formados y promovidos dentro de las empresas.

En la Asociación de Buenos Empleadores (ABE) de la Cámara de Comercio Americana del Perú (AmCham) consideramos que las empresas peruanas aún tienen mucho por hacer. A pesar que en términos de horas laboradas (no referidos únicamente a las horas empleadas dentro de las organizaciones) las mujeres superan a los hombres, en el trabajo remunerado estas se inclinan ampliamente para los hombres. Esto debido a que las labores del hogar siguen siendo casi exclusivas de las mujeres por temas culturales.

A nivel ejecutivo, la realidad difiere de la percepción. De acuerdo a recientes estudios, la percepción de equidad entre los ejecutivos supera el 80%. Sin embargo, en Perú, el 3.9% de los miembros de directorios son mujeres y sólo el 14% de las empresas cuenta con mujeres en posiciones ejecutivas.

La tendencia es hacia la equidad porque las empresas que cuentan con políticas de no discriminación en general tienen a la larga mejores resultados y sobre todo son más estables; por lo cual el espectro cambiará en los próximos años en las empresas peruanas.

Carlos San Román, Director de ABE.

Un buen empleador no discrimina y por lo tanto tiene políticas que aseguran el trato igualitario de las personas y brinda igualdad de oportunidades. Incluir políticas de flexibilidad para lograr equilibrio entre la vida laboral y la familiar también ayudará a mantener la equidad de género. Por supuesto, estas políticas deben ser comunicadas y los equipos deben ser sensibilizados.

Por otro lado, el forzar la equidad tampoco es una política razonable; el buscar cuotas bajo presión puede generar inconvenientes serios, a pesar que en algunos casos podría ser una práctica que busque romper la disparidad por motivos culturales e históricos.

La estructura de pensamiento y comportamiento de hombres y mujeres suele ser distinta, pero complementaria, con evidentes diferencias en los distintos rangos de edades. La diversidad se constituye en una riqueza para las organizaciones, entre otros motivos debido a que hoy existe prácticamente paridad de género entre los consumidores en el mundo, prácticamente 1 a 1. Para aprovechar esta paridad en el mercado, las organizaciones deberían contar con una estructura similar.

Conocer las buenas prácticas empresariales en este sentido, pero sobre todo cómo es que estas prácticas aportan a los resultados de las organizaciones, hará que muchas empresas vean como una oportunidad la paridad de género.







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