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Por Casandra Llosa Montagne

Aprovechemos el furor por la selección peruana para que tanto el Estado como el sector privado se pongan la camiseta por la educación en nuestro país, fomentando el deporte y el fútbol como motores de aprendizaje.

En Pisco, Ica, los niños juegan con el sol en los pies y lanzan un pase desde media cancha que es recibido entre los zancudos de las seis de la tarde a la ribera del Río Napo en Loreto, quienes la colocan en la esquina derecha del arco de madera de la canchita de la Comunidad Nativa de Camaná en Cusco. Celebran tal como lo hacen cuando un tiro es atajado con un ventarrón de arena en el caserío de Malavida del desierto de Sechura en Piura y se genera un contragolpe al que acompañan decenas de pequeños pies descalzos de Agua Blanca, Junín.

Así, he tenido la oportunidad de jugar al fútbol con pequeños guerreros por todo el Perú, quienes perdían el miedo a la persona extraña que aparecía en sus vidas, que se atrevían a conversar y establecer un lazo de amistad conmigo a través del juego. Pero más allá de la experiencia anecdótica, existen proyectos que fomentan el juego como metodología para el aprendizaje, para que se juegue al fútbol con un guión de fondo que explique los valores adquiridos en el juego y sean trasladados a las aulas y demás situaciones reales.

El Ministerio de Educación viene ejecutando una serie de esfuerzos en el marco del “Plan Nacional del Fortalecimiento de la Educación Física y el Deporte Escolar”, publicado en el 2014, que sienta como base que el deporte ayuda a los estudiantes a generar “habilidades físicas, cognitivas y sociales que contribuyen al desarrollo de potenciales y al aumento de posibilidades” (MINEDU: 2014).

Para lograrlo, plantean una serie de metas a ser cumplidas en el 2021 – nos restan cuatro años de descuentos – tales como incrementar las horas de educación física, fortalecer las capacidades de los profesores, optimizar el uso de la infraestructura deportiva y equipar con materiales deportivos a las escuelas. Sin embargo, queda aún mucho por trabajar, así que veamos algunos aspectos medulares.

Por un lado, ante la resistencia que aún existe por incluir el juego y el deporte como aspecto clave de la educación, es necesario generar conciencia e involucrar a toda la comunidad educativa en dicho trabajo, es decir, padres, docentes y alumnos. Que crean y se comprometan en fomentar el juego para el aprendizaje de los estudiantes, quienes gracias a ello incrementarán su rendimiento académico y su capacidad de atención.

Por otro lado, es importante incluir el enfoque de género en las políticas que fomenten el deporte, pero no solamente en palabras, sino en la cancha. Porque recordemos que en el juego se reflejan los estereotipos y modelos de la sociedad, es justamente ahí donde se puede trabajar el cambio hacia una educación en igualdad.

En Uruguay, la ONU Mujeres, la Organización Nacional del Fútbol Infantil (ONFI) y el gobierno uruguayo vienen ejecutando el proyecto “Por el juego y por tus derechos: una transformación cultural a través del fútbol” que promueve el empoderamiento femenino por medio del deporte, interesante iniciativa que podría replicarse en el Perú.

Además, el sector privado también puede ponerse en “modo sele”, a través de la educación y promoción de proyectos sostenibles que fomenten el fútbol como un motor de aprendizaje. Iniciativas de este tipo ya han sido aplicadas con mucho éxito en países como el Brasil, con el programa “Espacios de Esperanza”, donde se utiliza el fútbol para brindar oportunidades de desarrollo y aprendizaje a niñas y niños en contextos de violencia y pobreza.

En países como Afganistán, UNICEF y Save the Children promueven academias de fútbol en campos de refugiados, con una metodología de resolución de conflictos que genera espacios de paz, que posteriormente puedan ser replicados en la sociedad. Asimismo, tenemos la experiencia de Sudán donde se promovía este tipo de proyectos para que las niñas y niños que fueron soldados canalicen su agresividad en ambientes constructivos y se reconecten con su infancia. Sin ir muy lejos, la CAF ha desarrollado en distintitas zonas del Perú el proyecto “Un Gol para la Vida”, que busca incorporar el juego en el currículo escolar.

Así, es responsabilidad de los gestores sociales parar las orejas para transformar los pedidos “tribuneros” de canchas de cemento, camisetas, trofeos y padrinazgos de campeonatos de fútbol, en proyectos estructurados que fomenten el deporte y el fútbol como una academia de valores y resolución de conflictos. Que formen líderes concertadores, además de desenvueltos y auténticos, quienes exigirán tarjeta amarilla ante un mal comportamiento, que serán autocríticos y valorarán a los miembros de su equipo y respetarán al oponente. Es decir, las empresas tienen la oportunidad de formar un equipo con el Estado y anotar un gol por la educación.

 







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