Por Stakeholders

Lectura de:

Jorge Melo Vega Castro
Presidente de Responde

Cuando asumió la Presidencia de los EE.UU. Barack Obama el año 2009, se encontró con un país muy afectado por la crisis financiera debido a la corrupción de las hipotecas sub-prime que puso en la cárcel a muchos banqueros y llevó a la quiebra a financieras y aseguradoras, por lo que tuvo que lanzar una operación de salvataje a muchas industrias mediante el uso de fondos públicos.

Merece la pena analizar la dimensión ambiental de lo que ocurrió con el sector automotriz que recibió más de 100 mil millones de dólares de ayuda a través de créditos y que obligó a la participación del Estado en su accionariado, que luego de unos años vendió.

Los grandes fabricantes de automóviles americanos como Chrysler, GM y Ford estaban prácticamente quebrados, fundamentalmente debido a que no habían sido capaces de adaptarse a los nuevos estándares de eficiencia energética que sí habían desarrollado los automóviles asiáticos y europeos. No se trataba únicamente del sobrecosto para el usuario por el elevado consumo de combustible, sino también porque la política pública no se había esforzado por elevar los parámetros en las emisiones.

Esto es, no había una presión regulatoria, no había un cuidado ambiental, lo que produjo un tremendo descuido en el proceso de modernización y de eco-innovación que llevó a la pérdida de competitividad de los fabricantes del país que fuera líder de la industria automotriz.

¿Qué hizo el presidente Obama? Apalancándose en una política ambiental, destinó millonarios recursos en el salvataje de las empresas, para proteger empleos, mejorar las emisiones de CO2, y obligarlas a que, si deseaban sobrevivir, tenían que hacer eco-innovación y modificar la lógica de fabricación de los vehículos. Haciendo más eficientes sus procesos, que las unidades requieran menos combustible, innovar en toda la cadena de valor para, entre otras cosas, cambiar los insumos en la fabricación, reducir el peso para hacerlos más ligeros y mucha tecnología digital para que los nuevos vehículos en un corto período de tiempo, ahorrasen por lo menos un 30%. Y todo eso y más, sucedió.

En los últimos 10 años ha ocurrido un gran proceso de eco-innovación a nivel global en muchas industrias y con resultados sorprendentes. Siguiendo nuestro ejemplo de los vehículos, la industria ha ingresado a una carrera frenética de transformación que ha terminado por impactar a otros sectores.

“Desde la inicial reducción del consumo de gasolina, luego con los vehículos híbridos, y hoy con los autos eléctricos, la meta fijada por la mayoría de empresas es que a partir del año 2030 solo producirán estos vehículos cuyo resultado obligará a un nuevo encadenamiento industrial. Por ejemplo, dónde se suministrará la energía, qué pasará con las estaciones de servicio. Para ello, entre otros procesos, las nuevas unidades emplearán Inteligencia Artificial y tecnología 5G. ¿Y qué tiene que ver las TIC en los vehículos y el cambio climático?”

No pretendemos confundir más con los conceptos, pero esto es también parte del Capitalismo Consciente. El cambio climático se ha convertido en un importante activador en el sector empresarial para realizar eco-innovación enfocándose en el ciudadano. Los retos ambientales están surtiendo efectos, generando una fuerte presión competitiva que trastoca las necesidades y demanda de los ciudadanos, con resultados muy drásticos, al expulsar del mercado sectores que no supieron innovar.







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