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Articulación intersectorial impulsa cierre de brechas y una mejor gestión del agua

Por Stakeholders

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El impacto positivo a raíz de una buena gestión de recursos hídricos puede ser mucho mayor si el Estado instaura colaboraciones con el sector privado y otras organizaciones. En el Perú, iniciativas como el Certificado Azul vienen demostrando el potencial de las empresas en el país, por lo que se espera aumentar su alcance para que así se asuman mejor los desafíos climáticos y la reducción de brechas, por ejemplo. 

Por Renzo Rojas 
rrojas@stakeholders.com.pe

Trabajar por una mejor gestión del agua, así como brindar a todas las personas la posibilidad de su acceso, es un tema fundamental en la sostenibilidad de los países. En ese sentido, su presencia en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), específicamente en el número seis (Agua limpia y saneamiento), recalca lo vital que representa este recurso en la vida del hombre y sus actividades; entre las que, por supuesto, resaltan las productivas de las empresas. 

El papel del sector privado se erige como clave a la hora de abordar la problemática del agua, la cual tiene relación con la disponibilidad (cantidad) y calidad en los territorios. De esta manera, si se lograra que los procesos para la producción de bienes y servicios en un país fueran hídricamente responsables, el impacto positivo en quienes carecen del recurso será preponderante.

En el Perú, las empresas han demostrado interés por realizar esfuerzos en mejorar su gestión del agua, mediante la medición de la huella hídrica o la articulación con actores del sector público y la sociedad civil. Esto con el fin de no solo favorecer a sus operaciones, sino también de contribuir al cierre de brechas en el tema. Kenneth Peralta, Oficial de Programa de la Cooperación Suiza COSUDE en Perú, menciona el desempeño que puede cumplir en el país el sector privado.

Kenneth Peralta
Oficial de Programa de la Cooperación Suiza
COSUDE en Perú

“El potencial de las empresas es bastante grande, entendiendo también que las demandas climáticas del Perú están asociadas a enfrentar procesos de sequías e inundaciones; las cuales requieren un proceso constante de adaptación también de los actores productivos, de la población en general”, señala. 

Es destacable, además, recordar que a pesar de que la pandemia del Covid-19 significó un revés para las actividades económicas de las industrias, la gestión del agua estuvo contemplada de manera constante por las organizaciones. En esa línea, la apuesta estuvo siempre en una articulación intersectorial que beneficiara a la mayoría de las personas, especialmente en un contexto sanitario donde el recurso hídrico era esencial.

“Siempre (la gestión del agua) está presente en las agendas de la Cooperación, del propio Estado, así como de la empresa privada. Más allá de toda la problemática sufrida por el propio Covid – 19, del golpe económico, no ha salido de la agenda de prioridades”, subraya Alejandro Conza, jefe de proyectos de la ONG Agualimpia. 

Alejandro Conza
Jefe de proyectos
de la ONG Agualimpia.

No hay dudas sobre la capacidad de las empresas para coadyuvar a una mejor gestión de los recursos hídricos. Pueden ser grandes aliadas del gobierno nacional, de los regionales y los locales. Por consiguiente, su distribución a lo largo del territorio peruano es clave debido a su ubicación estratégica en zonas que son vulnerables a una crisis hídrica, por ejemplo. 

“Es vital que durante su proceso de producción de bienes y servicios hagan un uso cada vez más eficiente de este recurso en algunas zonas, sobre todo en la central y la costera donde es mucha más escasa el agua que en la zona amazónica. Aquí figuran principalmente las empresas agroexportadoras o de distribución que están ubicadas en la costa de nuestro país”, manifiesta Kenneth Peralta.

Sobre este punto, resalta el crecimiento de proyectos implementados con el objetivo de ayudar a enfrentar la lucha contra el cambio climático en el Perú; entre los que, definitivamente, el agua ocupa un lugar mayúsculo. 

Por su parte, Fabiola Sifuentes, presidenta del Comité del Agua de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE), indica que desde el gremio se encuentran sistematizando las acciones de las empresas que guardan relación con los recursos hídricos. 

“A la fecha, ya hemos registrado alrededor de 69 acciones y seguiremos compilando la información porque la finalidad es difundir y buscar que se repliquen estas buenas prácticas”, enfatiza.

Precisamente, parte de ese despliegue se puede hallar en el marco de una articulación que ha resultado sustancial en el Perú en los últimos años: el Certificado de Azul. Este reconocimiento, que viene de una colaboración intersectorial, ha logrado sumar a que las empresas administren mejor sus recursos hídricos, inclusive a una escala de beneficio mayor a lo esperado. 

“Se han activado muchos mecanismos como el propio Certificado Azul. Otros también como las Obras por Impuestos y el proyecto de Soluciones Basadas en la Naturaleza, que tratan de involucrar al sector privado con el Estado”, explica Alejandro Conza.

Siempre (la gestión del agua) está presente en las agendas de la Cooperación, del propio Estado, así como de la empresa privada

La experiencia con el Certificado Azul 

Hacer un uso racional del agua debe marcar la pauta en todos los aspectos. Solo así será posible que los procesos productivos sean sostenibles a largo plazo en un país. Al respecto, el sector privado ha mostrado disposición con su participación en iniciativas como el Programa Huella Hídrica de la Autoridad Nacional del Agua (ANA), de donde parte la entrega del Certificado Azul que reconoce a las empresas comprometidas en el tema. 

“Eso es algo que han entendido las empresas, ya que el agua es un eje transversal para los procesos productivos, porque donde menos pensamos está el recurso involucrado. Todo ello significa que en el momento en que va a haber escasez, obviamente las actividades productivas van a ser impactadas”, recalca Kenneth Peralta. 

Con este previo argumento, Fabiola Sifuentes también encuentra en el Certificado Azul un motivo para impulsar a las empresas a sumar esfuerzos en conjunto. Señala que, así pues, desde el comité que preside fomentan en sus miembros la medición de la huella hídrica y, por tanto, la obtención de este certificado.

“La huella hídrica es clave, ya que solo puedes mejorar lo que mides. Muchas empresas a la fecha reutilizan el agua de sus procesos y algunas ya están apuntando a minimizar su descarga a cero. Eso es un claro ejemplo de economía circular, enfocado en la gestión del recurso hídrico”, argumenta sobre la importancia de este indicador. 

Además, comenta que, para promover la medición de la huella hídrica y el desarrollo de estrategias en gestión del agua, desde la SNMPE han creado un reconocimiento especial dentro de la categoría ambiental del Premio Desarrollo Sostenible que organizan. Este se enfoca en la gestión hídrica empresarial y evalúa criterios en relación con los proyectos presentados. 

Por otro lado, las principales cifras de impacto del Certificado Azul demuestran el potencial del sector privado. Entre estas destacan más de tres millones de metros cúbicos (m3) de agua ahorrados o más de 140 mil m3 de aguas residuales tratadas. Lo cierto es que hay grandes expectativas de que los beneficios puedan ir aumentando en los próximos años, en medida también de que más empresas se sumen a este propósito. 

Alejandro Conza agrega que lo interesante del certificado es que, por primera vez desde su entrega en el 2016, se comienzan a contar con indicadores monitoreados por el Estado de cuánto se hace en la empresa privada en temas del agua. Más allá del carácter no coercitivo para la participación en la iniciativa, menciona que justamente el que sea voluntario se convierte en uno de sus mayores atractivos.

Asimismo, para Kenneth Peralta una de las ventajas es que con este tipo de sinergias se ha conseguido que las empresas perciban al ente público, en este caso a la ANA que tiene una función fiscalizadora, como un aliado que también promueve estos procesos de mejora al lado de ellas mismas.

El representante de COSUDE agrega que el instrumento ha sido tomado como referencia en otros países. Específicamente, destaca que en la reunión de la Alianza del Pacífico del 2019 se decidió ponerlo como ejemplo dentro de la Declaración de Lima. “En esa reunión se logró que sea de interés de la alianza impulsar los procesos de la gestión corporativa del agua en sus países miembros, y se pone como ejemplo lo que se desarrolla en el Certificado Azul. Lo importante es que este tema ya se puso de interés en países como México, Colombia, Perú y Chile”, explica.

 Aliados para el cierre de brechas 

En el Perú, cerrar las brechas en cuanto acceso a agua potable y saneamiento todavía se configuran como un reto importante para las autoridades. Dada la magnitud, cumplir con estos desafíos instan a intensificar la colaboración intersectorial para así hacer posible que absolutamente todos los peruanos y peruanas accedan a un servicio no solo en cantidad, sino también en calidad.

Fabiola Sifuentes comenta que, desde el punto de vista de valor compartido, es decir, de cómo el sector privado podría ayudar a acortar estas brechas que hay en las comunidades, ya se vienen ejecutando varios proyectos en las regiones. Para lo que corresponde al sector minero energético, subraya que el hecho de que las compañías de esta industria se encuentren mayormente en zonas poco accesibles y lejanas, representa una gran ocasión para el trabajo en conjunto.

“Las empresas minero-energéticas están ubicadas en lugares remotos, donde las condiciones climatológicas son extremas. Tener la presencia de una actividad de este tipo es una oportunidad para que, en conjunto con las autoridades correspondientes, se puedan establecer planes y proyectos que ayuden a minimizar la brecha de acceso a agua y saneamiento”, explica. 

Alejandro Conza señala que hay un gran déficit de los servicios todavía. Para él, no basta con tener acceso, ya que se hace indispensable brindar calidad en los recursos también. Es aquí donde el sector privado puede contribuir con la reducción de estas inequidades junto con el Estado, para lo cual pone como ejemplo una experiencia entre la empresa privada, el sector público y la sociedad civil. 

“Desde Agualimpia, trabajamos hace un tiempo en cooperación con una localidad, su municipio y el gobierno regional. En esta iniciativa la empresa aportaba materiales, la ONG capacidad técnica y la población mano de obra para los trabajos de campo. El gobierno local también brindaba mano de obra, pero sobre todo su responsabilidad para que luego de la mejora el servicio se mantenga y monitoree. Esa triangulación permite que con pocos recursos se puedan hacer intervenciones de rápido impacto”, dice. 

Fabiola Sifuentes hace hincapié en que existe en el Perú una brecha de acceso a agua y saneamiento muy evidente. En este contexto, se muestra convencida de si hay una empresa que tiene el conocimiento y genera los recursos, las autoridades son las que deben generar las condiciones para que los proyectos se puedan materializar. “Es un ganar-ganar para la empresa, la comunidad cercana y el país”, reflexiona.

Fabiola Sifuentes
Presidenta del Comité del Agua de la
Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y
Energía (SNMPE)

Este papel del sector privado puede tener un mayor despliegue en los siguientes años si se pacta consensos entre todos los actores. Y es que, a fines del 2021, el gobierno aprobó el Plan Nacional de Saneamiento 2022- 2026 en el que se estima que se necesitarán cerca de 40 mil millones de soles para reducir significativamente las brechas. Alejandro Conza señala que dada la capacidad de inversión mucho menor del Estado (cerca de 5 mil millones de soles por año) se abren oportunidades para establecer más colaboraciones. 

“La brecha año tras año crece y si la inversión no va a su ritmo no solo no se va a llegar a la gente que requiere el servicio, sino que también se perderá vigencia en la calidad de quienes cuentan con el mismo. Se precisan más manos y hay que abrir más ‘puertas’ para el sector privado. Cualquier esquema que permita que la empresa se sume a cerrar las brechas, tiene que ser una estrategia promovida desde el Estado”, concluye. 

La brecha año tras año crece y si la inversión no va a su ritmo no solo no se va a llegar a la gente que requiere el servicio, sino que también se perderá vigencia en la calidad de quienes cuentan con el mismo.

Tecnología e innovación clave 

Kenneth Peralta indica que la tecnología e innovación son uno de los elementos principales para mejorar la eficiencia en el uso del agua. Pone como ejemplo a las empresas agroindustriales que van optimizando sus sistemas de riego, variando el tipo de tecnología para cada uno de los cultivos. Resalta también la mejora en la limpieza de maquinarias a través de pulverizado antes del empleo de un flujo constante de agua. Sin embargo, considera que hay otros factores. 

“Lo cierto es que hay un techo para la tecnología. La empresa tiene que hacer un cálculo del costo y beneficio para poder implementar o no un tema de innovación. Ahí es importante el rol de los CEOs o la plana gerencial de las empresas para entender este proceso. Hay que ver cuánto se está dispuesto a invertir por esas mejoras, teniendo en cuenta que la innovación va a ser clave para la producción de sus bienes y servicios”, dice. 

Añade que primero se debe hacer un plan de inversión interno y conocer cuál es el rol que está cumpliendo el recurso en todas las actividades productivas. De acuerdo con ello, se podrá visualizar las oportunidades en tanto a la incorporación de tecnología e innovación. 

A su turno, Fabiola Sifuentes explica que el uso de tecnología y la ruta de innovación, por la cual están pasando las empresas a la fecha, la ocasión para ver cómo se puede dentro de las operaciones reducir el uso del recurso hídrico.

Para ella, “el uso de tecnologías da la posibilidad de adquirir tratamientos de agua que no sean tan aparatosos, y que a la vez signifique la ocasión de extrapolar dichos beneficios hacia el exterior. Estos conceptos ya vienen establecidos en los diseños iniciales de los proyectos, caso contrario se han venido rápidamente adaptando y evolucionando para poder alcanzar y estar en un espacio competitivo”, finaliza.




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