Por Stakeholders

Lectura de:

Bernardo Kliksberg
Asesor de diversos organismos internacionales*

40 mandatarios de países líderes se reunieron convocados por el presidente Joe Biden para analizar la crítica situación ambiental. En este escenario, Biden advirtió: “Estamos en peligro…Es un imperativo moral y económico”. Transmitió que Estados Unidos (EE.UU.) se proponía recortar para el 2030 sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 50% respecto a las del 2005. Dobló las exigentes metas que estableció Barack Obama anteriormente.

En emergencia climática

Las emisiones de dióxido de carbono fueron récord histórico en el 2020: 420 partes por millón. El calentamiento global se acerca al temido umbral de 1.5° C más que en la época de la pre revolución industrial. En diversas regiones ya se ha superado esa cifra. El calor está achicando rápidamente el Ártico. Los mares se calientan y desbordan. Su temperatura es superior a los 30 años anteriores. Un 30% de los corales fueron aniquilados por el calor. Aumenta la violencia de los huracanes, su tiempo de estadía en tierra y las inundaciones. Las tierras se secan, las sequías son más prolongadas, disminuye el agua y se reducen las cosechas. Los bosques grandes absorbedores de dióxido de carbono se autoincendian por los calores y la sequedad. Se pierde biodiversidad. Han desaparecido un millón de especies vegetales y animales. La destrucción de ecosistemas favorece la diseminación de virus epidémicos.

Daños y víctimas

De seguir estas tendencias, el producto bruto mundial caerá en 23 trillones de dólares anuales, y para el 2050 en un catastrófico 14%.
Los países en desarrollo son los que menos emisiones envían, pero son los más afectados. Si, como se prevé, la temperatura asciende en 2.6° C para el 2050; el PNB de India caerá en 35%; el de Indonesia en 40%; y los de Malasia, Filipinas y Tailandia en 50%. Ya el cambio climático ha hecho que las desigualdades entre países ricos y pobres aumenten en un 25%. Las economías pobres se achican y las ricas crecen apoyadas en la explotación de energías contaminadoras. Se está dando la mayor transferencia regresiva de ingresos de la historia.

El cambio climático acorrala a los campesinos pobres, los pescadores y las 1700 millones de personas hacinadas en viviendas precarias o sin techo. Las migraciones desesperadas y los refugiados climáticos se multiplican. El 20% de las muertes anuales, la gran mayoría de pobres, se debe a la polución disparada por los desequilibrios climáticos.

Un caso de riesgos muy graves es el de Brasil (un tercio de la población de América Latina). El Amazonas, principal reserva planetaria de selvas tropicales, tuvo una pérdida récord de bosques en el último año por las pronunciadas falencias en las políticas públicas ambientales, los incendios intencionales de intereses que quieren quedarse con la tierra y la minería salvaje.

Hay soluciones

Junto a EE.UU., la Unión Europea se propuso recortar sus emisiones en un 55% para el 2030. Ambos se proponen incentivar al máximo la generación de energías limpias como la solar, eólica, mareomotriz y las provenientes de hidrógeno; así como descarbonizar sus economías al pasar masivamente al uso de autos eléctricos y eficientizar el uso de energía en las ciudades. Noruega, Suecia, Dinamarca, Finlandia, Alemania, entre otros países, ya lo vienen haciendo.

La empresa privada tiene un rol importante en impulsar la sostenibilidad. 300 empresas líderes americanas se dirigieron a Biden para transmitirle su total apoyo. En ese sentido, la prestigiosa ONG Ceres resaltó que “hay un cambio mayor en la cultura corporativa respecto a la urgencia del cambio climático”.

La humanidad está al borde del abismo. Quedan pocos años antes de que los daños ecológicos sean irreversibles. El Papa Francisco ya lo advirtió al mundo en el reciente Día de la Tierra: “Hemos llegado al límite”.

 

* Premio Internacional Corresponsables 2020 (España) a la trayectoria en Responsabilidad Corporativa.






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