Por Stakeholders

Lectura de:

ALDO FUERTES
Gerente General – Core Capital SAFI
Profesor Pontificia Universidad Católica del Perú

El proceso de toma de decisiones de inversión en el manejo de portafolios de inversión es, junto al de evaluación de riesgos, dos de los procesos más críticos de la gestión de activos. El encargo fiduciario o de confianza entregado por los inversionistas a los que gestionan sus capitales implica una responsabilidad de actuar diligentemente en el manejo del portafolio, velando en primer lugar por los intereses de los inversionistas. En cada decisión de inversión surge la necesidad de analizar los rendimientos futuros de una determinada inversión y los riesgos que esta tiene en particular y, de forma agregada, los riesgos que agrega al portafolio de inversiones.

Es en ese entendimiento en el que surge, para el administrador de portafolios, la importancia de analizar el sistema de dirección (toma de decisiones estratégicas) y control que tiene una empresa; es decir, analizar cómo está su gobierno corporativo. Una empresa mal gobernada es, en términos de un administrador de fondos, una empresa con mayor riesgo de generar flujos positivos de forma sostenible en el tiempo que sirvan a su vez para pagar mejores dividendos a los inversionistas de acciones o pagar a tiempo sus compromisos de deuda financiera con los acreedores (bancos o inversionistas en deuda de la empresa).

En este sentido, el análisis del respeto de los derechos de los accionistas, las prácticas de transparencia y revelación de información, las políticas de gestión de conflictos de intereses que pueden aparecer en los diferentes órganos de la empresa (junta de accionistas, directorio, gerencia), la presencia de directorios profesionales que busquen la creación de valor sostenible; así como el sistema de control interno y la gestión integral de riesgos, resultan ser aspectos del gobierno corporativo a analizar con detenimiento al momento de invertir. Cabe resaltar que no solamente es crítico este análisis para una mejor gestión del riesgo, sino también como un indicador anticipado de qué tan rentable puede resultar la inversión en esa empresa.

Existe cada vez más evidencia empírica que valida la relación directa entre buen gobierno corporativo y mejores rendimientos sostenibles en el tiempo. También, existe cada vez más consenso en el sector de los administradores de fondos que el análisis del gobierno corporativo es medular para la evaluación y calificación de una empresa como sujeta de inversión. Se observa también un incremento acelerado de inversionistas que demandan un mejor gobierno corporativo desde un enfoque de inversión responsable (junto con buenas prácticas sociales y ambientales) sea cual sea el tipo de empresa (listada en bolsa o empresa familiar no listada). En suma, existe cada vez más capital buscando empresas bien gobernadas.

En este contexto cabe volverse a preguntar ¿por qué las empresas deberían adoptar prácticas de buen gobierno corporativo? Primero, porque ordenando bien el sistema cómo se dirige (decisiones claves) y cómo se controla la empresa, se tiene una mejor base para crecer ordenadamente. Sin embargo, también porque no adoptar estas prácticas es en la actualidad cerrarse a mayores y mejores fuentes de capital (capital inteligente o capital más barato) que podría hacer crecer más rápida o eficientemente a la empresa.

Si se sabe esto, los dueños, el directorio y/o la gerencia deberían proponerse como objetivo avanzar en la adopción paulatina de buenas prácticas corporativas para así tener más y mejores fuentes que fondeen el crecimiento sostenible de la empresa. La adopción del buen gobierno corporativo se torna entonces en una decisión estratégica más que una imposición de algún regulador, consultor o moda.

 







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