Por Stakeholders

Lectura de:

Baltazar Caravedo Molinari
Miembro del Directorio de CTC Consultores

Hace unos años conduje una investigación para tratar de establecer cuál era el discurso dominante de la sociedad peruana. Trabajé con 56 grupos focales en 7 regiones distintas del Perú. Como resultado de ello llegué a la conclusión de que lo predominante que subyacía en el afecto de nuestra cultura era algo así como: cínicos, desconfiados y pesimistas.

La lógica que tiene esta afirmación es circular: si somos cínicos y otros también lo son, no puedo pactar, cualquier promesa es imposible de cumplir; nos abruma el pesimismo. Pero no sólo es una manera de sentir y percibir al otro; también es una forma de actuar. Todo acto es comunicativo y, por lo mismo, educativo.

En nuestro despliegue individual o colectivo siempre estamos educando al universo completo de nuestras relaciones, de nuestros grupos de interés, de los sistemas por los que transitamos. La réplica de la afirmación que he hecho se repite y se multiplica.

Se trata de una cultura que atraviesa todos los sectores sociales y todas las actividades que llevamos a cabo, independientemente de dónde nos encontremos y de cuántos o quienes la practiquen. Comunicamos esta energía a través de nuestros vínculos más allá de la consciencia que tengamos de ello. Hemos creado, pues, un sistema que se reproduce incesantemente.

La pregunta que nos hacemos es si podemos desmontar o subordinar esa lógica. Creemos que podemos hacerlo e inventamos una nueva promesa. Pero, que se cumpla no depende de la formulación de la promesa ni de la integridad de quienes la promueven.

Más aún, no sólo se trata de la consciencia de nosotros mismos ni la de nuestras relaciones y vínculos. Modificada, con nuevos actores, con nuevas generaciones, con nuevas pretensiones, la lógica permanece. ¿Qué hacer, entonces?

No es un problema de fácil resolución. Tampoco se puede realizar en un corto plazo. Es un asunto que tendría que ser trabajado en el plano del inconsciente colectivo que señalo y de la consciencia que tengamos ahora.

Abordarlo implica nuevas visiones y perspectivas que logren integrar diferentes disciplinas, profesiones, sujetos individuales o colectivos y métodos. Creo que debiera de ser un proceso creativo en el que participemos y podamos admitirnos todos.

Se requiere construir alianzas no políticas, acercar a distintos en un mismo espacio: en las empresas, en el estado, en las organizaciones no empresariales, en los espacios de comunicación virtuales o presenciales que sea posible; conversar entre diferentes, disponernos a la escucha para atender lo que subyace; buscar lo que nos integra y subordinar lo que puede llevarnos a la crisis y al colapso; acordar sentidos y transformar nuestros afectos.

La promoción de una iniciativa tan ambiciosa requiere de una dosis de ingenuidad y dulzura que haga viable un estado de diálogo genuino, con discrepancias y tolerancia, con deseo de reconocimiento, reconciliación y unidad constructiva.







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