Un nuevo estudio publicado en Nature Medicine confirma que los microplásticos y nanoplásticos se acumulan en mayores concentraciones en el cerebro que en el hígado y los riñones. Los hallazgos plantean interrogantes sobre su impacto en la salud humana y su posible relación con enfermedades neurodegenerativas.

El estudio muestra una asociación entre altos niveles de microplásticos en el cerebro y el diagnóstico de demencia.
El estudio muestra una asociación entre altos niveles de microplásticos en el cerebro y el diagnóstico de demencia.

Por Stakeholders

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La contaminación por plásticos ha alcanzado niveles críticos en las últimas décadas. Con una producción anual de más de 300 millones de toneladas y aproximadamente 2,5 millones de toneladas flotando en los océanos, el impacto ambiental y en la salud humana es innegable.

Un estudio reciente publicado en Nature Medicine ha descubierto que los microplásticos (partículas de menos de 5 milímetros) y nanoplásticos (de entre 1 y 1000 nanómetros) no solo se encuentran en el torrente sanguíneo, sino que se acumulan en el cerebro en mayores cantidades que en el hígado y los riñones. Además, la investigación revela un aumento significativo en las concentraciones de estas partículas entre las muestras analizadas de 2016 y 2024.

La barrera hematoencefálica bajo amenaza

El cerebro cuenta con un mecanismo de defensa clave: la barrera hematoencefálica, que evita el paso de sustancias tóxicas desde la sangre. Sin embargo, el estudio confirma que los nanoplásticos logran atravesarla, poniendo en riesgo el funcionamiento normal del sistema nervioso.

«Los resultados son alarmantes porque indican que estamos expuestos a niveles crecientes de plásticos en el ambiente», explica Matthew Campen, autor principal del estudio y profesor de Ciencias Farmacéuticas en la Universidad de Nuevo México. El experto advirtió que si estas partículas afectan procesos cerebrales, podría haber implicaciones para enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Párkinson.

Los investigadores analizaron 52 muestras de tejido cerebral, hígado y riñón obtenidas en 2016 y 2024. Encontraron que la concentración de microplásticos en la corteza frontal del cerebro aumentó en un 50% en menos de una década.

La corteza frontal es responsable de la toma de decisiones, la memoria y el control motor, por lo que la acumulación de plásticos en esta área podría tener efectos cognitivos y neurológicos aún desconocidos.

Asociación con la demencia: un hallazgo preocupante

Uno de los datos más inquietantes del estudio es la asociación entre altos niveles de microplásticos en el cerebro y el diagnóstico de demencia. Los investigadores encontraron que las muestras de personas con demencia presentaban entre tres y cinco veces más partículas plásticas en comparación con aquellas sin la enfermedad.

Si bien el estudio no establece una relación directa de causalidad, Emma Kasteel, neurotoxicóloga de la Universidad de Utrecht, señala que «es posible que una barrera hematoencefálica debilitada en personas con demencia permita una mayor acumulación de microplásticos en el cerebro».

Impacto ambiental y medidas de prevención

Los microplásticos provienen de la descomposición de productos como envases, textiles y productos de cuidado personal. Estudios previos han encontrado estas partículas en pulmones, placentas y vasos sanguíneos humanos, pero esta es la primera evidencia clara de su acumulación en el cerebro.

Aunque aún no se conocen los efectos exactos sobre la salud, los expertos recomiendan reducir la exposición a los microplásticos con acciones como:

  • Evitar el uso de plásticos de un solo uso.
  • Mejorar la ventilación en espacios cerrados para reducir la inhalación de partículas.
  • Filtrar el agua potable para eliminar residuos plásticos.
  • Optar por productos cosméticos sin microplásticos.

Los científicos también trabajan en soluciones innovadoras, como hongos y bacterias capaces de degradar plásticos, así como nuevos filtros para purificar el agua potable.

La confirmación de que los microplásticos llegan al cerebro y se acumulan a niveles crecientes es un llamado urgente a la acción. Si bien las implicaciones para la salud aún están bajo investigación, los expertos coinciden en que estos plásticos no deberían estar en nuestro organismo.







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