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Derechos humanos

Día Mundial de la Salud: Pandemia, avances y retrocesos en un país desigual

Por Luis Paucar

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Este 7 de abril es el Día Mundial de la Salud, una fecha que llama a reflexionar sobre el impacto de la pandemia y a fomentar el acceso a una atención sanitaria de calidad, especialmente en favor de  las poblaciones vulnerables. ¿En qué etapa de la crisis sanitaria se encuentra el Perú? ¿Cuánto hemos aprendido luego de dos años de pandemia? 

Por: Luis Paucar Temoche

En enero de este año, en medio de una tercera ola dominada por la variante ómicron, Perú superó los 2,5 millones de contagios del nuevo coronavirus. En la región, que suele reportar más de 300.000 casos por día, somos el tercer país con más muertes, solo por detrás de Brasil y México. Y, a nivel global, registramos la mayor tasa de mortalidad, según la Universidad Johns Hopkins. En Lima Metropolitana, donde vive casi un tercio de los 33 millones de peruanos, el 82% de nuevos casos se debe a ómicron, un linaje menos mortal pero más transmisible que prevalece en pleno proceso de inmunización.

Los estudios muestran que las vacunas, incluida la tercera dosis, tienen una efectividad de 75% de protección frente a Ómicron. Coinciden, también, que esta es una de las razones por las que la tercera ola ha desplegado un impacto menos letal: por el alto porcentaje de vacunados en el país, las personas contagiadas presentan cuadros leves del virus. “Este es un problema internacional donde la transmisión es extremadamente simple y fácil. Ómicron tiene una rápida y agresiva transmisión, pero una baja mortalidad y hospitalización”, ha dicho el infectólogo Eduardo Gotuzzo, médico y profesor de la Universidad Cayetano Heredia.

Para Gotuzzo, el avance de la vacunación ha sido clave, a pesar de que a la fecha se registra una desaceleración en el proceso: al menos el 80% de la población mayor de 12 años está inmunizada; en Lima Metropolitana y el Callao ya se empezó a aplicar la cuarta dosis de la vacuna a mayores de 70 años y a pacientes inmunosuprimidos; paralelamente se aplica la dosis de refuerzo a los menores entre 12 y 17, y acaban de llegar 1,3 millones de dosis procedentes del laboratorio Moderna.

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Aun con este panorama, el Gobierno ha reconocido que ómicron ha golpeado principalmente al primer nivel de atención en postas y centros de salud. También ha señalado que los no vacunados representan el 90% de los pacientes en áreas críticas. Desde las primeras semanas de 2022, agencias internacionales como EFE y AFP han reportado en la capital largas filas de personas que esperan para realizarse pruebas de descarte o vacunarse, en hospitales y vacunatorios. Ocurre cuando el sector Salud del país enfrenta una grave crisis, luego de que el ministro de Salud, Hernán Condori, fuera censurado por el Congreso peruano por “carecer de idoneidad” para ejercer el cargo y haber promovido productos sin sustento científico conocido como agua arracimada. Hoy Jorge López Peña ha jurado como nuevo ministro de la cartera. 

Es el tercer titular de Salud designado por Castillo desde que arrancó su gestión en julio de 2021 y el séptimo ministro de este sector desde marzo de 2020, cuando inició la pandemia en Perú. 

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Hace un mes, el director ejecutivo de vigilancia en Salud Pública del Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades (CDC), César Munayco, pronosticó que entre este año o el siguiente el país puede entrar a la fase endémica de la COVID-19. “Estamos en la etapa de transición. Cuando uno entra a la fase endémica se va a presentar una menor magnitud en el número de casos”, dijo el epidemiólogo en RPP y agregó que Perú se encuentra ahora “a punto de poder terminar la tercera ola”, que arrancó en enero pasado, aunque advirtió que este período será decisivo para analizar el comportamiento del virus.

“Con esta tercera ola y las características de la variante ómicron, lo más probable es que estemos ingresando, eso va a tomar un poco de tiempo, lo más probable es que lo que ocurra en este año nos dé una mejor indicación de si ya estamos en esa fase”, agregó el funcionario del CDC. Munayco insistió en que la campaña de inmunización juega un papel clave para llegar a la endemia y destacó las “buenas coberturas de segunda dosis” que tiene el Perú, donde cerca del 76 % de la población objetivo ya cuenta con la pauta completa de vacunación. El experto, sin embargo, señaló que el país aún no ha alcanzado una cobertura mayoritaria de las dosis de refuerzo, que a la fecha recibió el 33 % de la población objetivo.

“Hay regiones del país, como Madre de Dios y Puno, que tienen coberturas por encima del 50 %, pero todavía no estamos llegando a coberturas óptimas”, añadió. En total, ya son más de 26.080 las personas que han recibido las dos dosis requeridas para protegerse de la enfermedad, lo que equivale al 79,6 % de su población objetivo, que asciende a 27.946.434 personas mayores de 12 años. Con la primera dosis hay más de 28,7 millones de personas, mientras que los inmunizados con la tercera dosis de refuerzo suman alrededor de 13 millones, el 35,5 % de la población general. Es un porcentaje que, según el médico Elmer Huerta, especializado en oncología, prevención y salud pública, todavía no cubre las expectativas de vacunación y que obliga a prepararse para una posible nueva ola ante la presencia de la variante BA.2.

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No está claro dónde se originó este linaje, pero se detectó por primera vez en noviembre entre las secuencias cargadas en la base de datos desde Filipinas. La BA.2 resultó más eficiente a la hora de infectar a las personas vacunadas y con una tercera dosis de refuerzo que las variantes anteriores, aunque las personas vacunadas tenían menos probabilidades de transmitir el virus. De acuerdo con Huerta, que ha escrito un texto al respecto en El Comercio, BA.2 fue encontrada desde febrero en territorio nacional, y se ignora cuál será su comportamiento en una población con altas tasas de infección natural y relativamente altos niveles de vacunación con dos dosis. “En ese contexto, preocupa que la cobertura de vacunación con tercera dosis no llegue al 40% de la población. De causar una cuarta ola, es posible que BA.2 afecte desproporcionadamente a los adultos mayores y a las personas con comorbilidades. La campaña de vacunación con tercera dosis es una prioridad para proteger a personas vulnerables”, escribió el especialista.

La subvariante infecta más por el relajamiento de las medidas de contención en muchos países. “Es un recordatorio de que el virus sigue causando daño a las personas no vacunadas, a aquellas que no han recibido dosis de refuerzo o a los más vulnerables”, recoge la BBC.  Los científicos no pueden predecir el futuro, pero en un reciente artículo de opinión en The New York Times un grupo de investigadores de EE. UU. ha aventurado cuál sería la dirección de las próximas mutaciones.

En el proceso evolutivo que conduce a su persistencia, los virus tratan de conseguir dos propiedades importantes: ser cada vez más infecciosos y evadir los anticuerpos neutralizantes producidos contra ellos por las vacunas o la enfermedad natural. Eso es precisamente lo logrado por ómicron y BA.2, las que, por un lado, son extraordinariamente contagiosas y, por otro lado, son capaces de infectar a personas ya vacunadas o que han pasado la enfermedad.

“Es muy probable que se produzcan nuevas mutaciones en el futuro –explica Huerta–. La gran pregunta es: ¿qué tipo de mutaciones serán? ¿Serán relativamente benignas o es posible que nos regrese a fojas cero? ¿Aparecerá una mutación que nos regrese al inicio de todo?. En realidad, como ha enseñado la propia pandemia, es muy difícil predecir”.

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Y están, finalmente, las lecciones.

Los especialistas concuerdan en que la primera barrera del país fue la precariedad de su sistema de salud, que iba más allá de las limitaciones de los establecimientos públicos y de la seguridad social, y que sobrepasó incluso al sector privado (pacientes con costosos seguros y suficientes recursos financieros no podían conseguir un lugar que les ofreciera la oportunidad de salvar sus vidas).

“La casi inexistente articulación entre los diferentes prestadores debilitó todavía más la respuesta de los servicios sanitarios y ocasionó un mayor impacto en la población más pobre y vulnerable. Frente a ello, los esfuerzos por incrementar la capacidad de respuesta a nivel hospitalario no consideraron, de manera suficiente, el fortalecimiento de la primera barrera de contención: los establecimientos de salud del primer nivel, que estaban cerrados en la mayoría de los casos”, apunta Frank Lizaraso, decano de la Facultad de Medicina Humana de la Universidad San Martín de Porres. 

Lizaraso agrega que, en otros países con limitaciones similares, estos centros desarrollaron las más efectivas acciones de prevención, detección y contención de los enfermos de menor complejidad. En Perú, en cambio, ellos acudían a los hospitales donde no podían ser atendidos, incrementaban su exposición y agravaban su diagnóstico. De todos modos, esta realidad no fue la única ni la más compleja debilidad que el país debió sobrellevar. La escasez de estos especialistas motivó que médicos de otras especialidades o sin especialidad fueran capacitados apresuradamente a través de cursos rápidos o en línea para complementar el déficit. Esta medida es una solución parcial pues para brindar atención en terapia intensiva es necesario contar con una subespecialidad que requiere entrenamiento riguroso.

“Las frágiles economías familiares, el hacinamiento, la insalubridad, las brechas para el acceso a recursos tecnológicos y la electricidad, además de las condiciones socioeconómicas de las poblaciones más vulnerables convirtieron en inefectivos, y hasta contraproducentes, los intentos de paliar esta situación a través de la entrega de bonos. Este proceso obligaba a realizar largas filas en las instituciones financieras para obtener una ayuda económica con el riesgo de exponerse al virus, lo que podría terminar con su vida y la de su familia”, añade Lizaraso.

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En el ámbito de la innovación y el acceso a recursos sanitarios, el esfuerzo inicial por convocar a destacados expertos en diferentes disciplinas no estuvo acompañado de una apertura suficiente para escuchar los aportes de las instituciones gremiales, académicas, colegios profesionales o de los diferentes sectores de la producción, industria, comercio exterior, organizaciones religiosas y cooperantes que estaban dispuestos a contribuir con un trabajo conjunto destinado a enfrentar la mayor amenaza del presente siglo. Entonces, “importantes iniciativas para producir nuestras propias pruebas moleculares, ventiladores, provisión de oxígeno y serios proyectos para el desarrollo de vacunas en el país fueron postergadas”, sigue el médico. 

La burocracia, las ideologías, la politización de la crisis sanitaria, la falta de transparencia y presuntos actos de corrupción ocasionaron la pérdida de oportunidades que agravaron nuestras debilidades y colocaron al país entre los de peor desempeño en el manejo de la pandemia en el mundo. El Día Mundial de la Salud es una herramienta de proyección exterior para lanzar llamadas a favor de la acción respecto a cuestiones sanitarias importantes y una oportunidad para sensibilizar sobre la importancia de una cobertura sanitaria universal y de calidad que la pandemia ha resquebrajado. 




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