Por Stakeholders

Lectura de:

Laure Schlesinger
Profesora en la Universidad del Pacífico y
cofundadora de Prestamype.

En 1942, Joseph Schumpeter formulaba el concepto de “destrucción creativa”, un proceso continuo de transformación industrial, donde la innovación lleva a destruir lo obsoleto y reemplazarlo por lo más nuevo en un ciclo incesante. ¿Qué ha cambiado desde el siglo pasado? Principalmente, el ritmo en el cual la innovación se difunde en la sociedad. 

Hoy una solución nueva como Nubank pudo llegar en solo unos años a tener más clientes de tarjetas de crédito que cualquiera de los bancos en Brasil. Ello entre otros porque el canal de difusión de ese tipo de innovación, el Internet, es mucho más inmediato y con cada vez menos límites geográficos que los canales que existían en los tiempos de Schumpeter. 

Casos de disrupción como el de Nubank, en el sentido muy general del concepto, es decir cuando una pequeña compañía con menos recursos entra a competir con una compañía establecida (o incumbent), y termina siendo más grande o incluso reemplazarla, aún no se han visto en Perú en el sector financiero. 

Lamentablemente para los consumidores locales, ello se debe en parte a la falta de apoyo de las instituciones públicas al sector, y al poco apetito por la innovación del mercado local de deuda y capitales. Un punto común entre Nubank y la mayoría de las Fintechs peruanas es que se enfocan en segmentos desatendidos por los incumbents y llegan a estos consumidores mediante la tecnología, y es ahí donde reside una fuente inmensa de innovación, generadora además de impacto social positivo. A pesar de ello, mientras que en países como Colombia el Estado cuenta con programas de garantía para Fintechs de préstamos desde hace años, en Perú aún no existe ningún mecanismo similar para ellas. 

Por otro lado, mientras que fondos chilenos privados ya están fondeando a diferentes startups de Factoring en el país, los fondos de deuda y el mercado de capitales de Perú aún no se atreven a financiar a las Fintechs locales. 

Para desarrollar el ecosistema de innovación financiera, urge que las organizaciones públicas peruanas, tanto ministerios como supervisores y bancos de desarrollo, así como los inversionistas institucionales privados, también tomen el camino de la transformación digital. Hablar de transformación digital va más allá de la adquisición o desarrollo de nuevas herramientas tecnológicas, pues implica la reinvención de la mayoría de las áreas dentro de una organización, y en especial, de su cultura. 

Esto quiere decir que se debe repensar desde el flujo de trabajo, hasta las habilidades que los equipos deben desarrollar, pasando por los procesos de toma de decisiones y la interacción con los clientes, pero antes de eso lo más importante y difícil es cambiar la forma de pensar de los colaboradores y gerentes. 

Existen muy buenas oportunidades de inversión en las Fintech peruanas que manejan carteras de financiamientos a MIPYMEs y personas naturales de forma eficiente gracias al uso de la tecnología y un enfoque en datos, con productos tan diversos como préstamos con garantía – los cuales incluyen garantías inmobiliarias, vehiculares como auto o moto, de inventario, de flujos de POS, etc, créditos hipotecarios o educativos, tarjetas de crédito, Factoring y hasta Leasing. 

El retorno generado no solo será económico sino también social, al generar más inclusión financiera en poblaciones desatendidas. Fondos extranjeros ya están entrando al país a llenar el vacío que dejaron los financistas locales, dependerá de ellos reaccionar a tiempo para subirse al tren de la innovación financiera. 







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