Por Stakeholders

Lectura de:

Carlos Torres Sifuentes
Director de la carrera de Ingeniería de
Gestión Minera de la UPC

De acuerdo con los informes del Gobierno peruano, se dan cuenta de 209 conflictos sociales, 149 activos y 60 latentes, de los cuales se han resuelto dos y han aparecido tres nuevos en el mes de agosto del 2022. Los conflictos tienen una consideración económica, ambiental, social, laboral, entre otros; pero la mayoría son atribuidos a la minería. 

Los conflictos son eventos que generan ineficiencias desde cualquier punto de vista, lo que significa mayores costos, menos utilidades, agotamiento de recursos sin beneficio alguno para la empresa y lo que es peor, tampoco para el país. 

De acuerdo con el informe elaborado por el Instituto Peruano de Economía, en el 2021, por causa de los conflictos en la minería, hubo un costo de más de S/. 1500 millones. Y esto aún repercute en el presente año. 

De un análisis del Banco Central de Reserva, sobre la cantidad de conflictos sociales, se advirtió que finalmente esto afecta la inversión minera futura. 

¿Cómo formar a los ingenieros de cara a los conflictos sociales? 

Los brotes de los conflictos sociales se manifiestan con el inicio de las exploraciones, donde aún es muy incierta la existencia de un depósito que justifique un proyecto minero. En el Perú esta fase de intervención social en las comunidades es crucial porque encontramos que la población, en la mayoría de los casos, está prejuiciada, es decir, que tiene un mal concepto y percepción de las actividades extractivas. Este rechazo aparece como si fuera algo natural, es por esta razón que se debe tener una línea base socio económica y ambiental en las comunidades a intervenir. 

Tenemos claro el efecto negativo que producen los conflictos asociados a la minería, en este sentido, la formación de los futuros ingenieros debe poner énfasis en el desarrollo de capacidades, competencias y técnicas de gestión, con una clara orientación de resolución de conflictos y fortalecimiento de las relaciones con el entorno. Sobre todo, y más importante, la anticipación, identificando las causas que los producen y proponiendo acciones preventivas. 

Los conflictos en los procesos de interacción social temprana son inevitables. En estos casos, los ingenieros deben tratar de reducir el problema desde sus inicios. Este primer contacto debe desarrollar confianza: generar un ambiente armonioso y agradable. 

Los ingenieros, para tener una participación protagónica en la resolución de los conflictos iniciales, deben desarrollar competencias orientadas a la comprensión e interpretación del entorno, actuar con ética y ejercer ciudadanía y tener desarrollada la competencia de formación del capital social relacional y la planificación estratégica participativa. 

La formación debe fomentar el conocimiento del marco normativo, ambiental y social del país donde laboran y que dispongan de las herramientas para impulsar el desarrollo de las comunidades en las zonas de impacto. El ingeniero debe dominar conceptos y herramientas necesarias para comprender y evaluar el comportamiento cultural de las comunidades y promover su desarrollo. Entonces, el desarrollo de capacidades y competencias necesarias para trabajar en los procesos de intervención social en las comunidades debe ser un requisito indispensable como parte de la formación profesional. Se trata de que los ingenieros tengan una visión holística con el fin de agregar valor a la intervención. 

Finalmente, otro pilar en la formación del futuro ingeniero es haber desarrollado habilidades blandas, como tolerancia, empatía, comunicación, adaptabilidad y negociación. No hay mejor solución a un problema, que la posibilidad de evitarlo y es ahí donde deben concentrarse los esfuerzos. En esta certeza, las capacidades de gestión son sin duda muy importantes en su formación.







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