Por Stakeholders

Lectura de:

Jose Josan
Director Especialista MBA Salud, Centrum PUCP

Como profesor y emprendedor, me preocupan los eventos y las crisis que están definiendo nuestro entorno actual. Estas crisis no son incidentes aislados; están interconectadas y son síntomas de un problema más profundo. Como médico, trato de interpretar todo de forma sistémica. El cuerpo es uno solo y tratar de entender un órgano sin relacionarlo con el todo no es eficiente. De la misma forma, entender las enfermedades tratando de explicar los síntomas sin entender a profundidad las causas y antecedentes, es tratar de explicar un iceberg solo por el 10% de lo que se ve en la superficie, sin tener en cuenta el 90% que está por debajo del agua. 

Sistémicamente, esta crisis se puede entender en términos de tres desconexiones o brechas: 

La desconexión entre el yo y la naturaleza: una brecha ecológica 

Durante siglos, los seres humanos hemos vivido en armonía con la naturaleza; dependiendo de la naturaleza para nuestra comida, agua y refugio, encontrando también, sustento espiritual. Sin embargo, en los últimos siglos nos hemos desconectado cada vez más de la naturaleza; construyendo ciudades que están separadas del mundo natural, contaminando el aire y el agua, cazando y destruyendo la vida silvestre. Y como resultado de estas acciones, hemos creado una crisis climática que amenaza nuestra propia existencia, la desestabilización del clima, la pérdida de la biodiversidad, y todos los demás problemas ambientales de los que deberíamos ser conscientes. 

La desconexión entre uno mismo y los demás: la brecha social 

Además de nuestra desconexión con la naturaleza, también estamos cada vez más desconectados unos de otros. Vivimos constantemente bombardeados con información y estímulos. Nos comparamos con otros en las redes sociales. Competimos en forma permanente por los recursos y la atención. Como resultado de esta constante competencia y comparación, estamos cada vez más aislados unos de otros, perdiendo nuestro sentido de comunidad y conexión; dificultando la empatía y compasión propias de nuestra naturaleza que estimulan la violencia y la desconexión social. 

La desconexión entre uno mismo y uno mismo: la brecha espiritual 

Finalmente, también estamos cada vez más desconectados de nosotros mismos. Recibimos mensajes de todos lados sobre lo que debemos ser y cómo debemos actuar. Se nos dice que debemos ser delgados, ricos, exitosos y felices. Como resultado de estos mensajes, estamos perdiendo el contacto con nuestro propio ser interior. Hay una desconexión entre mi yo actual y mi yo futuro y por eso aparecen síntomas de agotamiento, depresión, ansiedad y se hacen cada vez más evidentes los síntomas de deterioro mental, que afecta a nuestras familias, comunidades y sobre todo a nosotros mismos. 

Mi llamado a la acción: 

Vuelve a conectarte con la naturaleza: pasa tiempo en ella. Conoce las plantas y los animales que viven a tu alrededor. Aprende sobre los ciclos naturales de las estaciones, conversa con tus hijos o familia sobre nuestro rol en la sostenibilidad del ecosistema. 

Vuelve a conectarte con otros: construye relaciones con personas que son diferentes a ti. Escucha sus historias y aprende de sus experiencias. Encuentra formas de trabajar juntos por el bien común. 

Reconéctate contigo mismo: tómate un tiempo para la autorreflexión. ¿Cuál es tu sentido de propósito? ¿Cuáles son tus valores? ¿Cuáles son tus sueños? ¿Para qué estás en este mundo? Estas son solo algunas sugerencias. 

Por último, no podemos liderar el cambio de sistemas a menos que sintamos y actualicemos el futuro que queremos que emerja. Eso conduce a la esencia del liderazgo. La palabra en inglés liderazgo, se remonta a una raíz indoeuropea: leith, que literalmente significa dar un paso adelante, pasar de un territorio que conocemos muy bien, la realidad actual, a otro territorio que no conocemos. Eso solo sucederá si tenemos el coraje de ejercer nuestro liderazgo, dar un paso hacia lo desconocido y aprender en el camino.







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