Jose Carlos De Piérola
Country Manager ERM Perú
Varios expertos y estudios empíricos afirman que la pandemia nos ha empujado a una era digital. Estamos frente a un momento inicial de transformación digital que es clave para el desarrollo de diversos sectores, particularmente el minero y energético. La digitalización ofrece oportunidades de generación de nuevos servicios y reducción de costos de transacción, y más allá de esto, genera la oportunidad de un cambio en el sector privado. Recientemente, la Estrategia de Transformación Digital para el Sector Infraestructura y Energía identifica cuatro aspectos generados por la digitalización, a partir de la adopción de nuevas tecnologías como parte del desarrollo de negocio:
• Esto debe motivar un cambio en la propuesta de valor, lo que implica tener un mayor entendimiento del comportamiento y de las necesidades de los consumidores.
• La digitalización debe lograr la integración eficiente de los procesos operativos en las cadenas productivas.
• La generación de nuevos productos y desarrollo de la creatividad e innovación a todo nivel: servicios, modelos de negocio, estrategias comerciales, entre otros.
• Desarrollo de capacidades para autoservicio. Esto empuja la necesidad de capacitarse en aspectos digitales, además.
Volviendo a los sectores minero y energético, así como existen grandes oportunidades, tenemos desafíos importantes. El BID señala que la transformación digital debe abordarse a dos niveles: i) la reconfiguración y digitalización de los modelos de negocio tradicionales; ii) el desarrollo de nuevos modelos de negocios basados en uso de tecnologías digitales.
Según la experiencia en América Latina, el sector eléctrico tiene entre sus mayores desafíos: la percepción de riesgos que implica la descentralización y la liberalización frente al modelo de negocio tradicional de las grandes centrales de generación vía redes físicas. Pues esto implica la necesidad de un cambio hacia la digitalización, un cambio de paradigma que altera la mirada del negocio.
Adicionalmente, la metodología tradicional del trabajo busca la reducción de costos y la protección de activos grandes y de largo tiempo, lo que no permite el desarrollo y crecimiento del trabajo digital. Por esto es que son percibidas como poco innovadoras y no atraen a las personas con capacidades digitales. Finalmente, ante la compleja operatividad de las empresas y la inflexible regulación, la incorporación de innovación y la digitalización se hacen difíciles de lograr.
En el campo de la minería, los desafíos encontrados vienen de la mano de la generación de habilidades/capacidades para adoptar nuevas tecnologías, los altos costos en la adopción de tecnologías digitales debido a los existentes modelos operativos (esto es parte de la aversión al riesgo de esta industria), y la aún falta de difusión del valor agregado de la digitalización.
Algunas de las afirmaciones del documento del BID, pueden ser discutidas pues existe una real voluntad por digitalizar la industria minera y se están realizando millonarias inversiones de parte de varias corporaciones a nivel global. Sin embargo, dos aspectos clave que rescato y que deben considerarse en la planificación a nivel de país y de las regiones son la formación de capacidades digitales con enfoque de empleabilidad.
El trabajo realizado por Laboratoria, es un gran ejemplo de esto, y considero que debe ser parte de una política pública. Por otro lado, la difusión de los beneficios de la digitalización es necesaria para desmitificar sus posibles impactos negativos. Sin embargo, debe existir un marco que habilite la transformación digital, y eso no lo encontramos (aún) de manera clara en el país.