Pablo Vega Buccicardi
Director CIEC-Perú / Centro de Innovación
y Economía Circular
Latinoamérica y, especialmente, el Perú tienen dos desafíos profundos. Por una parte, comprender que no existen empresas exitosas en sociedades fracasadas y, por otro lado, entender que, si no se desacopla el crecimiento económico del impacto ambiental, se acentuaron graves problemas económicos, sociales y políticos.
Tenemos una consecuencia compleja
A raíz de la pandemia, y por primera vez en la historia, el valor del Índice de Desarrollo Humano (IDH) global disminuyó durante dos años consecutivos. Muchos países experimentaron descensos continuos en el IDH en 2021 (ver cuadro 1). Incluso antes de la pandemia, los sentimientos de inseguridad iban en aumento en casi todas partes. Mucha gente se siente alienada de sus sistemas políticos y, en otro revés, el retroceso democrático ha empeorado.
¿Estamos en presencia de la maldición de los recursos naturales?
Actualmente hay millones de personas más que están consumiendo y, por otro lado, la transición a la sostenibilidad ambiental está en curso. Ese espacio es importante para los recursos naturales y las industrias de procesamiento.
Latinoamérica tiene abundancia de recursos naturales de todo tipo. Tiene experiencia adquirida en minería, petróleo, agricultura, forestal, pesca, etc. Es decir, en el aprovechamiento de esos recursos, pero también tiene experiencia en procesos como agroindustria, metalurgia, química, cemento, etc.
Actualmente hay nuevas fuerzas impulsan la innovación con base en recursos naturales. Una de ellas es la hipersegmentación y diferenciación. Los materiales a pedidos biodegradables, los alimentos orgánicos, los alimentos gourmet, el rescate del sabor y el valor nutritivo de las frutas. La productividad del campo, pesticidas naturales, combustibles limpios. Todo eso está siendo requerido por los mercados cambiantes precisamente por la cuestión ambiental.
Aprovechar la hipersegmentación de los mercados para multiplicar la infraestructura técnica es un desafío para Latinoamérica. Si tomamos las grandes empresas extractoras y/o procesadores de recursos naturales extranjeras o nacionales con sus actuales mercados de exportación, se puede identificar ecosistemas económicos e innovación locales de empresas o instituciones de investigación de producción y servicio de alta tecnología. Estas a su vez tienen vínculos con empresas o instituciones extranjeras de investigación de alta tecnología. Esta combinación permite que las grandes empresas puedan tener nuevos productos gracias a esta cooperación y, por otro lado, que las empresas hagan sus pruebas con las locales para luego exportar. Entonces se generan productos para el desarrollo.
Dimensiones de la ventana de oportunidad para la Minería Sostenible
La estimación de la demanda de minerales y metales para la meta de 1.5°c es un aspecto clave para aprovechar la ventana de oportunidad. Para la minería se da en un momento crucial. El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) ha puesto una alerta de que “a menos que las emisiones de gases de efecto invernadero se reduzcan de manera inmediata, rápida y a gran escala, limitar el calentamiento a cerca de 1.5°C o incluso a 2°C será un objetivo inalcanzable” (IPCC, 2021). Para lograr contener el incremento de los gases de efecto invernadero existe consenso acerca de que los minerales y metales tendrán un rol fundamental para la mitigación y adaptación al cambio climático.
El Banco Mundial ha estimado que se requerirán 3,000 millones de toneladas de minerales y metales al 2050 para la implementación de la energía eólica, solar y geotérmica, así como para el almacenamiento de energía (baterías), y apuntando a lograr una reducción de la temperatura por debajo de los 2°C en línea con los compromisos de París (Hund et al., 2020).
Las posibilidades de la minería crecen aún más como ruta de desarrollo. Porque ahora el que tenga energía limpia y relativamente abundante y barata tiene ventajas enormes en cualquier proceso que sea intensivo en energía.
Vamos a la acción
Los desafíos de la minería son los mismos que tiene el planeta, los países y sus territorios. Es crucial buscar acuerdos sobre metas, soluciones e innovaciones, contando con un marco institucional y un sistema de financiamiento orientado a lograr soluciones comunes (ver cuadro 2).
Es decir, la minería puede hacer inversiones que resuelven los problemas para el país en la medida en que su actividad sea suficientemente rentable. Para la industria minera, aparte de cumplir con las regulaciones es relevante hacer esas inversiones que ayudan a resolver las dos cosas.
Con estos ejemplos (ver cuadro 3), es posible visualizar la minería como parte de una estrategia de desarrollo sostenible. Hacer eso abre caminos de éxito compartido.
DOS ÁMBITOS DE ACCIÓN
• Nueva comprensión de la minería sostenible:
Requerimos comprender una actividad que se propone desde el inicio minimizar emisiones y residuos, gestionar y cuidar la biodiversidad local, gestionar el agua del modo integrado eficiente e incluyente, usar energías renovables, impulsar el aumento de proveedores locales tanto de baja como de alta tecnología y, finalmente, insertarse en el territorio como proyecto de desarrollo.
Ese es el propósito de la minería sostenible. No es sólo para generar divisas e ingresos fiscales, aunque también tienen que hacer eso, sino cuidar y mejorar el contexto ambiental y el contexto social.
• Repensar audazmente la institucionalidad:
Tal como señala Carlota Pérez (2022), destacada investigadora de University College London, las revoluciones tecnológicas requieren innovaciones institucionales para adecuarse al nuevo potencial. No se puede hacer lo de mañana con las instituciones de ayer. Las viejas pirámides burocráticas de las grandes corporaciones se han convertido en complejas redes flexibles en intensa interacción tanto interna como con proveedores y clientes con una gran agilidad para cumplir con su propósito.
Los gobiernos también tendrán que diseñar e implantar un nuevo modelo de intervención, basado en consensos a todos los niveles y con todos los actores nacionales, internacionales, locales, empresariales, sociales y comunitarios.
Por lo tanto, se necesita un nuevo diseño de políticas públicas (ni proteccionismo ni libre mercado desatado) basado en consenso y promoción activa.
• Hacer de cada proyecto minero un plan de desarrollo nacional y de la localidad.
• Regulación y tratamiento fiscal que incentiven el óptimo procesamiento local y la sustentabilidad.
• Establecer un intenso plan de formación local y en el exterior de capital humano especializado.
• Crear una nueva institucionalidad promotora de consensos nacionales y locales.
• Crear nuevos modelos de asociación público-privada.
Conclusiones
Es un momento histórico para que las empresas mineras comprendan la trayectoria de descarbonización en la que se encuentran los países, de aceleración de energías renovables y de cambios de modelos de negocios circulares a través de las tecnologías 4.0.
Y todo esto vale para la minería y para los otros recursos naturales. De ahora en adelante toda estrategia de desarrollo económico es una estrategia tecnológica e institucional.
No hay tiempo que perder. La ventana de oportunidad se aprovecha mejor entrando temprano, marcando la pauta y colaborando. Hoy en Latinoamérica es posible hacer más y mejor minería.