Por Stakeholders

Lectura de:

Baltazar Caravedo Molinari
Profesor de la Pontificia Universidad Católica del
Perú (PUCP)

El proceso de la sociedad peruana de los últimos cien años ha estado atravesado por una dinámica sociopolítica de golpes de Estado e intentos de golpes de Estado; levantamientos, asonadas y sublevaciones; paros nacionales, huelgas y movilizaciones; guerrillas y acciones terroristas; asambleas o congresos Constituyentes; elecciones postergadas; guerras con países vecinos, entre otros eventos significativos. La pregunta que surge inmediatamente es ¿cómo explicar el proceso? 

La continuidad es un proceso que se despliega incorporando nuevos elementos en vinculación con otros sistemas y con su entorno. Los elementos que aseguran la dinámica de los sistemas vivos son los flujos de energía que recibe o capta; sin ello no pueden existir, o colapsan. Los flujos de energía pueden provenir de distintos tipos de energía. A mayor innovación tecnológica mayor requerimiento de nuevos flujos de energía. 

La dinámica de interacción de los sistemas sociales humanos los modifica. Cuando se altera la distribución de la población, su carácter rural o urbano, y su acceso a nuevas formas de energía, emergen nuevas prácticas, nuevas identidades, y discursos manifiestos y subyacentes, se acelera la conectividad y la comunicación, y aparecen contenidos culturales emitidos por los distintos medios de comunicación que moldean la subjetividad de las personas. Los flujos de energía crecen y se redistribuyen según la nueva lógica que ha organizado el nuevo sistema que ha emergido.

Los seres humanos pueden existir en diferentes sistemas. Cada uno tiene diferentes estructuras, componentes y comportamientos, y distintos flujos de energía per cápita. Cada sistema tiene una densidad de energía social distinta. En el caso peruano los sistemas tradicionales existentes en la época del incanato fueron modificados por la conquista española, y, aunque no dejaron de ser tradicionales, su lógica de reproducción se hizo diversa. A finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX los sistemas tradicionales en el Perú estuvieron en pugna con los sistemas modernos que se desplegaron y que provocaron desplazamientos y migraciones masivas de la Sierra a la Costa. A lo largo del siglo XX hasta los comienzos del siglo XXI los sistemas modernos entraron en pugna con los sistemas tecnológicos, lo que contribuyó al crecimiento más acelerado de la urbanización y de la conexión a medios de comunicación novedosos. 

En los nuevos vínculos que se construyeron se hizo evidente la variación en el uso-consumo de energía eléctrica en distintos territorios y regiones del país. Lo que no se hizo visible fue lo que llamó energía social, que es la que se despliega en los vínculos entre las personas y, desde luego, entre las colectividades, y, que no se mide, ni se estima. 

En todo sistema social humano sus componentes se cohesionan y/o se repelen para luego generar otra dinámica, producto de la modificación de los vínculos previamente existentes. Se despliegan energías sociales cuyo impacto interno y externo tiende a ser simultáneamente constructivo y destructivo, tanto de los vínculos, así como del entorno. Pero fuese la dirección o sentido que fuera, de todos modos, provocan transformaciones en las entidades colectivas existentes y en sus entornos. 

Si lo viéramos como sistemas, los movimientos de cohesión y de repulsión producirían un balance temporal en el que una de las dos fuerzas tendería a predominar, y, según ello, se produciría la transformación-adaptación o el colapso. 

Lo que presentamos es una propuesta de investigación exploratoria que tiene como objetivo plantear la pregunta ¿cómo, desde la perspectiva de sistemas complejos, se manifiesta y se podría explicar la tendencia recurrente al colapso en la sociedad peruana?







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