José Luis Ruiz Pérez
Director de Maestrías y Programas de la Escuela
de Gestión Pública de la UP
La incertidumbre respecto a la disponibilidad futura de recursos hídricos en la cantidad y calidad necesaria representa un riesgo para las actividades económicas de las empresas. Por ello debemos promover la gestión corporativa del agua: un conjunto de prácticas que permiten a las empresas incluir el riesgo hídrico en su sistema de gestión para mejorar su desempeño ambiental y aprovechar oportunidades económicas y sociales.
A partir de dicha inclusión, la empresa podrá involucrarse en la gestión de los recursos hídricos. Las acciones iniciales se producirán dentro de los linderos de la empresa, guiadas principalmente por criterios de eficiencia en el uso del recurso y reducción de posibles daños debidos al vertimiento de aguas residuales. Un segundo nivel de involucramiento se produce cuando la empresa busca crear valor compartido, desarrollando medidas que benefician a otras partes involucradas, dentro y fuera de su cadena de valor. El mayor nivel de involucramiento se produce cuando la empresa asume un rol activo en identificar las causas y formular propuestas de solución a los problemas. Este último nivel coincide con lo que se denomina water stewardship: preocuparse por cómo administrar algo que no es propiedad de nadie, como los recursos hídricos. El water stewardship busca el uso del agua de forma equitativa socialmente, sostenible ambientalmente y beneficiosa económicamente, alcanzado a través de un proceso inclusivo de todos los stakeholders que involucre acciones en el territorio.
Las empresas encuentran beneficios al entender y gestionar el rol del agua en su proceso productivo. En la medida en que el precio del agua generalmente no refleja su valor, a menudo no se toma en consideración los costos relacionados con el agua que van más allá de la tarifa por el acceso. Entre estos costos están los insumos químicos necesarios para el tratamiento del agua y la energía empleada para transportar, tratar, calentar o enfriar el agua. Todos estos costos se presentan con el agua que ingresa al proceso productivo y con el agua residual que debe ser tratada antes de devolverla a los espacios públicos. Un menor requerimiento de agua en el proceso tendrá un impacto en una reducción de los costos relacionados.
Existen muchas razones para que las empresas actúen en relación con el agua: reacción frente a una crisis inminente, mitigación de un riesgo operativo que crecerá con el tiempo, desarrollo de una ventaja competitiva basada en la reputación o un sentido de responsabilidad hacia la comunidad. Adicionalmente, una posición activa en el tema puede mejorar la productividad, la capacidad de atraer talento y el posicionamiento ante nuevos segmentos de consumidores.
La actuación se inicia dentro de la empresa y se extiende a la comunidad. De acuerdo con el CEO Water Mandate (2014), la gestión corporativa del agua se puede plasmar en las siguientes actividades:
- Proporcionar servicios de agua potable, saneamiento e higiene en el lugar de trabajo y contribuir al acceso de las familias de sus trabajadores a dichos servicios.
- Monitorear las prácticas de gestión del agua.
- Impulsar la eficiencia operativa y reducir la contaminación
- Identificar y comprender los riesgos de las cuencas.
- Integrar la gestión del agua en la estrategia.
- Mejorar las prácticas relacionadas con el agua en toda la cadena de valor.
- Participar en acciones colectivas.
El ODS 6 busca un acceso universal y equitativo al agua potable y a saneamiento, así como mejorar la calidad del agua. Para las empresas, que dependen del agua como insumo prioritario, este reto revela un riesgo que debe ser gestionado y una excelente oportunidad para lograr soluciones colectivas que contribuyan a la seguridad hídrica y saneamiento para todos.