Por Stakeholders

Lectura de:

Jorge Melo Vega
Presidente de Responde

Otra vez la globalización. Los conflictos armados no se circunscriben a su espacio geográfico ni los heridos y muertos son los ciudadanos de los países en guerra. La globalización ha generado una fuerte interdependencia entre las naciones que hace mucho sentido para entender los crecimientos drásticos que tienen las economías, sólo posibles gracias al comercio internacional y los tratados de libre comercio. Pero no podemos ignorar, como ocurre con la sostenibilidad, que en toda acción positiva también se producen impactos negativos, que adecuadamente identificados se pueden reducir o mitigar; salvo cuando hay una guerra. 

Nos encontramos a 12,000 kilómetros de Ucrania y las consecuencias de la invasión rusa nos ha llegado y afecta sobre todo a los más pobres. La guerra ha tenido como principal repercusión una crisis energética, debido a que Rusia es el principal abastecedor de gas hacia Europa y este combustible, a la vez, es la principal fuente de energía para las industrias y los hogares europeos. Hay menos energía precisamente en el contexto de un agresivo plan de sustitución hacia fuentes renovables o menos contaminantes en Europa, lo que ha elevado el precio en más de 10 veces el megavatio hora. Por ello, se están cerrando fábricas, comercios al borde de la quiebra e incrementándose los precios de productos y servicios de manera generalizada. 

¿Y qué tiene que ver eso con el Perú, si nosotros tenemos gas? De eso se trata la globalización precisamente, el incremento del precio de los combustibles y los productos en general se importan, a pesar de que tenemos gas y el precio del GNV no se incrementa. La guerra también afecta a los fertilizantes y hoy son más caros, lo que impactará en la calidad y cantidad de la producción agrícola local y del exterior. Lo mismo ocurre con el precio del petróleo, se incrementa y sube el transporte de personas y mercaderías y así sucesivamente. La inflación no tiene fronteras. 

Un indicador primario de la alimentación en todo el mundo es el pan, es el referente cultural y religioso por excelencia. De allí que el trigo es la imagen del alimento y es un producto considerado comodity -materia prima que se comercializa con precios estandarizados en todo el mundo, como el oro, el petróleo o los minerales-. Rusia y Ucrania son las despensas mundiales del maíz y el trigo que se destina precisamente a la alimentación de los países más pobres, pero la menor oferta de estos granos ha llevado al incremento de precios a casi el doble hasta hace pocos meses, lo que se traduce en un pan más caro para todos. 

La institucionalidad global requiere de paz, como lo indica el ODS 16. Por la paz es que nace las Naciones Unidas, y por la paz y la dignidad de las personas surge la Declaración Universal de los Derechos Humanos. De allí la condena internacional por la invasión rusa a Ucrania basada en un sentimiento imperialista y racista. Mueren personas inocentes por impacto de las balas, hoy esas balas atraviesan la tierra y también como en Ucrania, mueren peruanos y ciudadanos en todo el mundo porque su pobreza ya no puede ser más pobre.







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