Johnny Gabulle Figueroa
Docente de la carrera de Ingeniería
Ambiental de la UPC
Cuando analizamos el futuro de la humanidad y de nuestro planeta, casi de manera inmediata nos imaginamos temas trascendentales como el calentamiento global y cambio climático producido por la excesiva emisión de gases de efecto invernadero.
Debido a este preocupante incremento de la temperatura de la tierra, se han desarrollado iniciativas para controlar este fenómeno a través de negociaciones como las del Protocolo de Kioto en 1997, cuyo objetivo era reducir las emisiones de los principales gases de efecto invernadero en un 5 % principalmente de los países industrializados; mientras que en diciembre del 2015 se estableció el Acuerdo de París, primer acuerdo global legalmente vinculante en relación con el cambio climático que fijó el objetivo de limitar el calentamiento global por debajo de los 2 °C, e incluso desplegar esfuerzos para dejarlo en 1,5 °C.
En este sentido, es de vital importancia determinar la manera en que se producirá energía en los próximos años, la cual debe de involucrar el uso de un sistema de producción energético confiable, asequible y con un mínimo de emisiones de Dióxido de Carbono (CO₂), principal agente causante de los cambios en el medio ambiente.
Las Energías Renovables, al conformar fuentes de energía limpias, inagotables y libres de emisiones de CO₂, se convierten, de manera casi natural, en la alternativa para la producción de energía en el futuro, con mayor porcentaje de participación con respecto de otras fuentes de energía, toda vez que se están tornando tremendamente competitivas al presentar costes que evolucionan a la baja de forma sostenida. Están representadas principalmente por la energía hidráulica, solar, eólica, geotérmica, y biomasa.
La energía solar es la más abundante debido a que la velocidad con la que la tierra intercepta la energía solar es 10 000 veces superior a la velocidad con que la humanidad consume la energía. Las tecnologías solares convierten la luz solar en energía eléctrica, ya sea a través de paneles fotovoltaicos o espejos que concentran la radiación solar. El coste de los paneles solares ha venido disminuyendo en el tiempo, además de haber mejorado notablemente su vida útil que bordea los 30 años.
La energía eólica aprovecha la energía cinética del aire para mover enormes rotores y turbinas, que pueden instalarse tanto en la superficie terrestre como en alta mar. Esta energía tiene un potencial muy grande aun cuando las velocidades promedio del viento varíen marcadamente con la ubicación y además se tengan que colocar en lugares muy remotos.
La energía geotérmica utiliza la energía térmica del interior de la tierra, de manera que su obtención involucra un detallado estudio de las rocas en los niveles inferiores de la litosfera y a su vez de la actividad volcánica asociada a estas regiones para producir depósitos hidrotermales con adecuada temperatura y permeabilidad. Es necesario contar con una planta en superficie para generar electricidad a través del uso de los fluidos a varias temperaturas. Esta tecnología ha probado ser confiable y se desarrolla hace más de 100 años.
La energía hidráulica utiliza la fuerza del movimiento del agua y genera electricidad a través de las centrales hidroeléctricas, donde se aprovecha el desnivel en la topografía por donde discurren los ríos y embalses. Representa la mayor fuente de energía renovable para la generación de electricidad.
En el Perú, existe el Decreto Legislativo de promoción de la inversión para la generación de electricidad con el uso de energías renovables (Recursos Energéticos Renovables – RER), publicado en el diario oficial, el peruano en el año 2008, e implica fomentar la diversificación de la matriz energética, constituyendo un avance hacia una política de seguridad energética y de protección del medio ambiente.