Por Stakeholders

Lectura de:

Cecilia Flores
Presidenta de WomenCeo Perú y Presidenta
ejecutiva del Instituto Peruano de Empresas y
Derechos Humanos

Este año, el lema de ONU Mujeres para el 8 de marzo del 2023 es “Por un mundo digital inclusivo: innovación y tecnología para la igualdad de género” y sin duda es un potente y relevante objetivo. 

Según una reciente conferencia organizada por WomenCeo Perú, la Plataforma de Directores Perú en alianza con ESADE Business School para promocionar el primero y único Programa de Certificación de Directoras, Women Board Member Program que comienza en abril, la profesora Idoia de Paz, bajo el título “the Future is Know: claves para entender los principales cambios en el lugar de trabajo”, señaló que había 4 tendencias en el mundo del trabajo: (1) la Aceleración tecnológica (2) la Globalización (3) la Sostenibilidad y (4) la Transición demográfica. 

Estas tendencias deben ser consideradas por todo profesional que desea crecer en su carrera y con mayor razón si quiere acceder a cargos de responsabilidad y liderazgo. El primero nos lleva al lema bandera de este año y, por tanto, la pregunta surge sola: si la aceleración tecnológica y por ende el uso de las herramientas virtuales es tan relevante, ¿cómo está la brecha digital de género en el Perú? Según el informe “Estamos conectadas?”, publicado por Marieliv Flores y Denisse Albonoz para la World Wide Web Foundation, tenemos una brecha del 44% entre mujeres y hombres, lo cual, como bien señalan, representa grandes desafíos, en particular cuando profundizamos la situación de mujeres del área rural / urbana, siendo el caso que aquellas mujeres que hablan lenguas indígenas y que, por ende, se encuentran en zonas rurales, solo el 13.7% tienen acceso a internet mientras que quienes estamos en área urbana accedemos en un 54.8%. 

Esto último confirma -junto con otros indicadores- que la situación de las mujeres sea en el ámbito urbano, rural y rural – indígena, requiere de urgente atención dadas las brechas socioeconómicas que existen entre las propias mujeres. De hecho, conforme lo señala el propio informe, “las mujeres se enfrentan a inequidades estructurales que no solo restringen su acceso a internet, sino también los motivos para usarla”. Dada la importancia que tiene el acceso a medios digitales para mayor conectividad en todo término (cultural, educativo, de oportunidades y más), se requiere fomentar la mayor participación de las mujeres en el uso no solo de nuevas tecnologías, así como en educación digital, poniendo especial énfasis en las graves brechas estructurales urbano – rurales. 

Como consecuencia de lo señalado precedentemente, un aspecto que se destaca en la agenda de género, es la necesidad de contar con más mujeres en carreras STEAM, porque son aquellas en donde el futuro del trabajo brindará más y mejores oportunidades. Según una investigación de CENTRUM PUCP “Factores que influyen en el ingreso, participación y desarrollo de las mujeres en carreras vinculadas a ciencias, tecnología e innovación en el Perú”, se demuestra que solo el 29.2% de estudiantes matriculados en carreras STEAM son mujeres, a pesar que representan el 50% en términos de estudios escolares y universitarios. Y no es cierto, como bien dice el informe, que a las niñas y adolescentes no les interesa el tema. El estudio destaca la experiencia en fase nacional de una feria escolar nacional de ciencia y tecnología denominada EUREKA, en donde casi el 60% de las finalistas eran mujeres. 

Queda claro que las brechas que existen, son una consecuencia de factores culturales y estructurales que hace que, aún ahora, exista una cuasi asignación de ciertas carreras “propiamente” para mujeres, lo cual se produce desde el hogar hasta en la sociedad en general. El mensaje que pareciera flotar en el ambiente podría ser: las mujeres tienen prioridades y no necesariamente están en ámbitos que se caracterizan de predominio masculino. 

Leerlo suena absurdo, ¿verdad? En efecto, lo es. Sin embargo, es la realidad de muchas niñas y adolescentes quienes vienen recibiendo mensajes, desde aquellos sutiles hasta aquellos directos marcados por el prejuicio, con múltiples “peros” o los clásicos “y si…”. Todos desestimulantes y comparativamente hablando, injustos al derecho que tiene toda persona a escoger la ruta que desee para encontrar la satisfacción en su vida profesional.







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