Luciano Barcellos
Director del Centro de Investigación para la
Sostenibilidad y la Innovación Social, Centrum PUCP.
Los efectos del cambio climático son una preocupación creciente, y la identificación de soluciones es una urgencia para el desarrollo sostenible. Investigadores refuerzan esta afirmación al evidenciar la incertidumbre ambiental en los últimos años debido al aumento de las temperaturas y sequías, incendios más frecuentes, reducción de agua disponible para el consumo humano, incremento de las precipitaciones intensas y de las inundaciones, reducción del rendimiento de los cultivos agrícolas y aumento del nivel del mar. Es probable que estas consecuencias se agraven en las próximas décadas, amplificando la migración debido al cambio climático, lo que acentuaría las tensiones sociales y económicas. Además, se prevé una crisis social con baja producción de alimentos. En este contexto, se ha añadido en los últimos años protestas en todo el mundo, exigiendo acciones más efectivas por parte de políticos para reducir el calentamiento global.
Otro estudio indicó que las catástrofes agravadas por el clima cuestan miles de millones a empresas e inversores. Los costes del capital natural fueron un 77% superiores a los ingresos netos de las principales empresas mundiales en 2019, y el 66% de estas empresas tendrán al menos un activo bajo alto riesgo físico en 2050. Por lo tanto, las empresas y los gobiernos tienen muy poco tiempo para reducir su exposición a los inevitables riesgos climáticos a los que se enfrenta el mundo. Efectivamente, el cambio climático es uno de los problemas más complejos a los que nos enfrentamos actualmente. Implica muchas dimensiones, como la ciencia, economía, sociedad, política y cuestiones morales y éticas, y es un problema global, que se siente a escala local, y que estará presente durante décadas y siglos.
En este contexto, la primera respuesta al cambio climático implica un enfoque doble con estrategias de mitigación y adaptación. En primer lugar, sería reducir las emisiones y estabilizar los niveles de gases de efecto invernadero que atrapan el calor en la atmósfera, con el uso de carros eléctricos, generación de energía por paneles solares, recuperación de bosques, entre otras. En segundo lugar, sería adaptarse al cambio climático, incluyendo estrategias como la construcción de infraestructuras para reducir los impactos de las inundaciones en ciudades, la creación de sistemas de alerta temprana de tempestades, optimización de los recursos hídricos y cambios a cultivos más resistentes al estiaje. Sin embargo, otros especialistas identificaron la necesidad de garantizar una transición climática justa y equitativa, incluyendo a los stakeholders en este proceso, considerando en este contexto, como los grupos que están siendo afectados por el cambio climático.
En esta línea, la segunda respuesta al cambio climático implica el involucramiento de diversos stakeholders, como son las comunidades indígenas y marginadas en la planificación y ejecución de la adaptación. Ellos poseen conocimientos y prácticas tradicionales se aplican directamente a cuestiones como la seguridad alimentaria, el uso del agua y la previsión del clima . La participación de la sociedad también será fundamental en la construcción de propuestas e implementación de estrategias para el cambio climático, como el reciclaje, uso consciente de energía y agua. Por otra parte, el apoyo colectivo de la sociedad impulsa la voluntad política. Las empresas poseen una responsabilidad en reducir las emisiones en sus operaciones y minimizar los impactos sobre los recursos naturales. En este caso, se recomienda una producción más limpia, y la inclusión del concepto Innovability como modelo de negocios para alcanzar una mayor competitividad a través de prácticas sostenibles. Además, las instituciones financieras e inversionistas pueden presionar a las empresas a cambiar, y a los gobiernos en incentivar la economía sostenible. En resumen, el rol de los stakeholders es clave como respuesta al cambio climático.