Por Stakeholders

Lectura de:

Hans Rothgiesser
Miembro del Consejo Consultivo Stakeholders

¿Cuántas veces hemos creído que estamos siendo muy astutos reduciendo costos de alguna manera que después resulta que no es sostenible? ¿Cuántas veces hemos descubierto, después de meses o incluso años de estar haciendo las cosas de una manera, que un cambio es urgente o nos exponemos al desastre? Esto le sucedió al actor británico Hugh Grant. Hoy en día es un actor consagrado, que ha ganado premios como el Golden Globe o el Bafta. Pero cuando recién comenzó, no estaba seguro de que la actuación fuese lo suyo. Fue por eso por lo que ni siquiera se molestó en conseguir un agente que lo represente -algo que es indispensable si es que quieres conseguir papeles en la industria del cine en Estados Unidos o en el Reino Unido-. Él tenía para representarlo a James Howe Ealy, que en realidad era él mismo actuando de agente. 

Grant hacía esto por varias razones. Primero, porque inicialmente no creía que la actuación terminaría siendo su vida, así que no consideró necesario conseguir un agente de verdad. Estaba jugando a la estrella de cine. Segundo, porque le parecía divertido burlarse de la estructura de la industria de esta manera. Y tercero, porque le permitía ahorrar “una fortuna”, como lo comenta en entrevistas. Un agente se lleva entre 10% y 20% de lo que un actor cobra. Después de la taquillera « Four weddings and a funeral», que lo lanzó a la fama, Grant estaba cobrando varios miles por cada papel. Y los productores lo llamaban sin necesidad de estarlos persiguiendo, que es básicamente por lo que un agente cobra ese porcentaje. Para Grant fue una decisión bastante práctica. 

No obstante, después de un tiempo surgió el problema que solo un verdadero agente podía solucionar. Los papeles que le ofrecían espontáneamente a Hugh Grant se parecían y él corría el riesgo de ser encasillado: Nine months en 1995, Notting Hill en 1999, Bridget Jones’s Diary en 2001. Es decir, que se quedará atorado en el mismo tipo de película por el resto de su carrera. Necesitaba de un agente de verdad que saliera a buscar otras oportunidades y que consiguiera alternativas. Recién en el año 2012 y con agente que lo representara pudo conseguir papeles en los cuales el actor es irreconocible. 

Por ejemplo, ¿cuántos reconocen la voz de Grant como el capitán pirata en The pirates in an adventure with scientists o el jefe de la tribu caníbal en Cloud Atlas también ese año. Si bien sigue haciendo comedias románticas ocasionales, su prestigio como actor se consolidó. Esto es lo que pasa cuando entiendes que ahorrar en contratar personal no siempre es sostenible a largo plazo. Que a veces parece como que estás ahorrando y que gastar no aporta a tu operación. 

La toma responsable de esa decisión se puede remontar a Ronald Coase, que lo formalizó en lo que hoy conocemos como el Teorema de Coase. Hay formas de organizarnos que traen más eficiencia a la empresa e incluso a la sociedad. Que el mantenimiento de un parque lo haga la municipalidad y no cada vecino por iniciativa propia, por ejemplo, tiene sentido económico. Así como Grant pudo ser su propio agente por un tiempo, pero después de unos años tuvo que aceptar tener uno porque le generaba mayor retorno que lo que le costaba, nosotros como sociedad tenemos que aceptar que dejar de gastar en algunas cosas o gastar excesivamente en otras no nos conviene. Para esto tenemos que ser más técnicos, escuchar más a los expertos y ya no dejarnos llevar por las pasiones políticas del momento. Solamente así obtendremos en el futuro un modelo de desarrollo sostenible.







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