Manuel Carpio Rivero
Profesor de Pacífico Business School
Las siglas ASG provienen de la traducción del acrónimo en inglés ESG (Environmental, Social and Governance). Hacen referencia a la necesidad de las organizaciones en ponerle foco y relevancia a tres dimensiones altamente exigidas por la sociedad en su conjunto; (i) Gestión sobre el impacto en el medio ambiente; (ii) Gestión sobre la responsabilidad sobre la sociedad, particularmente las poblaciones más vulnerables y excluidas; (iii) Sobre la transparencia y ética al generar negocios.
Ello se complementa y relaciona con la consciencia de diversos actores del mercado en cautelar y exigir que las inversiones financieras que realizan las organizaciones o los instrumentos financieros que ofrecen no se limiten a la rentabilidad que generan los mismos, sino además al impacto que consiguen en el desarrollo de una sociedad más balanceada en términos de distribución de recursos y calidad de vida.
Ambos conceptos hoy en día son sumamente críticos para que las empresas puedan sostenerse en el tiempo. Ello debido a que los consumidores, sobre todo las generaciones nuevas (Millennials y X) son mucho más conscientes de la obligación y deber moral que tenemos en cuidar nuestro entorno. En ese sentido la exigencia a las organizaciones será cada vez mayor y ciertamente marcará la diferencia entre adquirir un producto o servicio, o no.
De igual manera, la selectividad en ingresar a trabajar en una organización u otra estará influenciada por el grado de responsabilidad y “accountability” de las organizaciones con el entorno donde operan y con sus trabajadores. En un mercado laboral donde el talento es escaso, las empresas no sólo están obligadas a mostrar su mejor rostro para atraerlos; el desafío mayor estará en la retención del talento y para ello tendrán que ser consecuentes en materializar los criterios ASG; vale decir, llevarlos a la práctica y mantenerlos en el tiempo.
La trayectoria y reputación de los líderes en las organizaciones no es ajena a los criterios ASG y las finanzas sostenibles. Hoy en día existe una escrupulosa atención a quienes lideran las organizaciones y los directorios que las conforman. Ejecutivos, incluidos los accionistas, envueltos en malas prácticas, corrupción, trato hostil a sus colaboradores e indiferencia social no tendrán cabida en un mundo donde exige todo lo contrario. No es suficiente compartir en las redes sociales eventos solidarios ni banderas de colores. Se necesita coherencia entre lo que pienso y manifiesto como organización, y lo que hago en la realidad. Lo contrario genera desconfianza y poca credibilidad que más temprano que tarde sale a relucir.
Todo lo mencionado líneas arriba implica un cambio de modelo y de mindset; de un modelo enfocado principalmente en maximizar el retorno de la inversión del accionista a uno donde el retorno es más abarcativo e incluye a los diferentes Stakeholders (hago énfasis en las poblaciones más frágiles y vulnerables).
La historia en el Perú nos ha demostrado, y nos sigue demostrando a través de los diferentes conflictos sociales, desafíos económicos y mediocridad política, la necesidad de transformar y fortalecer las diferentes organizaciones, tanto públicas o privadas. Los criterios ASG parecen ser un fuerte contribuyendo para ello.