Jorge Melo Vega
Presidente de Responde
El mundo de la sostenibilidad tiene mayor relevancia a partir de la popularización del concepto ESG, que proviene de las siglas en inglés para la gestión ambiental, social y de gobierno de las empresas. No es únicamente una traslación mecánica de un concepto por el otro, sino que en la propuesta ESG adquiere un especial protagonismo el inversionista, quien tiene una mayor influencia en la empresa para exigir una gestión con indicadores en sostenibilidad muy sólidos y reivindica que estos temas formen parte de la agenda de los directorios.
Los mayores accionistas de las empresas que cotizan en las bolsas de valores a nivel global son los fondos de inversión, instituciones que reúnen los ahorros de los ciudadanos de todo el mundo y, sobre todo, gestionan los aportes de los trabajadores a sus fondos de pensiones. Es en ese escenario en el que aparece nuestro personaje. Resulta que el fondo de inversión más grande del mundo es BlackRock. Este fondo cuenta con más de 9 000 billones de dólares, monto que supera a la suma de los PBI de Japón (tercera economía) y Alemania (cuarta economía) juntos, esto es que BlackRock tiene recursos que equivalen a la tercera economía del mundo, solo después de EE.UU. y China. Esa es la magnitud de este fondo y la influencia que puede ejercer su CEO y fundador Larry Fink, un personaje que viene transformando las prioridades en la gestión de las 16 000 empresas en las que participa su fondo y que resultan el referente para el resto del sector empresarial.
Larry Fink es una persona que rompe el molde del estereotipo del gran empresario y es un militante y claro exponente en la dimensión empresarial respecto al cambio climático. Su mensaje no agrada a muchos políticos en EE.UU. porque consideran que las directivas que dicta en las empresas en las que tiene injerencia, es antiamericana en la medida que es un defensor de la descarbonificación y exige a sus gestores indicadores de cumplimiento ambiental y la reducción de los GEI en dichas empresas. Se han presentado iniciativas de ley en el Congreso americano que obligan a los asesores de inversiones que den prioridad a la rentabilidad financiera sobre los objetivos medioambientales.
Lo interesante en nuestro personaje es que el objetivo de su negocio es ganar dinero y en ello radica su éxito que ha conseguido el tamaño de los fondos que maneja: pero esa ganancia no es a cualquier precio. En una de sus célebres cartas anuales que dirige a los directivos de las principales empresas en las que BlackRock participa dijo:
“Los beneficios no son, en ningún caso, incompatibles con el propósito: de hecho, los beneficios y el propósito van de la mano de forma indisoluble (…). El propósito constituye una razón de ser fundamental de las empresas: lo que hacen cada día para generar valor para sus partes interesadas”.
Su otra gran preocupación es lo que viene ocurriendo con los sistemas previsionales alrededor del mundo, justo un tema que también está en la agenda de la sostenibilidad en Perú. Fink señala que el mayor problema en torno a la jubilación es que no hay aportaciones suficientes: “En el mundo hay menos esperanza porque cada vez más gente se aproxima a la jubilación y no tiene ahorros”. Lo dice el mayor gestor de fondos de pensiones en el mundo. Cambio climático y agenda previsional son dos de sus grandes preocupaciones centrales, que también coinciden con nuestra agenda de sostenibilidad en Perú.