Bernardo Kliksberg
Asesor de diversos organismos internacionales
Los océanos son absolutamente vitales para la humanidad. El 50% del oxígeno que respiramos se debe a ellos. Son un gran absorbedor del más venenoso de los gases invernadero, el dióxido de carbono, que está haciendo aumentar a diario el calentamiento global, atacando radicalmente los equilibrios climáticos. Si no fuera por los océanos, la escalada de ascenso de la temperatura de la tierra que se ha producido en las últimas décadas, sería todavía mucho más grave. Estamos cerca del incremento del 1.5% sobre la temperatura promedio previa a la revolución industrial, umbral después del cual los desajustes climáticos pueden ser desastrosos. Los océanos y los bosques y selvas han sido claves con sus capacidades de absorción de los gases tóxicos generados por la industria de combustibles fósiles, en obstruir el avance acelerado hacia dicho umbral.
Por otra parte, los ecosistemas de los océanos son la base de la biodiversidad, y sus subsuelos son riquísimos en recursos genéticos.
2/3 de los océanos están en aguas que no pertenecen a ningún país. Dichas aguas ocupan 230 millones de km2. Más que la superficie de todos los continentes juntos.
Sin embargo, solo el 1.2% de las aguas internacionales están protegidas. Ello las deja indefensas frente a actividades depredadoras, como la sobrepesca, la pesca ilegal, y la explotación minera, para apropiarse de las valiosísimas materias primas que hay en su interior. La ofensiva, sin control de intereses económicos para enriquecerse a su costa, está poniendo en peligro la supervivencia de especies, y destruyendo equilibrios fundamentales.
Propuestas de cambio
Termina de producirse un avance trascendental. Se celebró en New York, organizada por la ONU, la Conferencia Internacional de Biodiversidad Marina de áreas fuera de la jurisdicción marina. Después de 20 años de negociaciones infructuosas, los países llegaron a un acuerdo de defensa y protección de amplias proporciones.
El acuerdo sobre las aguas internacionales impulsa la creación de reservaciones que cuiden la vida marina en todas sus expresiones. “Es preservar uno de los patrimonios más importantes de la humanidad para las generaciones futuras… Los océanos están en la línea frontal de la lucha por la conservación de la biodiversidad y por la naturaleza”, señaló el Secretario General de la ONU, António Guterres.
Por otra parte, influyen fuertemente en calidad de la salud colectiva.
El Acuerdo se propone, asimismo, tener bajo protección el 30% de las aguas oceánicas libres para el 2030. Entre otros aspectos, se prohibirán las operaciones de sobrepesca que llevan adelante flotas en su mayoría financiadas por empresas de países ricos. También vedará la multitudinaria pesca ilegal, e impedirá la extinción de especies pesqueras que están alimentando a millones de personas. También se impedirá la explotación “pirata” de los múltiples recursos genéticos del mar.
Se dirige, como lo hace Costa Rica a nivel local, a establecer “santuarios” para la tuna, los delfines, las ballenas azules, las tortugas marinas y otras especies de alta relevancia.
En otra reunión paralela, “Nuestros Océanos”, realizada en Panamá, los países adoptaron 341 compromisos para proteger la vida marina. Entre ellos, Panamá anunció que protegerá el 54% de sus aguas internacionales, y Ecuador, que designará reserva marina a 8 millas de sus costas. Otros se refieren a otras áreas marinas de gran potencial como “el agujero azul” cercano a la Patagonia Argentina, de gran potencial, y las cordilleras submarinas de Nazca en Chile.
Los océanos en alta mar, tierra de nadie, actualmente deben defenderse activamente, y el acuerdo universal logrado es una buena noticia para un futuro tan complejo y difícil como el que se avizora para el planeta en biodiversidad y cambio climático.