Bernardo Kliksberg
Asesor de diversos organismos internacionales.
El Amazonas es el pulmón de planeta. Es decisivo para el equilibrio ecológico mundial. Absorbe medio billón de toneladas de dióxido de carbono anuales. Sin su aporte, el calentamiento global podría traspasar el catastrófico 2% de aumento de la temperatura sobre los niveles preindustriales.
¿Cuál es la magnitud y la situación de la concentración de selvas tropicales más importante del orbe?
Una visita rápida al Amazonas
Su extensión equivale a la de todo el territorio de USA. Es un laberinto de miles de ríos. Contiene el río más largo de todo el planeta. Vuelca en el océano la quinta parte de toda el agua fresca existente en el mundo. Tiene 400 millones de árboles, entre ellos muchos de los más antiguos. Genera 45% de sus propias lluvias.
La deforestación creció en un 60% durante la era de Bolsonaro. El Gobierno minimizó los presupuestos ambientales, quitó toda protección a las poblaciones indígenas, abrió las puertas a la minería ilegal, que fue factor central en la destrucción de bosques. También fue acompañada de intereses económicos que deseaban quedarse con las tierras para dedicarlas a explotaciones sojeras, y vacunas.
Se multiplicaron los incendios y la hipertala para “liberar” la tierra. Las lluvias internas disminuyeron sobremanera. Antes se producía una supersequía por siglo. Desde 1998 hubo cinco. La Amazonia del Este perdió el 30% de su foresta.
La aniquilación de árboles y selvas llevó a la desertificación. Científicos líderes coinciden que de no frenarse el Amazonas puede llegar a transformarse en una Sabana. La pérdida de lluvias, bosques y selvas, generada en el Amazonas, afecta a muchísimos países por su incidencia en la ecología mundial. Los impactos se sienten desde la Argentina hasta EE. UU.
Perspectivas
Se está produciendo con las agresiones “al pulmón”, y la violación de las zonas protegidas, un fenómeno temible. La combustión de árboles y selvas genera dióxido de carbono en gran escala que envenena la atmósfera. Su volumen comienza a ser mayor que la capacidad de absorción.
Al interior del daño al hábitat hay también pérdidas muy importantes de biodiversidad. Especies animales y vegetales que habían construido su modo de vida en la forestal, se ven obligadas a huir, o pierden viabilidad. En general, muchos ecosistemas tienden a desequilibrarse y perder su resiliencia.
Se está dando, asimismo, una grave tragedia humana. Las reservaciones indígenas eran las áreas que mejor cuidaban al Amazonas. Sus habitantes originales sabían cómo hacerlo, y amaban la selva. En estos días el nuevo Gobierno declaró en emergencia la mayor de ellas, la Yanomami, con más de 30 000 miembros. Se produjo una epidemia de muertes y dolencias agudas de niños, con una causal central, la desnutrición. Entre otros factores, los mineros ilegales que invadieron territorios alentados por el Gobierno anterior (se estiman en 20 000) llenaron los ríos de mercurio, dañaron fuentes de alimentación fundamentales, trajeron la malaria, y otras enfermedades. La administración dejó indefensos a los indígenas. Murieron 753 en un breve periodo.
Es prioritario ayudar al Gobierno y la ciudadanía brasilera en el rescate del Amazonas. Es uno de los mayores desafíos ecológicos que tiene la humanidad por delante. Ya países como Francia, Noruega y Suecia están creando fondos especiales, y otros países avanzados en tecnología medioambiental, como Costa Rica e Israel, están concibiendo programas especiales. La ONU y la Unión Europea han felicitado las medidas iniciales del nuevo Gobierno, como crear un Ministerio del Medio Ambiente y otro de Población Indígena a cargo de reconocidas luchadoras ecológicas, y prohibir nuevas deforestaciones, y la minería ilegal. El tiempo apremia para sumar esfuerzos colectivos antes de que la situación siga empeorando.