Por: Maricarmen Ortega Guerrero, Consultora Sr. de proyectos en APOYO Comunicación
La urbanización en América Latina se viene dando a pasos agigantados. Según las proyecciones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para el año 2050, el 70% de la población mundial vivirá en ciudades. Para que estas sean inclusivas, seguras y sostenibles, deberían construirse en torno a la dinámica de las personas que habitan en ellas. Las empresas también colaboran en esta construcción mediante las relaciones que establecen con sus públicos de entornos urbanos.
Las relaciones con comunidades, autoridades y otros públicos exige enfoques de gestión más transparentes y estratégicos, no solo para aportar en el desarrollo de ciudades sostenibles sino para prevenir conflictos y aprovechar oportunidades. Las ciudades latinoamericanas producen 30% del PIB de la región, según el BID. Para mantener este porcentaje y seguir fomentando el crecimiento, es importante generar espacios de participación vecinal.
Gestionar correctamente el entorno vecinal agrega valor para los negocios. Existen herramientas y metodologías para lograr una gestión efectiva y eficiente de los vínculos con las comunidades, ya sea en una etapa temprana de prevención como en una etapa de crisis. Esto revela el interés de la empresa por entender los distintos puntos de vista de sus vecinos y promover el diálogo y comprensión cuando se requiera.
Hay tres momentos clave en la gestión vecinal que nos permitirá generar relaciones constructivas con nuestras comunidades. La primera es la delimitación del área de influencia social del proyecto y el análisis estratégico del entorno, con el cual se identifica actores clave y primeras percepciones de la comunidad. Desde ese momento ya se pueden tomar decisiones para superar dificultades y aprovechar oportunidades.
Como segundo momento, el desarrollo de canales de comunicación bi-direccionales permitirá gestionar posibles riesgos sociales. Además, el desarrollo de iniciativas y programas de apoyo a las necesidades del entorno, pero que a la vez tenga calce estratégico con los objetivos del negocio, permitirá fortalecer relaciones. Las herramientas de intervención en este caso pueden ir desde diálogos vecinales, talleres informativos y participativos y utilizando herramientas digitales como el Social listening.
Finalmente, la permanente intermediación. Establecer un canal constante de comunicación entre la empresa y la zona de influencia directa, que monitoree el vecindario, permitirá analizar todos los escenarios, buenos y malos, detectar posibles crisis y oportunidades. De esta manera, los negocios aportan al desarrollo de los territorios de los cuales forman parte.Michael E. Porter y Marcos R. Kramer hablan de la “Creación de valor compartido” en su artículo publicado en Harvard Business Review de 2011. Proponen que el acompañamiento estratégico debe tener dos frentes de intervención: iniciativas corporativas con enfoque vecinal y gestión de canales de comunicación que generen vínculo constructivo con comunidades.