Rodrigo Salcedo
Especialista Senior en Economía Ambiental y
Desarrollo Rural Sostenible
En el año 2009, un grupo de científicos liderado por Johan Rockström y Will Steffen establecieron un marco conceptual en el que se vinculan 9 procesos que se desarrollan en el planeta y que, debido a la actividad humana, están generando perturbaciones significativas a los sistemas planetarios, colocando al planeta en riesgo de sufrir cambios abruptos en el clima y el desarrollo de funciones esenciales para la vida. Desde la publicación del primer artículo en el año 2009, numerosos científicos han contribuido significativamente a la generación de información y a la medición de los factores relacionados a los nueve procesos relevantes, intentando determinar su estado y el momento en cual se crucen ciertos límites o umbrales. El marco conceptual, denominado “Los límites del planeta” (Planetary Boundaries en inglés) establece que “cruzar algún límite puede ser catastrófico para el planeta debido al riesgo de cruzar umbrales que inicien procesos irreversibles de cambios abruptos en el clima con consecuencias a nivel continental e inclusive a nivel mundial”. En el año 2021 se estrenó un documental presentado por David Attenborough y el mismo Rockström en donde se presentan dichos límites.
Los nueve procesos que caracterizan el sistema planetario son: i) cambio climático; ii) integridad de la biósfera (que incluye diversidad genética y funcional); iii) cambios en el sistema del uso de la tierra; iv) uso de agua dulce; v) flujo de sustancias bioquímicas (que incluye el flujo de fósforo y nitrógeno); vi) acidificación de los océanos; vii) emisión de aerosoles a la atmósfera; viii) reducción del ozono estratosférico; ix) incorporación de nuevas entidades (que incluye elementos creados por los humanos, como microplásticos, organismos genéticos modificados, materiales radioactivos, entre otros). Estos nueve procesos se encuentran interconectados y se refuerzan mostrando interacciones complejas en donde pueden existir puntos de no retorno.
De acuerdo con la evidencia existente, nos encontramos operando fuera de los límites en cinco procesos: cambio climático; integridad de la biósfera (en diversidad genética); cambios en el sistema del uso de la tierra; flujo de sustancias bioquímicas (flujos de fósforo y nitrógeno) e incorporación de nuevas entidades. El hecho de cruzar dichos límites afecta considerablemente el desarrollo de otros procesos en los cuales aún no se han cruzado límites (por ejemplo, el cambio de uso de la tierra afecta la provisión de agua dulce), incrementando el riesgo de cruzar puntos de no retorno en otros procesos. De continuar esta tendencia, entraríamos definitivamente a la era del Antropoceno, una nueva era geológica propuesta (posterior al Holoceno) que se caracteriza por el impacto de las actividades humanas en la transformación del planeta y sus ecosistemas.
En ese sentido, nos encontramos en un momento en donde debemos tomar decisiones y actuar para revertir los procesos antes mencionados antes de que sea muy tarde. Esto exige que se actúe de forma coordinada a nivel mundial, nacional, regional y local. Las acciones que se deben desarrollar en el país, no sólo aquellas relacionadas con adaptación y mitigación del cambio climático, sino también aquellas que buscan asegurar la gestión eficiente del agua dulce, evitar la pérdida de bosque y la degradación de suelos, la reducción de la contaminación del aire y el agua y evitar la degradación de los ecosistemas marinos, por mencionar sólo algunos ámbitos de acción, se deben implementar de manera coordinada, con un enfoque territorial e integral en donde participen múltiples actores con roles bien definidos. La coordinación de actores públicos y privados es necesaria, pero la participación de actores en el territorio, como los pueblos originarios y pequeños agricultores, es fundamental. Asimismo, es clave el diseño de intervenciones basadas en evidencia. Existen muchos estudios desarrollados en los últimos diez años que verifican la efectividad de diversas intervenciones que podrían desarrollarse en el país con ajustes necesarios para adecuarlos a la realidad nacional. Asimismo, debemos fomentar el diseño de instrumentos financieros para la conservación de ecosistemas innovadores que logren incorporar a actores que usualmente son excluidos, como los pequeños productores, pequeños pescadores y pueblos indígenas. Finalmente, no será posible monitorear el estado de ecosistemas y sustentar el éxito de intervenciones si no se cuenta con sistemas de monitoreo articulados y públicamente disponibles para la toma de decisiones de los actores relevantes en el territorio. Nuestro planeta está en riesgo debido a nuestras acciones y debemos actuar todos para no perderlo y no perdernos con él.