Por Stakeholders

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Por: Luisa Mariana Pulido
Vicepresidente Ejecutivo de la Fundación Eugenio Mendoza


Vivimos un tiempo dinámico, un nuevo tiempo con nuevas velocidades que han permitido que las nociones ya no sean conceptos anquilosados, como pasaba en el siglo XX, sino factores capaces de ser replanteados y, con eso, evolucionar. Un ejemplo es la noción que tenemos hoy de la Innovación Social. Aquello que hace unas décadas formaba parte de manuales de ciencias sociales, hoy se entiende como la transformación generada a partir de proyectos y prácticas multidisciplinarias que resultan novedosos en el funcionamiento social.

Ya no se trata de un modelo cerrado y asistencial, sino de un proceso que amerita de un tipo colaboración que, al mismo tiempo, demanda la co-creación entre entes de gobierno, el sector privado y aquellos filántropos y emprendedores que se apropian de una iniciativa para aportar soluciones a unas necesidades que también son definidas mediante la participación de todos los factores de nuestra sociedad.

Si algo determina el ritmo de este nuevo tiempo, dinámico y mutante, es la aplicación de la tecnología en la transformación que define hoy a la innovación social. ¿Cómo aprovechar esa determinación a nuestro favor?

  1. Involucrarse: involucrarse resulta clave. Si bien la tecnología es una herramienta con inmensa capacidad masificadora y un enorme potencial para generar transformaciones económicas, sociales y culturales que deriven en una mejor calidad de vida para todas las personas, somos nosotros quienes debemos estar atentos a qué tipo de problemas necesitamos resolver y cuál es la tecnología disponible. Y eso sólo se logra estando involucrado. La tecnología necesaria para fortalecer los proyectos no llegará por sí sola. Es fundamental entender cómo se están abordando en el mundo los temas que nos importan, para poder identificar las necesidades y las oportunidades reales.

De nada servirá incorporar la tecnología en todas las aristas de los modelos (preparación, ejecución, difusión) si antes no hemos determinado los resultados que queremos obtener, sus tiempos precisos en el tiempo real, los procesos que deseamos facilitar, las estrategias que se apoyarán en la tecnología o la manera de registrar la ampliación del impacto que se desea alcanzar.

  1. Acercarse: cuando se pretende innovar, hay que tener cuidado de no caer en el espejismo de que una sola idea grande servirá para todo. Es necesario medir el alcance de cada una de las partes que componen esa idea como un sistema dinámico que va a evolucionar y cambiar, porque es su naturaleza. Sólo entonces las ideas se convierten en soluciones y las soluciones en innovación. Y la tecnología entra aquí para poder hacer escalar la experiencia y permitirle un verdadero alcance con impacto: para vigilar los procesos, para registrar los avances, para difundir los logros.
Luisa Mariana Pulido – Vicepresidente Ejecutivo de la Fundación Eugenio Mendoza

Sin embargo, antes de todo esto es indispensable tener los objetivos claros, y la consciencia de que será necesario adaptarse a distintas audiencias. Aun así, antes de involucrar a la tecnología debo entender cuáles sectores quiero involucrar, para qué los necesito a cada uno y cómo contribuyen al proceso. No hacerlo puede llevarnos a escoger una tecnología basada en modas o en prestigio y no en nuestra singularidad y nuestras necesidades.

Nuestro alcance depende de usar la tecnología adecuada para lo que deseamos resolver, no de formar parte de las tendencias. Lo primero permite innovar, lo segundo nos quita tiempo y presupuesto valioso.

Entendido esto, toca atender la preparación, buscar la información disponible y relevante que permita tomar decisiones en tiempo real, además de conocer los aciertos y aprendizajes previos que se puedan ajustar a nuestra propuesta. Ya en la ejecución, atendidos todos estos puntos previos, se puede pasar a buscar las aplicaciones y desarrollos de sistemas que se ajusten a las necesidades, sin olvidar que es necesario incorporar una manera de hacer control y seguimiento de los procesos y resultados. 3. Conectarse: mantenerse conectado, saber lo que nuestra comunidad necesita, sin olvidar hacerles saber cuáles son los intereses particulares en nuestra área de atención, es lo que permitirá mantener la conexión permanente. Esta colaboración es esencial, porque sin esto es imposible que nuestros equipos puedan conectarse con las necesidades para así buscar soluciones viables con mayor posibilidad de éxito. Y esto también incluye a la tecnología.

Existe la posibilidad de difundir nuestras acciones en las plataformas existentes, pero es necesario formar a las comunidades en ese lenguaje y en su potencial transformación. No se trata de entrar en las redes sociales para «pertenecer» o porque «es impensable no estar allí», sino de aprender cómo puedo hacer que muchos más se interesen en eso que me pertenece, en aquello de lo que formamos parte.

Estar conectados también permitirá plantear dudas y conseguir respuestas en quienes han pasado situaciones similares o conocen herramientas que puedan sernos útiles. Es una realidad actual, y en constante evolución, que estar conectados exige involucrarse y saber aprovechar lo que resulta útil para sumar. Se trata de usar la tecnología para acortar distancias, acelerar aprendizajes, alcanzar y difundir aciertos, más la posibilidad de llevar registro de los procesos y contribuir con la adaptación.

Al asumir la manera de acelerar la rapidez de la información y su alcance, además de la responsabilidad que tenemos en mejorar los tiempos de respuesta y conectar gente, será posible emplear la tecnología para acercar, unir, sumar fuerzas para solucionar problemas que pueden abordarse de diferentes maneras con la tecnología conoces, la que no conoces, pero existe y la que aún no existe, pero tus necesidades pueden ayudar a crear.







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