Por Stakeholders

Lectura de:

Florencio Portocarrero
Investigador y candidato a doctor en gerencia por la Universidad de California


Nadie duda del poder de la educación como herramienta para reducir la pobreza y para promover el desarrollo sostenible de las sociedades. Asegurar acceso a educación de calidad es tan importante para el desarrollo social que la ONU lo considera el cuarto objetivo de su Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, únicamente después de las metas asociadas a pobreza, alimentación y salud. Si bien en los últimos años el Perú ha mostrado avances importantes en el sector educativo, gracias a la relativa continuidad de ciertas políticas públicas en el sector, aún nos falta muchísimo por hacer. Además, si bien promover un acceso masivo y equitativo a educación de calidad es parte del rol del Estado, no podemos seguir esperando que el Estado, sin colaboración del resto de la sociedad, solucione los problemas educativos de nuestro país. Es más, probablemente estemos muchos convencidos de que el Estado peruano no tiene la capacidad ni los recursos necesarios para afrontar y solucionar todas las brechas educativas.

Si bien la educación es el principal rubro de acción de los programas de responsabilidad social empresarial (RSE), la mayoría son aislados, y no impactan sistemáticamente los problemas del sector educativo del país. En este contexto, las empresas tienen la oportunidad de cumplir un rol crucial, junto al Estado y la sociedad civil, en aplacar las brechas existentes en la educación en el Perú. Para que esto suceda, se tienen que generar sinergias intersectoriales que complementen y potencien las capacidades de los actores de cada sector de la sociedad. En el sector privado, las empresas tienen capacidades organizacionales únicas asociadas a su giro de negocio, capacidades que en la gran mayoría de casos no son compartidas ni por el Estado ni por organizaciones de la sociedad civil. Estas capacidades organizacionales pueden ser parcialmente dirigidas a la generación e implementación de soluciones sostenibles de ciertos problemas del sector educativo, originando así una RSE más efectiva y alineada al core de las empresas.

Por ejemplo, en el Perú no tenemos (a nivel estatal) ningún programa integral de financiamiento de educación superior. Si un joven quiere estudiar el pregrado en una universidad privada y su familia no tiene recursos financieros, este joven no podrá hacerlo a menos que gane una de las pocas becas integrales que se ofrecen en el país. Es aquí donde los bancos, con sus capacidades organizacionales en financiamiento de personas, podrían ayudar a desarrollar una solución sostenible. El área de RSE del BCP maneja un programa de créditos educativos que podría servir de base para explorar posibles soluciones eficientes. Desafortunadamente, ni el BCP ni ningún otro banco trabajando sólo podrá acercarse a solucionar el problema de financiamiento de educación superior en el Perú, ni es su deber hacerlo. Este es un esfuerzo que debe ser liderado por el Estado, y que sería potenciado si se aliaran en colaboración el sector privado y civil.

En la actualidad, Pronabec está trabajando en un nuevo programa de Crédito Educativo que se dirigirá a “talentos de alto rendimiento académico y escasos recursos económicos” que no pudieron ganarse una beca para sus estudios superiores. Es aquí donde el Estado, a través de Pronabec y el Ministerio de Educación, debe desempeñar un rol de liderazgo, orientando el conjunto de esfuerzos de RSE dirigidos a este problema, en una misma dirección, y con una estrategia de mediano aliento. Los bancos podrían, por ejemplo, colaborar con una administración eficiente de los fondos disponibles. Las universidades privadas podrían colaborar con becas completas o parciales (la Universidad de Piura maneja un programa de becas ejemplar), o escalas de pagos subsidiadas, que permitan maximizar el número de jóvenes accediendo a financiamiento. Además, las universidades podrían desarrollar iniciativas para promover la inclusión de los beneficiarios de los programas integrales de becas y créditos.

Sin la intervención del Estado será más difícil para empresas implementar iniciativas y programas de RSE que puedan aminorar las brechas de nuestro sistema educativo. Aun así, todos y cada uno de los esfuerzos de RSE suman, ayudan a generar momentum, sensibilizan a otros miembros de las empresas y otros stakeholders, tienen el potencial para cambiar la vida de sus beneficiarios, y son indicativos para el Estado de la importancia de la educación para la sociedad en general.







Continúa con tu red social preferida

Al continuar serás un suscriptor gratuito

O continúa tu correo.

Escriba su correo electrónico con el que se suscribió para acceder

Suscríbete

Ya me suscribí.