Sand mining industry, sand mine at the quarry. Scene. Aerial top view of a bulldozer machine putting sand to the truck body

Por Stakeholders

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POR HANS ROTHGIESSER – Miembro del Consejo Consultivo Stakeholders

Quizás a ustedes también les haya pasado. Por varios años hemos observado cómo conflictos mineros logran bloquear grandes proyectos. Cómo los medios son inundados por noticias de una minera que quería invertir en un valle y no puede porque hay comuneros reclamando porque no quieren que contaminen el agua a pesar de que se garantiza lo contrario. En una ocasión leí un comunicado de un medio antiminero que se oponía porque la sola presencia de una minera en una zona generaba estrés en los campesinos aledaños y eso no se podía permitir. Como que ya ni el esfuerzo hacen de presentar una oposición documentada con mediciones de presencia de metales en el agua. Ni siquiera eso es necesario.

Y esta es la narrativa que está ganando, porque en la práctica podemos ver cómo la inversión minera ha caído. Todos podemos ver que hay proyectos que se anuncian y que no se terminan. Todos podemos ver las protestas durante las cuales se meten a las instalaciones de las mineras y prenden fuego a carros y a maquinarias. Eso no nos lo estamos inventando. Lo vemos en vivo cada vez que sucede.

No obstante, las mineras y sus representantes pareciera que viven en otro universo. Desde hace años los vengo escuchando que “relax”, que “no pasa nada”, que “nosotros trabajamos en las sombras”, “vas a ver”, que “tenemos una excelente relación con la comunidad”, que “estamos en constantes reuniones”, que “ya fue”, que “eso era antes”, que “el alcalde es nuestro amigo”, etc. Como si uno hubiese nacido hace cinco doritos para tragarse el asteroide y pasar a vivir en el mundo de fantasía que están describiendo. No, gracias. Prefiero quedarme a este lado del ropero.

¿De qué están hablando? ¡Acabamos de tener un presidente que fue abiertamente financiado por la minería ilegal! Un Gobierno con una primera ministra que se paseaba por los valles anunciando que no le renovaría la licencia a esta mina o a esta otra mina. Hace unos pocos meses buena parte de la gran minería peruana tuvo que dejar de operar ante protestas violentas que los tenían como objetivos. Un Gobierno con un ministro de Economía que alegaba que la única forma de cerrar el déficit fiscal era creándole nuevos impuestos a la minería. Todo eso elegido con voto popular. Entonces, ¿cómo es que no consideran ofensiva su narrativa de que aquí no pasa nada y que seguir con el excelente diálogo con estas comunidades de por aquí es todo lo que hace falta?

Cuando yo estaba en la universidad, la minería peruana mantenía esa buena relación con las comunidades de su zona de influencia (o hacía el esfuerzo, por lo menos), y además tenía una estrategia de intervención en la arena pública que daba buenos resultados. Hoy en día, con su enfoque micro no está obteniendo buenos resultados. Y todos podemos apreciarlo. En esta oportunidad sus consultores de relaciones públicas no nos pueden decir que lo que pasa es “que tú no sabes”, pero “tenemos otros resultados que no te puedo mostrar”.

No pues. Todos vimos a este presidente antiminero llegar al poder a través del voto popular. Y todos vemos las encuestas en las cuales se observa que la minería no goza de excelente imagen. Ya es hora de que regresen y tomen al toro por los cuernos. Dejen de ceder a los chantajes, dejen de financiar a los antimineros con cortina. Y si les da miedo dar la cara, tercericen esta batalla. Hay mucho que podemos hacer. Todo lo que podíamos hacer sin ustedes ya lo hicimos. Los esperamos a este lado del ropero.







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