Por Stakeholders

Lectura de:

BALTAZAR CARAVEDO MOLINARI
Miembro del Directorio de CTC Consultores


Un sistema vivo es una entidad conformada por diversos elementos vinculados que tienen un propósito y que, para lograrlo, requieren mantener la unidad. Más precisamente, es cualquier entidad que tiene capacidad de autogeneración, transformación y adaptación.

Una empresa es un sistema (organismo) vivo; su desafío es asegurar su continuidad; busca adaptarse a los cambios de su entorno para seguir subsistiendo. Para ello requiere contar con un mecanismo que le permita incorporar en su despliegue elementos que le dan sentido y energía para trabajar, desenvolverse, transformarse y adaptarse.

Para la adaptación a su entorno la empresa necesita producir una transformación en sí misma. Las empresas interaccionan con su entorno y dan pie a la emergencia de nuevas propiedades, patrones de organización; se incorporan nuevos elementos, desaparecen otros. Lo que ocurre y afecta a una parte puede repercutir o tener efectos sustantivos en otras partes de la empresa.

Las empresas, como todo ser vivo, tienen y reciben energías positivas y energías negativas. Las relaciones o vínculos entre sus componentes son un elemento clave para la empresa, y dan cuenta del contenido de la energía social de la organización.  En una empresa  hay unidad y diversidad, y repulsión y exclusión. Su capacidad adaptativa tiene que ver con el balance entre sus energías de diferente signo que facilitan o entorpecen su continuidad. Las energías de cohesión (positivas) son las que la fortalecen; las energías de repulsión (negativas) son las que obstaculizan su reproducción y continuidad. Cuando los vínculos se debilitan la cohesión disminuye, se pierde o se degrada y la continuidad o sostenibilidad de la empresa se ve amenazada o se frustra, o se llega al colapso.

Los distintos aspectos y dimensiones de las empresas no se mueven al mismo ritmo ni en los mismos planos. Los elementos no se pueden modificar con rapidez. No obstante, las estructuras organizativas se pueden alterar o transformar si se cambia el sentido de la organización, de la empresa. La existencia y continuidad de una empresa depende de un patrón de vínculos de sus componentes que se mueven entre la cohesión y el colapso.

¿Cómo medir el valor de una entidad para establecer o descubrir la forma en que se dan sus vínculos en todas las dimensiones posibles? Ya no se trata de una medición en valor monetario, ni del valor en función al número de necesidades satisfechas o capacidades logradas. De lo que se trata es de medir el valor de un sistema que está plagado de vínculos positivos y negativos para asegurar su continuidad o colapsar y desmoronarse.

El problema que se plantea es cómo medir la energía social para hacer comparables las dinámicas de las empresas. Un primer reto que se tiene es identificar la energía (articuladora o des articuladora) en las empresas. La medición del Impacto Integral, Sostenible y Sistémico (IISS) se puede descubrir en la densidad de energía. Dado que no existe una herramienta que nos permita captar directamente las energías (positivas y negativas) de la dinámica de un sistema vivo en un contexto determinado; y dado que cada vínculo, aspecto o dimensión se registrará con métricas diferentes se establece un mecanismo que permita producir las equivalencias y obtener un resultado total que permita monitorear las subidas y bajadas del balance de la energía social (cohesión y la entropía).

Una empresa que tiene un balance de energía social positivo provoca impactos distintos a los que provoca una empresa cuyo balance de energía social es negativo. No obstante, es necesario determinar cuál es el impacto o los impactos que más precisamente genera. Dado que las empresas construyen sociedad, cuando el balance de energía social es positivo trasladan al resto del mercado y de la sociedad cuando menos parcialmente las energías de cohesión, y estimulan toda energía que cohesiona en el macro sistema en el que se despliega. Cuando el balance es negativo ocurre el proceso inverso.

La creación de una Bolsa de Valores de Impacto Integral, Sostenible y Sistémico (BVIISS) es una iniciativa que ayudará a complementar el funcionamiento del servicio que ofrece la Bolsa de Valores de Lima (BVL).

 







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