Por ALFREDO ARCEO - Socio fundador de VA! Reputación & Sostenibilidad

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La sociedad demanda una visión diferente de la universidad. La perspectiva de que la educación superior de calidad forma sobre todo profesionales y científicos excelentes no parece acorde con la norma social que vivimos. Las universidades son algo más que centros de formación profesional. Los códigos morales de la sociedad peruana, igual que ocurre en otros muchos países del mundo, se transforman a una velocidad de vértigo para consolidar la evaluación de los aspectos ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG), con lo que se fomenta la transparencia y se construye una base sólida para la toma de decisiones sostenibles. Las universidades peruanas deben estar a la altura de los cambios que se demandan en la sociedad.

Ahora también se pide que la universidad de calidad contribuya a una tercera función, la de crear y organizar hegemonía, dentro de un contexto cultural en el que la incidencia de los criterios de ESG marcan algo más que una tendencia para enfrentar los desafíos actuales y de futuro de nuestra sociedad. El Índice de Competitividad Regional del Perú (ICRP) presentado por Centrum PUCP en 2023 revela el crecimiento de regiones del país, destacando la influencia positiva de la implementación de prácticas sostenibles en el desarrollo regional. Esto subraya la relación directa entre la sostenibilidad y la competitividad a nivel regional. Las universidades tienen que saber aportar valor a la creación de esa hegemonía cultural, tanto las públicas como las privadas.

“Las universidades son algo más que centros de formación profesional, deben estar a la altura de los cambios que se demandan en la sociedad”.

La era de las personas y el talento

Somos espectadores de excepción del nacimiento de una nueva era que afecta a todas las organizaciones, independientemente de su naturaleza: la era de las personas y del talento. Esta nueva era es el resultado del impacto de cuatro fuerzas macroeconómicas que influyen a cualquier tipo de empresa o institución sea cual sea el sector, por tanto, también debemos proyectarlo al de la educación superior: el desajuste del talento por envejecimiento de la población en América Latina; la elección individual, porque solo los que tengan las habilidades y competencias suficientes podrán elegir el tipo de empleo que se demanda en una sociedad cada vez más fluida y con nuevos y continuos cambios en los modelos de contratación; la sofisticación de los clientes, los cuales buscan soluciones más y más innovadoras; y la revolución tecnológica, que está transformando los empleos y los perfiles profesionales.

La Agenda 2030

A este escenario hay que añadir la existencia de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los cuales se han convertido en el nuevo compromiso moral y en el mapa que marca el rumbo de los gobiernos, las ciudades, las empresas, las organizaciones y los ciudadanos en los próximos 6 años. Así, el papel de las organizaciones de la economía social se torna más relevante por su propia naturaleza y por sus valores que entroncan desde hace mucho tiempo con el desarrollo sostenible, la responsabilidad social y el enfoque en la persona. Su filosofía se sostiene sobre el equilibrio de la perspectiva económica y social, unos pilares sobre los que se cimienta la Agenda 2030 y los ODS. Por añadidura, las organizaciones de economía social, por su propia naturaleza, tienen una raíz más comunicacional que el resto de las empresas e instituciones.

El ODS 18

La Global Alliance for Public Relations and Communication Management ha pedido incorporar un nuevo Objetivo de Desarrollo Sostenible denominado ‘Comunicación responsable’.

Gestionar la reputación de las universidades, un factor clave

Para que una universidad sea realmente efectiva, no solo debe satisfacer las metas de su dirección, sino también las de sus stakeholders. Comprender las actitudes y escalas de valores de sus públicos es una forma de conocimiento del entorno. De lo contrario, la visión de los directivos puede verse reducida a sus propias percepciones, en vez de contar con una perspectiva de conjunto. La gestión de la reputación tiene un papel clave en la monitorización del entorno de la organización, la construcción de escenarios futuros y el cultivo de las diferentes relaciones con públicos estratégicos.

Dentro de esta visión de función directiva de la reputación, la Global Alliance for Public Relations and Communication Management explica los detalles de una iniciativa promovida por la organización que busca que la ‘Comunicación Responsable’ se convierta en el decimoctavo ODS. Yo defiendo esta iniciativa, creo que es un argumento de peso para el sector de la comunicación, algo que nos incluye en el núcleo de gestión de las organizaciones modernas. El gran desafío es que todas las organizaciones comprendan la necesidad de llevar a cabo una “comunicación responsable” para ser responsables de una forma integral. Las universidades deberían saber asumir el mando y ser el espejo en el que mirarse. Eso les hará más competitivas y cercanas a la creación de la hegemonía cultural.







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