
En pleno centro histórico de la Ciudad Blanca, una casona del siglo XVIII vuelve a brillar con luz propia. Se trata del Palacio Guaqui by Ananay Hotels, un hotel boutique que no solo rescata la arquitectura virreinal arequipeña, sino que también integra prácticas sostenibles que lo posicionan como un referente de la hotelería con valor social, cultural y ambiental en el Perú.
“Lo que hicimos fue una restauración auténtica que respetó los detalles originales. No añadimos elementos falsos ni alteramos la esencia del lugar. Hoy, los muros hablan por sí mismos y los huéspedes pueden vivir la historia tal como fue”, explica César Torres Bazán, gerente general del Palacio Guaqui, quien recuerda que la casa construida en 1736 estuvo destinada a oficinas de un periódico y llegó a manos de Ananay con intervenciones que ocultaban su esencia.
El proceso de restauración se realizó de la mano del Ministerio de Cultura y especialistas en sillar, revelando bóvedas nuevas y hallazgos únicos. Para Torres, cada detalle refuerza el compromiso de la cadena con el patrimonio: “Más que un hotel, este edificio es un museo vivo”.

Energía limpia y gestión de residuos
El enfoque sostenible también se traduce en infraestructura. El Palacio Guaqui cuenta con 34 paneles solares que abastecen de agua caliente y energía a gran parte del hotel, logrando ahorros de más del 50% en consumo energético. El siguiente paso es implementar tecnología de energía volcánica y ampliar la cobertura de energías limpias en áreas clave como iluminación y climatización.
Además, la cadena Ananay Hotels ha establecido alianzas con empresas especializadas en economía circular, como Simba, para asegurar que todos sus residuos —vidrio, plástico, cartón y orgánicos— se reciclen y obtengan una segunda vida. “Queremos que cada operación hotelera genere el menor impacto posible en el ambiente y que, al mismo tiempo, inspire a nuestros huéspedes a sumarse a prácticas responsables”, precisa Torres.

Impacto social y cultural
Para los accionistas de Ananay Hotels, el valor de estos proyectos va más allá de la rentabilidad. “Cuando restauras una casona, no solo recuperas un inmueble, sino que devuelves vida a la ciudad. Las calles se iluminan, la gente se siente más segura y renace el orgullo por el patrimonio”, afirma Javier Calvo, uno de los accionistas de la cadena.
Calvo destaca que la propuesta se basa en un triple impacto positivo: social, al generar empleo directo e indirecto en toda la cadena de valor turística; ambiental, con la gestión eficiente de recursos y residuos; y económico, manteniendo hoteles rentables que aseguren la sostenibilidad del modelo. “Creemos en hoteles con alma, colecciones de joyas arquitectónicas que cuenten la historia del Perú y, al mismo tiempo, ofrezcan confort y calidad internacional”, subraya.
La cadena, que también opera Villa Barranco en Lima, Palacio Manco Cápac y Casa Clara en Cusco, apuesta por un modelo boutique en el que cada hotel es único y refleja la identidad local. Con 16 habitaciones exclusivas, decoración con obras de artistas peruanos y una atención personalizada, el Palacio Guaqui atrae a un viajero informado y exigente, que busca más que lujo: una experiencia cultural y sostenible.
“Tratamos de no educar al huésped, sino de informarlo, mostrarle que su estadía también puede ser un acto de respeto hacia el patrimonio y hacia el ambiente”, añade Torres.
