La cumbre climática en Belém expuso el quiebre del consenso global: más de 80 países reclamaron un compromiso para abandonar el carbón, petróleo y gas, mientras grandes productores bloquearon cualquier mención. El futuro del proceso COP queda en duda.

La COP30 terminó entre tensiones, sin acuerdos sobre combustibles fósiles y con un Brasil cuestionado por su manejo de la cumbre. Foto: Stakeholders.
La COP30 terminó entre tensiones, sin acuerdos sobre combustibles fósiles y con un Brasil cuestionado por su manejo de la cumbre. Foto: Stakeholders.

Por Stakeholders

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La COP30 en Brasil cerró con una de las mayores rupturas políticas en la historia de estas cumbres climáticas: un acuerdo final que evitó mencionar los combustibles fósiles, pese a ser la principal causa del calentamiento global. El incendio encendió la indignación de más de 80 países, incluidos Colombia y la Unión Europea, y dejó en evidencia el quiebre del consenso internacional sobre cómo enfrentar la crisis climática.

Mientras Brasil intentaba posicionarse como un líder climático bajo el mandato de Lula da Silva, la falta de avances, las tensiones entre potencias productoras de petróleo y países vulnerables, y el retroceso en temas clave como transición energética y la financiación, plantearon una verdad incómoda: ¿tiene futuro el actual formato de las COP o está llegando al límite de su utilidad?

El cierre abrupto de la COP30 en Brasil y un consenso roto

El punto crítico llegó cuando Colombia objetó el borrador final del acuerdo por omitir cualquier mención a la transición energética, lo que obligó a suspender temporalmente la sesión plenaria. Mientras tanto, los principales productores de petróleo celebraron el resultado. “Nosotros creamos la política energética en nuestra capital, no en la suya”, lanzó un delegado saudita, según un observador de la reunión a puerta cerrada.

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, había buscado impulsar una hoja de ruta para abandonar los combustibles fósiles, apoyado por países como Reino Unido. Sin embargo, el presidente de la COP, André Corrêa do Lago, apostó por evitar una ruptura y eliminó del texto cualquier referencia contundente al tema.

La UE, sin margen de maniobra

La Unión Europea llegó a Belém con la bandera de una transición energética más ambiciosa, pero terminó arrinconada. La exigencia de “triplicar” los fondos de adaptación climática sobrevivió en el texto final, limitando su capacidad de negociación.

“La Unión Europea ha quedado arrinconada”, señaló Li Shuo, analista de Asia Society, al destacar el cambio geopolítico y el ascenso de países BASIC y BRIC.

El futuro de las COP bajo cuestionamiento

La falta de avances alimentó dudas sobre la utilidad del formato actual. “Requiere modernización”, advirtió Harjeet Singh, de la Iniciativa del Tratado de Combustibles Fósiles, al señalar que el proceso parece desconectado de las urgencias reales.

Comercio global, nuevo eje del debate

Por primera vez, el comercio ocupó un lugar central: la disputa por el impuesto fronterizo europeo a productos con alta huella de carbono enfrentó a la UE con China, India y Arabia Saudita. El acuerdo final apenas logró postergar la discusión para futuras cumbres.

Trump ausente, China silenciosa… pero ganadora

Mientras el presidente de EE.UU., Donald Trump, evitó asistir y alentó a los países reacios a la transición, China optó por una estrategia más pragmática. “China mantuvo un perfil político bajo y se centró en ganar dinero en el mundo real”, afirmó Li Shuo. Su dominio en energía solar la posiciona —según expertos— por delante de Estados Unidos en la economía verde del futuro.

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