Por Stakeholders

Lectura de:

BALTAZAR CARAVEDO MOLINARI
Miembro del Directorio de CTC Consultores

Todo sistema humano está conformado por sujetos (individuales y/o colectivos) vinculados y en proceso de vinculación, que comparten (transmiten y reciben) diversas formas de energía contenidas en los mensajes que emiten, en los gestos y actitudes que despliegan, en los comportamientos y en las habitualidades que desarrollan en su relación con otros. Por ejemplo, en el caso peruano y a modo de ilustración (aunque no exclusivamente) las noticias que ofrecen los diarios y los programas radiales y televisivos, los discursos de los políticos, incluidos, desde luego, los anuncios que hace el presidente de la República.


Los vínculos entre los sujetos se hacen posible gracias a las vías de conexión o comunicación que usan. La intensidad de la conexión variará con la innovación tecnológica. Por ejemplo, las visitas de los políticos, los artistas, o los académicos a lugares en los que se congregan unas cuantas personas comparadas con el universo poblacional que tiene se extiende a otros ámbitos cuando los medios de comunicación dan cuenta de su ocurrencia.


Los vínculos se pueden dar mediante energías de cohesión o de repulsión (entrópicas). Existe una tensión permanente entre ambas. La energía de cohesión es la que fortalece la unidad y continuidad de los vínculos en los sistemas; la entrópica es la que le resta fortaleza a los vínculos, la que desordena y degrada la dinámica. Por lo mismo, la continuidad no dependerá únicamente de la
cantidad de energía sino de la cualidad de la energía (cohesionadora o entrópica) que circula. La sostenibilidad dependerá del balance entre ambos tipos de energía. Por ejemplo, cuando hay conflictos sociales que son reprimidos por la policía o cuando los manifestantes agreden a los policías de manera violenta; y, los hechos de inseguridad ciudadana que se transmiten por los noticieros televisivos.


La mayor cohesión del sistema significa una mayor capacidad para adaptarse al entorno cambiante. La continuidad del sistema dependerá de su cohesión. Sin energía de cohesión no hay capacidad adaptativa; y sin esta sólo se tiende al colapso. La energía y las tensiones desplegadas en el intercambio entre los distintos sujetos del sistema humano se manifiestan en varias dimensiones. Cada dimensión adopta lógicas particulares pero se conectan y comparten energía. Por ejemplo, la tensión entre el Poder Ejecutivo y el Congreso; las disputas familiares por temas de política ocurridas en el curso de los últimos meses; el boicot a la presentación del libro del expresidente Sagasti.


Si los elementos del entorno no se modifican, los componentes del sistema tenderán a repetir las formas en que hacen los vínculos. La comunicación es el gran conector de las prácticas humanas: es el portador de las energías potenciales que luego se plasman en energía activa, en acciones prácticas, habituales o rutinarias. Por ejemplo, la informalidad predominante, las amenazas reiteradas
con avisos de muerte o similares, los feminicidios. La violencia y la inseguridad se reproducen.

Los mensajes discurren en un plano consciente y otro inconsciente. La capacidad limitada de la consciencia humana toma algunos mensajes; otros son captados, incorporados y elaborados en el plano inconsciente. Se puede decir que hay una suerte de “genética social” que subyace en los sistemas. La intensidad y variedad de energías que opera en el sistema producen lo que llamaré una densidad de energía social. A mayor densidad de energía social se modificará el patrón social reproductivo. El contacto e intercambio con otros sistemas contribuye a este proceso. Por ejemplo, la tensión centralista que se da por la significación de Lima frente a otros espacios sociales en el Perú. Es necesario medir la energía social del Perú.







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