Por Stakeholders

Lectura de:

Por Mariella Córdova
Gerente comercial y de desarrollo de productos de la Bolsa de Valores de Lima

Desde hace algún tiempo los aspectos ASG se han convertido en una de las prioridades de muchas empresas e inversionistas. A medida que el financiamiento verde ha ido despegando, también ha crecido la exigencia por adoptar buenas prácticas en torno a la transparencia y rendición de cuentas. Los inversionistas se preocupan más por el destino de sus fondos y el impacto que tendrán en el entorno social y ambiental.

Según la encuesta que realizó BlackRock a inversionistas globales con activos bajo administración por US$ 25 billones, el 88% efectivamente considera el componente climático como la prioridad más enfocada; no obstante, el 75% ya está incorporando o está en camino de incorporar criterios ESG en sus decisiones de inversión, así como también prevén que en los próximos tres a cinco años habrá un énfasis creciente en los temas sociales dada la consciencia social que ha dejado el Covid-19.

En ese contexto, el Perú no es ajeno a la tendencia de impulsar el financiamiento de proyectos verdes, sociales y sostenibles que tengan un impacto positivo en el medio ambiente y que, a su vez, estén alineados a los objetivos de las Naciones Unidas.

Si revisamos las inversiones globales en ESG podemos notar que tuvieron un inicio favorable en el 2020, pero la pandemia producida por el Covid-19 afectó rápidamente la emisión de todo tipo de bonos. Sin embargo, el mercado de bonos temáticos demostró ser una fuente flexible de financiamiento para ayudar tanto con los impactos inmediatos como con los planes de recuperación a más largo plazo.

Por otro lado, muchos emisores del sector público centraron su atención en los bonos sociales y/o sostenibles para amortiguar el impacto económico provocado por la pandemia, el mismo que lo pueden observar en el rápido crecimiento de los mercados de deuda social y sostenible, principalmente en el número de emisiones de bonos sociales que se incrementó en diez veces respecto al 2019, y cuyo monto ascendió a US$ 249 mil millones, según el Climate Bond Initiative (CBI).

Sin duda, el Covid-19 ha sido un gran desafío tanto en el plano económico como sanitario a nivel global; sin embargo, esto no ha frenado la demanda de inversiones sostenibles ni sus perspectivas. En el 2020 se alcanzó una cifra récord global en la emisión de instrumentos verdes, sociales y sostenibles por un valor de US$ 700 mil millones, casi el doble del 2019 (US$ 358 mil millones), y los inversionistas planean duplicar sus inversiones ESG en los próximos cinco años.

Desde la BVL, hemos visto interés de muchas empresas por lograr financiamiento verde, aunque las prioridades a corto plazo han cambiado debido a la pandemia, postergándose muchos proyectos y financiamiento; sin embargo, vemos una preocupación creciente por dar estructura y orden a las iniciativas sostenibles, equipos al interior dedicados a los temas de sostenibilidad y directorios preguntándose acerca de un propósito más amplio y ambicioso que solo la maximización de utilidades y dividendos.

En Perú, a la fecha se han emitido tres bonos sociales, dos bonos verdes y un bono sostenible por un valor de US$ 216 millones, y continúan los esfuerzos por promover este segmento. Reflejo de ello, es la publicación de la Guía de Bonos Verdes y la Guía de Bonos Temáticos para el Perú, impulsado por la BVL y con el apoyo de la Embajada Británica.

Sin duda alguna, todas estas iniciativas son muestra de que la inversión sostenible es una tendencia al alza que ha llegado para quedarse.







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