POR GUILLERMO ROMÁN-FLORES ZEVALLOS – Director ejecutivo de Taller Creativo Consultores www.tallercreativo.com.pe
Hace algún tiempo, en el marco de PERUMIN en Arequipa, el gobernador de Cusco Werner Salcedo pronunció una potente frase: “No puedo pretender que un funcionario que debe planificar inversiones de 300 o 400 millones de soles, haga un buen trabajo, si solo gana 5 mil soles”. Palabras más o menos, ese era el sentido de la frase.
Esta reflexión esconde varios temas de fondo, quizás los más importantes estén ligados a las capacidades de los funcionarios públicos en el interior del país, en la meritocracia y en la capacidad de pagar mejor en los Gobiernos subnacionales. Sin embargo, desde nuestra óptica, resalta también una débil institucionalidad de soporte en las regiones. Si bien los colegios profesionales vienen cumpliendo un rol interesante en algunos espacios, la verdad es que la participación de los privados, de las universidades y de las asociaciones civiles en la planificación de las inversiones regionales es muy escasa.
Algunas empresas mineras como Antamina en Áncash o Hudbay en Cusco han constituido espacios de soporte con profesionales calificados para apoyar programas de inversión en las regiones donde operan, con la meta de complementar el trabajo de las autoridades de sus áreas de influencia en la preparación de expedientes técnicos y, en muchos casos, acompañar las gestiones necesarias que demandan las inversiones para sus distritos. Ese enfoque suma y mucho, y si a eso le añadimos el dinamismo del mecanismo de Obras por Impuestos pues el salto es exponencial. Lamentablemente, estos esfuerzos aislados no pueden ser replicados a nivel nacional, la barrera está en lo que puede mal interpretarse como injerencia política.
Existe una tarea transversal que debemos cumplir los ciudadanos, pero que normalmente evitamos y tiene que ver con la esfera de lo público. En nuestro país creemos que lo “público” no nos corresponde, lo paradójico es que nos cuestionamos todo el tiempo sobre cómo hacer para participar si aún le tenemos miedo a la dimensión política de lo “público” y no es para menos, con el desprestigio que la precede.
“En nuestro país creemos que lo ‘público’ no nos corresponde”.
En concreto, estas líneas buscan motivar un debate abierto sobre cuánto podemos involucrar a profesionales de élite, a empresas, a grupos de profesionales y a gremios de todo tipo en la construcción de una agenda planificada para cada región del país, que piense en la infraestructura faltante, en el cierre de brechas sociales y en mejorar la calidad de vida de las personas; es decir, hacer política sin que te acusen de estar haciéndola. Me atrevo a proponer cuatro pasos combinados:
1. Foros que inspiran: Siempre hay regiones que están un paso adelante, otros países que nos han sacado ventaja en la construcción de una agenda pública abierta. La idea es invitar a profesionales de esos entornos para que nos cuenten sus experiencias de forma transparente, que se transmita en redes y que se hagan piezas de difusión para que la mayor cantidad de personas escuchen lo que viene pasando en otros lugares. Estos espacios deben ligarse a espacios informativos y noticieros para que la mayor cantidad de gente pueda abrirse a otras experiencias inspiradoras. Auspiciar estos espacios no es muy caro.
2. Voluntariado de ejecutivos: Imaginen a los más talentosos profesionales de cada empresa dedicando una o dos horas mensuales para formar mesas técnicas de apoyo a la gestión regional. ¿Es viable? ¿Estarían las empresas dispuestas a compartir ese talento? ¿Serán bien recibidos por los consejos regionales?
3. Enfoque en la academia: Alentar a que estos espacios inspiradores (foros y mesas técnicas) aterricen en las universidades e institutos de cada localidad. Es en los jóvenes que debemos sembrar la semilla del llamado a la acción para que, en un futuro próximo, los consejos ciudadanos sean parte de la institucionalidad local y no una mera reunión de bien intencionados.
4. Accountability: Proponiendo una periódica rendición de cuentas activa y organizada; lo que el anglicismo permite identificar como el rol de los ciudadanos y los medios de comunicación en medir la eficiencia de sus autoridades de forma propositiva, con base en indicadores de proceso y de desempeño propuestos al inicio de cada gestión. Si se hace la sensibilización adecuada, sí se puede.
Me quiero imaginar a algunas regiones del país con recursos suficientes para aliviar la anemia, la desnutrición crónica y varias postergaciones más, siguiendo estos sencillos cuatro pasos con la meta de consolidar una agenda ciudadana propositiva de apoyo a sus autoridades, donde los privados tenemos mucho que hacer. ¡Sí se puede!