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En los últimos siete años, la Alianza del Pacífico, Nestlé y empresas aliadas han venido realizando el Encuentro de Jóvenes de la Alianza del Pacífico, que ha logrado beneficiar a más de un millón 300 mil jóvenes con oportunidades de empleo y capacitación. Laurent Freixe, CEO de Nestlé Zona Latinoamericana y creador de este programa en 2013, conversa sobre la importancia de esta iniciativa para la región.

POR JAVIER ARCE NOVOA
jarce@stakeholders.com.pe

¿En qué se inspiró para crear esta iniciativa de apoyo a los jóvenes?

Me inspiró el impacto de la crisis a nivel económico y social, especialmente con el incremento del desempleo, porque un joven sin actividad y sin empleo no se puede integrar a la comunidad y la va a tener difícil para lograr una verdadera integración social. Entonces si hay muchos jóvenes desempleados es posible que aumente la criminalidad.

Por ello, pensé que sí podíamos hacer algo al respecto y así surgió este enfoque de trabajar la empleabilidad de la juventud, que busca que los jóvenes se puedan integrar al mundo laboral y a la comunidad. Somos una empresa que cree en el capital humano, que tiene una perspectiva de largo plazo de todo, incluso en la relación laboral, y contratamos gente joven desarrollándola, apoyándola y acompañándola. Por eso, tomar y contratar a practicantes y aprendices es algo que es natural para nosotros. Por lo tanto, pensé que podíamos hacer más como empresa y enfocarnos para contratar más jóvenes.

Por otro lado, muchos jóvenes no conocen nada de las empresas, ni saben cómo escribir una hoja de vida, ni cómo presentarse o cómo pasar una entrevista laboral. En Nestlé contamos con colaboradores profesionales que saben bien de estos temas y que pueden aproximar al joven a la empresa.

Así, con esta idea y este espíritu, pensamos en un reto enorme con el que podíamos tener un buen impacto. Y por eso apareció esta iniciativa para los jóvenes, primero en Europa, y luego en América Latina, donde la lanzamos en 2013, y donde Perú tuvo un rol clave con el Primer Encuentro de Jóvenes de la Alianza del Pacífico. Cada vez desarrollamos más aliados, más empresas, más integración en la agenda pública de esta alianza, y más trabajo soportando la formación dual, que incluye teoría y práctica a la vez.

Pero todo esto necesita apoyo con un marco regulatorio por parte de los poderes públicos, que ya está avanzando en todos los países. También hay que verlo con nuevas dimensiones, por lo que pensamos rápidamente que primero si teníamos aliados trabajando de la mano podíamos hacer más y así se crearía una especie de “bola de nieve”.

Entonces lo que hicimos con la Alianza por la Juventud es mirar a los emprendedores jóvenes que tienen ideas estupendas y que quieren emprender, pero que no tienen el apoyo para hacerlo, para conectarse con el mundo económico y para llegar a los bancos y conseguir préstamos.

Luego vino la idea de respaldar a los jóvenes agro-emprendedores, pues el mundo agrícola necesita también cambiar su forma de trabajar y de pasar a la agricultura generativa para volver a establecer los círculos de la naturaleza y preservar su capital. Esto necesita cambios en la forma de trabajar y por eso hemos apoyado a los jóvenes para que se entrenen en esta labor y avancen en este camino. Cada vez el impacto es mayor y esto nos da mucha alegría y motivación para seguir con este proyecto.

¿Para Nestlé que significa haber iniciado y liderar hoy este programa que se ha convertido en un movimiento por la juventud?

Para nosotros es una gran responsabilidad. Entendemos que siendo Nestlé la primera empresa a nivel mundial de alimentación y bebidas y una empresa de toda la vida, podemos liderar este movimiento, así como agregar más socios de negocios.

Por ejemplo, en la primera etapa lo que hice fue escribir a todos los proveedores para explicarles lo que estábamos haciendo y diciéndoles que, si cada uno proporcionaba prácticas a los jóvenes, podíamos lograr apoyar a unos 20 mil jóvenes. No conseguimos el apoyo de todos, pero muchos que sí se unieron y, al final, logramos respaldar a 100 mil jóvenes en toda Europa en tres años, multiplicando por cinco la meta que se aspiraba.

Como empresa tenemos la responsabilidad de cooperar y de crear un círculo virtuoso de trabajo de conjunto con otras compañías que tienen la misma perspectiva y los mismos valores. No estamos en un momento en el que hay que construir paredes sino más bien puentes. Por eso, en Nestlé nos parece importante construir puentes entre generaciones para ayudar a la juventud. Además, establecimos relaciones entre el sector público y el sector privado, también con el mundo académico, porque no se puede mirar las cosas por separado cuando hay una oportunidad enorme como esta con los jóvenes.

Lo que me da más gusto es que hay este entorno dinámico y pragmático al llevar adelante este proyecto juntos. Esta idea de trabajar juntos para el bien de la Alianza del Pacífico, con una visión abierta y moderna, me parece excelente.

Delegación peruana presente en el VII Encuentro de Jóvenes de la Alianza del Pacífico.

A lo largo de estos años, ¿cuáles han sido los principales desafíos al momento de trabajar con jóvenes de diversos países y regiones?

No hemos tenido problemas con los jóvenes. Al revés, son una fuente de inspiración y creatividad que tienen ganas de integrarse y tienen tanto ímpetu de hacer cosas. Por eso tuvimos que trabajar con el marco regulatorio y romper hábitos especialmente en el mundo educativo, que vienen de muchos años, para así poder implementar esta idea y tener más experiencia práctica dentro del currículo de educación dual que incluye teoría y práctica.

No diría que fueron grandes dificultades. Trabajamos de forma pragmática para encontrar soluciones con mucho optimismo, sobre todo en los países de América Latina donde hay capital humano. Esto le da a la región, en especial a la Alianza del Pacífico, la posibilidad de liderar en algunos temas importantes de futuro, como la sostenibilidad y la tecnología.

¿Cómo las alianzas con gobiernos, empresas privadas y otras organizaciones han potenciado el alcance de este programa?

Las alianzas han potenciado mucho este programa, porque cada uno puede trabajar por su parte y en su terreno. Pero cuando hay trabajo colaborativo no se adiciona, más bien se multiplica el impacto.

Los gobiernos deben crear los incentivos y el marco regulatorio para permitir que estos incentivos lleguen al mundo educativo. Si las empresas se insertan en este proceso, proporcionan los puestos para los aprendices con sus respectivos mentores, que los ayudarán a integrarse. Entonces se crea un ecosistema positivo y favorable. Esto es un ejemplo que solo se puede hacer a través de la cooperación de poderes públicos, empresa privada y academia. Por esta razón, la colaboración entre todos es esencial y sin eso no se logra nada.

¿Cómo esta iniciativa puede promover condiciones dignas para los trabajadores jóvenes?

En este sentido, apoyamos el trabajo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Para mí, la prioridad número uno para América Latina es combatir la informalidad. Si podemos bajar la tasa de informalidad, reduciremos empleos que no son dignos porque son informales, sin contratos, sin protección, sin posibilidad de enfocarse a largo plazo y con muchos abusos.

La empresa privada es formal y por eso hay que apoyar a los empresarios que quieran contribuir con la educación de los jóvenes, para así crear un ecosistema favorable. Nosotros solo queremos trabajar de manera formal y no queremos integrar a nadie que sea informal. Esto ayuda a que la empresa formal se desarrolle frente a la informalidad y haya más trabajos dignos para los jóvenes.

¿De qué manera el programa ayuda a la reactivación económica luego de estos años de pandemia?

Creo que ayuda mucho porque se capacita al capital humano y se ayuda a los jóvenes a integrarse a la sociedad. Con esto hemos podido desarrollar emprendedores y agro-emprendedores, integrar jóvenes y contribuir al cambio climático, al tema medioambiental, al tema tecnológico, lo que permite mejorar a las empresas para que sean más competitivas y creativas.

Estos son grandes temas esenciales para el desarrollo económico y social, y la recuperación es evidente, porque si no hay inversión en educación no hay crecimiento. Esta es una inversión absolutamente esencial para potenciar el capital humano, igual que lo es la inversión en infraestructuras que es primordial para la actividad económica.

Considero que es un reto y una oportunidad hacer este esfuerzo y contar con la empresa privada en este sentido para disminuir la informalidad. Y esto permite tener más trabajos dignos que apoyen el desarrollo económico y social.

¿Cuál es el mensaje para los jóvenes desempleados y migrantes, muchos con títulos universitarios, que prestan servicios en otros campos para sobrevivir?

Sé que están en una situación difícil. Si migran es porque no tienen condiciones en su país para desarrollarse y hasta para proteger su vida. Los veo con mucho coraje al dejar su país o comunidad para buscar nuevas oportunidades. Pienso que una cosa puede llegar detrás de otra, y, por lo tanto, pueden unirse a esta Alianza por los Jóvenes, para que busquen nuevas formas de crecer, de desarrollarse y de poder contribuir con la sociedad.

¿Qué espera para el 2023 que Perú va a ser sede del próximo encuentro de la Alianza por los Jóvenes?

Estoy feliz de que sea en Perú. Lo que espero es que se profundice el trabajo que estamos haciendo al potenciar la formación dual y a los emprendedores. Especialmente en el caso de Perú, este tema del emprendimiento es muy importante y hay mucho potencial en el campo. Por último, espero que tengamos más empresas aliadas y una agenda coordinada y potente entre poderes públicos, Alianza del Pacífico y la iniciativa por los jóvenes.







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