POR IVÁN DE LA VEGA – Director del Centro de Innovación y Sostenibilidad de Centrum PUCP
Innovate or Evaporate es el título de un libro publicado en la década de los años noventa del siglo pasado, en el que James Higgins utilizó esta expresión para plantear que la única estrategia que es realmente sostenible en el tiempo para una organización es promover la innovación.
Planteamientos similares a este ya lo habían hecho otros pensadores como Druker o Porter, pero este término es verdaderamente contrastante y, por lo tanto, lo utilizamos para responder a la siguiente pregunta: ¿qué se necesita para que Perú se incorpore a un proceso de desarrollo sostenible real? La premisa que sirve de fundamento para responder a esa interrogante se basa en que partimos del hecho de que Perú es un país rico en recursos naturales renovables y no renovables. Eso se ratifica al valorar la biodiversidad de su territorio que se puede dividir en glaciares, ríos, lagos y mar; también en bosques y selvas que contienen flora y fauna abundante; además cuenta con minerales diversos que incluyen petróleo, gas, carbón y uranio, entre otros.
Esto indica que las áreas estratégicas del Perú se concentran fundamentalmente en la minería, la agricultura y la pesca y la división territorial converge en tres grandes regiones que las podríamos denominar como polos de modernización para crear y/o potenciar ecosistemas de innovación orientados a la búsqueda de ese deseado desarrollo sostenible.
Cuando hablamos de algo tan amplio como lo es marcar la ruta que debe seguir un país hacia lo que se considera como el desarrollo sostenible, término ambiguo que guarda múltiples visiones, es complicado dar una única respuesta o recetas, dado que el mundo no funciona así.
Por lo tanto, lo definimos, como lo señala el Informe Brundtland, indicando que este se entiende como “aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias”. Lo que sí se puede hacer, es plantear una serie de determinantes que contribuyen a dar pasos en la dirección adecuada. A nivel macro se puede evaluar el proceso en el cual Perú está disminuyendo las brechas respecto de cada uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). A nivel meso, se puede pensar en evolucionar como sociedad hacia la implementación de una cultura de la innovación y la vía es a través de la educación. En este mismo nivel se podría generar un proceso de búsqueda de victorias tempranas que sirvan como efectos multiplicadores para activar más a las personas en este tipo de iniciativas innovadoras.
A nivel micro, se podría pensar en diseñar estrategias de desarrollo para las tres áreas estratégicas mencionadas (minería, agricultura y pesca), con el fin de generar más capacidades, pero con una diversificación en la cadena de valor para aprovechar los recursos y ejecutar proyectos basados en agendas de innovación que incluyan a los stakeholders en la toma de decisiones. Finalmente, este es un tema de alta complejidad y la discusión está abierta. El centro de gravedad es Perú y, por lo tanto, el camino a seguir es fomentar una cultura que promueva cada vez más actos de innovación, dado que si esto no sucede así Perú corre el riesgo de evaporarse, es decir, de no lograr un desarrollo sostenible.