Iván de la Vega
Profesor Investigador de CENTRUM PUCP
Ahora bien, desde la gripe española, que se estima arrasó entre 50 y 100 millones de personas entre 1918 y 1920, no se había vivido una situación potencialmente similar, salvo en la segunda guerra mundial. Este último acontecimiento fue causado por decisiones humanas y no por organismos biológicos de características distintas y dejó, según los especialistas, entre 55 y 60 millones de muertos. Dos características de la época en la que se desarrolló la gripe española, es que había menos de mil ochocientos millones de habitantes en el planeta y la esperanza de vida en esa época se situaba por debajo de los 40 años. Este tipo de pandemia se define como mortalidad catastrófica, para diferenciarla de la mortalidad habitual.
La gran diferencia con el COVID-19 actual, es que ya hay más de siete mil millones de personas en el planeta y la esperanza de vida se estima que está por encima de los 80 años. Esta mejora en las condiciones de vida se debe, fundamentalmente,al desarrollo continuo de la tecnociencia y las proyecciones indican que para el año 2050 la humanidad se encuentre cerca de los 10 mil millones de personas y en promedio se superarán los 100 años de vida.
Las dos primeras décadas del siglo XXI han transcurrido con economías abiertas capitalistas y bajo la disrupción de empresas conocidas como Unicornios.Estas organizaciones se han ido apoderando globalmente de múltiples espacios en el entorno digital que antes existían físicamente, o ellas han ido generando nuevas necesidades provenientes de ideas creativas. Las características que identifican a estos actores emergentes se encuentran en que son empresas de base tecnológica intensivas en generación de nuevo conocimiento y cuyos productos, procesos o servicios están asociados, en la mayoría de los casos, al aprendizaje no supervisado proveniente de la inteligencia artificial.
El telón de fondo de estas mega-organizaciones es el desarrollo sostenido de la tecnociencia, hecho que se plasma en lo que hoy en día se denomina como el arribo a un sistema ciberfísico conocido como la 4ta. Revolución Industrial. Uno de los beneficios de ese conocimiento a escala cuasi-global es el uso masivo de las Tecnologías de Información y Comunicación convergiendo con otras tecnologías potenciadoras. El asunto, es que su incremento ha sido sostenido, pero de uso selectivo y no obligatorio. Por la tanto funcionábamos en modo híbrido entre lo presencial y digital.
La pandemia actual conocida como COVID-19 ha impactado súbitamente en todo el globo y ha colocado sobre el tapete dos temas centrales que impactan en todos los ámbitos. Uno, es la toma de conciencia individual y colectiva sobre nuestra vulnerabilidad. El otro, es el cambio forzado hacia lo digital. Ambos aspectos nos empujan hacia el hecho de repensar la visión del mundo actual y por ende a tomar decisiones trascendentales de cambios significantes. Aquí entra, por ejemplo, el hecho de tener que adaptarnos al entorno digital de forma súbita y debemos entenderlo como una nueva etapa de nuestras vidas, y ya no como una forma selectiva de interactuar socialmente dadas las nuevas condiciones contextuales.
Esto último tiene implicancias en todos los órdenes. Se acelerarán los cambios en las estructuras organizacionales, se implantarán nuevas estrategias que impactarán en las capacidades y esto repercutirá en la arquitectura, en los procesos, en la forma de gestionar al personal y por ende en los incentivos. Hacia afuera, sobrevivirán los que mejor se adapten a las nuevas características de los mercados, la economía sufrirá cambios que ameritarán otros marcos regulatorios y la política pudiera perder fuerza, dando paso a la innovación social.Al cambiar radicalmente la ecuación en múltiples planos su opinión es relevante para discernir colectivamente hacia donde vamos. ¿Qué opina usted al respecto?