El polen, abundante y biodegradable, se perfila como una alternativa sostenible para fabricar papel, esponjas y dispositivos inteligentes.

Investigadores de la Universidad Tecnológica de Nanyang en Singapur descubrieron cómo transformar el polen en un biomaterial versátil que podría reemplazar productos contaminantes.
Investigadores de la Universidad Tecnológica de Nanyang en Singapur descubrieron cómo transformar el polen en un biomaterial versátil que podría reemplazar productos contaminantes.

Por Stakeholders

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Cada primavera, el aire se llena de polen, una sustancia que muchos asocian con alergias, pero que podría ser una aliada del planeta. Científicos de la Universidad Tecnológica de Nanyang (NTU) en Singapur han descubierto cómo transformarlo en un material ecológico capaz de sustituir productos contaminantes.

Gracias a su estructura resistente y biodegradable, el polen puede convertirse en microgeles para fabricar papel, esponjas y otros productos sostenibles. Este avance abre una nueva etapa en la búsqueda de materiales renovables que reduzcan el impacto ambiental sin agotar los recursos naturales.

Del polvo al papel: así se transforma el polen en material ecológico

El polen está compuesto por una capa externa sumamente resistente hecha de esporopolenina, un biopolímero conocido como el “diamante del mundo vegetal”. Esa fortaleza lo hace ideal para usos industriales, pero al mismo tiempo dificulta su manipulación.

Según la investigación publicada en Chemical and Biomolecular Engineering, los científicos lograron superar ese obstáculo al eliminar las grasas y proteínas alergénicas del polen, transformándolo en una sustancia maleable similar a un microgel.

Este material puede moldearse en distintas formas y aplicaciones. Por ejemplo, al verter el microgel sobre un molde plano y dejarlo secar, se obtiene un papel fuerte y flexible, ideal para impresión o embalaje.

“Ofrece una alternativa mucho más ecológica al papel tradicional, que requiere grandes cantidades de agua y tala de árboles”, explica el estudio.

Además, por su sensibilidad al pH y la humedad, el polen podría emplearse en dispositivos inteligentes que reaccionen a cambios ambientales o en la creación de esponjas biodegradables para el cuidado de la salud.

Del laboratorio a la naturaleza: nuevas aplicaciones del polen

El potencial del polen va más allá de los materiales básicos. Investigadores de la Universidad de Santiago de Compostela están desarrollando técnicas para utilizar sus cáscaras vaciadas como vehículos para la administración de medicamentos, con posibles aplicaciones en tratamientos oculares, pulmonares y digestivos.

Además, gracias a su resistencia natural a los rayos ultravioleta, el polen podría emplearse en paneles solares, reemplazando materiales fotovoltaicos tradicionales con alternativas más económicas y menos contaminantes.

Otras aplicaciones incluyen la creación de esponjas porosas para absorber derrames de petróleo o servir como base en la ingeniería de tejidos.

Según el bioingeniero Shahrudin Ibrahim, investigador del estudio, esta innovación representa un paso importante hacia una economía más sostenible: “Con otros biomateriales como el quitosano o la celulosa es necesario destruir un crustáceo o un árbol. En comparación, el polen consume muchos menos recursos. No estamos destruyendo la planta y tampoco estamos destruyendo las flores”.

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