Por Eduardo Atehortua - Socio de Sostenibilidad y Cambio Climático de Deloitte

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La relación entre el ser humano, la cultura y la economía con la naturaleza ha sido históricamente profunda. Sin embargo, desde la industrialización, esta conexión se ha debilitado, lo que ha generado impactos irreversibles en ecosistemas y especies. Hoy, no solo el 55 % del PIB mundial está en riesgo, sino que la vida misma enfrenta una amenaza si se sigue explotando la naturaleza sin límites. 

Desde una perspectiva antropocéntrica, los ecosistemas saludables generan beneficios tangibles e intangibles que sustentan múltiples actividades económicas. Estos beneficios, conocidos como servicios ecosistémicos (CBD), se clasifican en:

  • Regulación: son los servicios ecosistémicos asociados a funciones clave de los ecosistemas que generalmente no tienen un valor monetario claro como la regulación del clima, el filtrado de aire y agua, entre otros.
  • Aprovisionamiento: hace referencia al suministro de bienes que usualmente tienen un valor monetario, como alimentos, agua, fibra, recursos genéticos y combustibles.
  • Soporte: son los servicios de los que no se benefician directamente los humanos, pero son esenciales para el funcionamiento de los ecosistemas como formación de suelos y ciclo de nutrientes, entre otros.
  • Culturales: hacen referencia a beneficios indirectos que contribuyen a las necesidades y aspiraciones de la sociedad, como los valores espirituales, estéticos, recreación y ecoturismo.

Perú: país donde la naturaleza es pilar del desarrollo económico

Perú, uno de los 17 países megadiversos del mundo, alberga cerca del 10 % de la biodiversidad global con 36 ecosistemas continentales y más de 25 000 especies de flora, según la Estrategia y Planes de Acción Nacional Biológica y el Ministerio de Ambiente. Esta riqueza natural es clave para el desarrollo sostenible de las empresas nacionales. 

La biodiversidad peruana provee servicios ecosistémicos esenciales que mitigan riesgos operativos y fortalecen procesos productivos, especialmente en sectores como agricultura, pesca, minería y turismo. En 2024, el PBI nacional creció 3.75 %, se destaca la pesca (24.9 %) y el agro (7.54 %), lo cual evidencia la dependencia directa de estos sectores hacia la naturaleza.

La siguiente tabla resume las dependencias y riesgos de sectores clave, desde agricultura hasta turismo, lo que demuestra cómo la salud de los ecosistemas impacta directamente en la competitividad y la sostenibilidad empresarial:

Las organizaciones deben tomar acción mediante la identificación de sus dependencias hacia los ecosistemas y evaluar al mismo tiempo si cuentan con medidas para mitigar los riesgos asociados. Si no se implementan acciones concretas, existe el riesgo de que los ecosistemas se degraden hasta un punto sin retorno, lo que imposibilita su regeneración y compromete la sostenibilidad de sus operaciones.

Llamado a la acción

Ante las consecuencias del uso insostenible de ecosistemas, diversos grupos de interés del sector privado han elevado sus exigencias en torno a la gestión responsable de la naturaleza. En respuesta, han surgido marcos normativos, estándares y regulaciones internacionales que promueven una administración más consciente de los recursos naturales y los ecosistemas. Algunos ejemplos relevantes incluyen:

  • Marco Mundial de Kunming-Montreal: establece 23 metas para 2030 que orientan políticas, planes y estrategias nacionales, en las que se involucran a todos los actores de la sociedad.
  • Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES): regula el comercio internacional de especies amenazadas, al proteger la biodiversidad frente a la explotación comercial.
  • Convención Ramsar: fomenta la identificación, la designación y la gestión sostenible de humedales mediante acciones locales y nacionales.
  • Protocolo de Nagoya: garantiza la participación justa y equitativa en los beneficios derivados del uso de recursos genéticos, al promover su conservación y uso sostenible.
  • Reglamento de Restauración de la Naturaleza (UE): establece medidas para recuperar ecosistemas biodiversos, mitigar el cambio climático y mejorar la seguridad alimentaria.
  • Reglamento de Productos Libres de Deforestación (UE): busca frenar la deforestación y la degradación forestal vinculadas a la expansión agrícola.
  • Directiva de Debida Diligencia en Sostenibilidad Corporativa (UE): exige identificar, prevenir, mitigar y compensar impactos negativos sobre derechos humanos y el medio ambiente en toda la cadena de valor.
  • Directiva sobre Informes de Sostenibilidad Corporativa (UE): impone requisitos detallados para la divulgación de información ESG, lo que incluye el módulo E4 sobre biodiversidad y ecosistemas.

Estos instrumentos promueven una administración consciente de los recursos naturales y exigen a las empresas integrar la naturaleza en sus estrategias.

“Hoy se espera que las empresas sean más transparentes y conscientes frente a los riesgos y oportunidades relacionados con la naturaleza”.

Integrar la naturaleza en el corazón del negocio: el Enfoque LEAP del TNFD

Hoy se espera que las empresas sean más transparentes y conscientes frente a los riesgos y oportunidades relacionados con la naturaleza, de acuerdo con el Consejo Empresarial Colombiano para el Desarrollo Sostenible (CECODES, 2023). En este contexto, el Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con la Naturaleza (TNFD, por su sigla en inglés), creado en 2021, propone el enfoque LEAP (Localizar, Evaluar, Analizar y Preparar) para integrar la naturaleza en decisiones empresariales. Este marco flexible, que es aplicable a organizaciones de cualquier tamaño, sector y geografía, se compone de cuatro etapas:

  • Localizar: identificar las áreas geográficas donde la empresa interactúa con la naturaleza, ya sea mediante operaciones directas, cadena de suministro o financiamiento.
  • Evaluar: analizar las dependencias e impactos sobre la biodiversidad, el uso del suelo, el agua y el clima, entre otros.
  • Analizar: examinar los riesgos y las oportunidades derivados de esas interacciones, desde una perspectiva financiera y estratégica.
  • Preparar: integrar los hallazgos en la estrategia empresarial, establecer mecanismos de gestión y preparar la divulgación de información relevante.

En todas las etapas se promueve la participación de pueblos indígenas, comunidades locales y partes interesadas que pueden ser afectadas. Al aplicar el enfoque LEAP, las empresas pueden comprender mejor su relación con la naturaleza, valorar los servicios ecosistémicos y gestionar adecuadamente los riesgos y las oportunidades relacionados.

Por dónde empezar

En este sentido, se propone un paso a paso sencillo y concreto basado en el TNFD y los SBT para la naturaleza, el cual hace referencia a objetivos basados en la ciencia, que les permitirá a las diferentes compañías iniciar el camino de la conservación de la biodiversidad. 

  1. Conocer las principales dependencias e impactos de las operaciones de la empresa sobre la naturaleza. 
  2. Mapear posibles riesgos y oportunidades derivadas de los hallazgos del paso anterior. 
  3. Identificar estos mismos asuntos a un alto nivel para su cadena de valor. 
  4. Priorizar aquellos riesgos y oportunidades de las operaciones y la cadena de valor dependiendo de los posibles resultados y consecuencias.
  5. Reconocer los ecosistemas y los servicios ecosistémicos asociados a los riesgos y las oportunidades priorizadas.
  6. Desarrollar mesas de trabajo con grupos de interés involucrados en esos ecosistemas o servicios ecosistémicos para plantear soluciones conjuntas. 
  7. Establecer responsables, metas e indicadores que puedan ser monitoreados continuamente. 
  8. Implementar las acciones e iniciativas acordadas entre los grupos de interés,  con el fin de generar apropiación por parte de los otros actores y velar por la sostenibilidad de las mismas.
  9. Monitorear y divulgar avances y retos para generar mayor conocimiento y buenas prácticas en el sector privado.

En conclusión, la naturaleza no es un recurso infinito ni ajeno a la actividad empresarial: es su base. En el contexto peruano, donde la biodiversidad es abundante y estratégica, integrar la gestión de la naturaleza en el corazón del negocio no es solo una responsabilidad ética, sino una necesidad competitiva. Las empresas que reconozcan sus dependencias, evalúen sus impactos y actúen con visión de largo plazo estarán mejor preparadas para enfrentar los desafíos del futuro y contribuir a un desarrollo verdaderamente sostenible.







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