Por Fernando Ortega - MBA, MIM - Chair del Nodo Perú de The Millennium Project
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El arrollador avance de la ciencia y la tecnología ya no debe sorprende a nadie. El año 2025 va a estar marcado por desarrollos significativos que irán llevando a la humanidad hacia un próximo cambio de era: la Quinta Revolución Tecnológica (5RT).
El 2025 quedará registrado en la historia, como el año que pasamos de la Inteligencia Artificial Limitada (ANI, por sus siglas en inglés) a la Inteligencia Artificial General (AGI), pues habremos vencido, sin duda alguna, el test de Alan Turing. No sabemos aún quién reclamará la corona, si Open AI con su ChatGPTo1 o DeepSeek con su versión R1, aunque no podemos descartar la aparición de un nuevo competidor que salga de las sombras. Hoy en día nadie está seguro de nada.
Pero lo que sí podemos asegurar es que los sistemas de inteligencia artificial (IA) seguirán siendo un motor clave para la transformación digital de organizaciones y gobiernos, ofreciéndose aplicaciones cada vez más sofisticadas y capaces de dar soluciones en entornos más complejos, más aún si ahora disponemos de sistemas de código abierto (open source).
Este año veremos la expansión de los agentes de IA autónomos, que son sistemas de IA complejos que pueden realizar tareas de forma independiente, sin la supervisión humana constante. Estos sistemas pueden aprender, razonar, gestionar tareas complejas, adaptarse a su entorno y tomar decisiones para alcanzar un objetivo específico.
Por otro lado, los avances en computación cuántica y en supercomputación permitirán resolver problemas complejos a una velocidad sin precedentes, impulsando innovaciones en campos como la medicina, la ciencia de materiales y la propia inteligencia artificial.
Estas capacidades tecnológicas expandirán las oportunidades para desarrollar servicios basados en realidad extendida y el metaverso, donde la fusión entre lo físico y lo virtual alcanzará nuevos niveles, creando espacios digitales cada vez más sofisticados con aplicaciones inmersivas en educación, entretenimiento y el comercio de bienes y servicios.
Sin embargo, estas aplicaciones requerirán de grandes cantidades de energía, y seremos testigos de la gran competencia entre las tecnologías de generación de energía, cada vez más limpias y eficientes, no solo desde las renovables (eólica, solar, térmica, etc.), sino también de las energías nucleares, con nuevos reactores de fusión como de fisión, a fin de atender la demanda creciente de energía, pero bajo regulaciones sostenibles. El sector energético no podrá ser ajeno al fenómeno de la digitalización, pues el uso de modernos sistemas digitales para optimizar el consumo energético, permitirá a las empresas reducir significativamente su huella de carbono.
En el campo de la producción manufacturera, estos avances se verán reflejados en la mayor participación de la robótica avanzada, aquellos sistemas robóticos capaces de asumir y comprender órdenes y responder a ellas de forma inteligente, y que muchas veces disponen de autonomía para su desplazamiento, gracias al uso de tecnologías disruptivas como Internet de las Cosas (IoT), Big Data y la Inteligencia Artificial. Por ello, no debería sorprendernos las mejoras en eficiencia y la reducción de costos operativos que traerán consigo, convirtiéndose en una seria amenaza al trabajo humano repetitivo o de baja complejidad.
Este año, comenzará el desarrollo de especificaciones y la normalización de la tecnología 6G, y las redes de próxima generación abrirán las puertas a un mundo hiperconectado, con velocidades que permitirán experiencias inmersivas y nuevas aplicaciones tecnológicas.
Pero no todas serán buenas noticias, gracias a estos desarrollos tecnológicos, los ciberataques serán más sofisticados, y requerirán defensas más robustas. Estos avances tecnológicos prometen revolucionar la sociedad, la economía y la vida cotidiana, creando nuevos desafíos, pero también nuevas oportunidades para el futuro.
