Por Stakeholders

Lectura de:

Patricia Larios-Francia
Directora del Congreso Internacional de Innovación para el Desarrollo Sostenible 2019 de la Universidad de Lima


Patricia Larios-Francia – Directora del Centro de Estudios de Innovación Textil en la Universidad de Lima.

El Perú es reconocido a nivel mundial por su arte textil y por poseer fibras animales extraordinarias, como las de nuestros camélidos sudamericanos: vicuña, alpaca, llama y guanaco. Estas materias primas no son solo de gran valor por sus características, sino porque, gracias a su procesamiento, se convierten en fuente de desarrollo económico tanto para las comunidades altoandinas que se dedican a la crianza como para los artesanos que procesan dicha fibra y la transforman en hilos de gran variedad.

Los productos confeccionados con lana de alpaca son considerados artículos de lujo. La fibra se caracteriza por su excelente valor de aislamiento térmico, por ser flexible, suave al tacto, poco inflamable, de bajo afieltramiento e hipoalergénica. Existen dos tipos de alpacas: la variedad Suri, que tiene fibras largas y rectas organizadas en ondas que caen a cada lado de su cuerpo, y la variedad Huacaya, que tiene fibras más cortas y onduladas que le dan una apariencia esponjosa.

Las alpacas son animales amigables con el medio ambiente y su hábitat natural son las punas andinas de entre 3.500 a 5.000 metros sobre el nivel del mar. Además, existen alrededor de veintitrés tonalidades de fibra de alpaca con colores variados como blanco, cremas, marrones, plata, grises y negro. Las alpacas de color constituyen aproximadamente el 14 % de la población nacional de alpacas; además, como no se requiere ningún tratamiento químico para dar color a los productos, son una materia prima altamente reconocida por los diseñadores y grandes marcas de moda sostenibles y de lujo.

Por su parte, las vicuñas poseen una fibra extremadamente valiosa por su finura, caracterizada como la fibra más delgada del mundo con valores de 10 a 15 micras, valor menor al de la fibra de angora, cachemira, alpaca, mohair, entre otros; además de su suavidad, la fibra de vicuña destaca también por su alta resistencia a la tracción, su capacidad de mantener la temperatura corporal y su baja absorción a la humedad, así como por su escasez y asociación con ambientes y culturas exóticas. La investigadora Bibiana Vilá, en un reportaje para la BBC Mundo, indicó que “en la Antigüedad, la vicuña vestía al inca y a la realeza; hoy viste a los millonarios del mundo”.

Situándonos en un contexto global, cada vez son mayores la preocupación y exigencia de los consumidores de prendas por comprar a empresas que sean social y ambientalmente sostenibles. Los jóvenes son los más preocupados por las causas sociales y ambientales que muchos consideran como los problemas que definen nuestro tiempo. Según The Business of Fashion & McKinsey&Company, la generación Z y los millennials representan alrededor de 350 mil millones de dólares de poder adquisitivo solo en EE. UU., y solo la generación Z representará el 40 % de los consumidores globales para el 2020.

En reacción a esta expectativa del consumidor, el sector mundial de la moda, en diciembre del año pasado, publicó la Carta de la Industria de la Moda para la Acción Climática, un impulso importante que demuestra una gran iniciativa para abordar el tema del cambio climático. Asimismo, con los anuncios de esta problemática por parte de la ONU, las principales marcas de moda, las empresas minoristas, las organizaciones proveedoras, entre otros, acordaron abordar colectivamente el impacto climático de su sector en toda su cadena de valor.







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