Por Stakeholders

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Por: Jorge Melo Vega Castro
Presidente de Responde

Definitivamente, vivimos una época de grandes transformaciones debido al incremento de soluciones digitales en las diferentes actividades de nuestra vida cotidiana. El Ser Digital, del que nos hablaba Nicholas Negroponte del MIT Media Lab hace veinte años atrás y que parecía ciencia ficción, ha sido superado por la realidad. Las dudas que entonces teníamos sobre la brecha digital como producto de la limitada conectividad del país, felizmente han sido superadas gracias a las tecnologías inalámbricas; sin embargo,  la brecha del conocimiento que en el origen también era un riesgo, ahora se ha agravado y esta sí que difícilmente podrá reducirse, ya que está vinculada a la pobre calidad del sistema educativo del país.

La principal preocupación se presenta por la situación del empleo en el Perú. Hoy la dinámica laboral se encuentra en una situación precaria, pues es mayoritariamente informal, estando el escaso empleo formal muy concentrado en la Remuneración Mínima Vital (RMV) debido al limitado aporte de capacidades para generar valor. En este sentido, los millones de peruanos, sobre todo los jóvenes, que se encuentran en el subempleo o con empleo formal recibiendo la RMV, tienen pocas oportunidades ante el nuevo escenario de la digitalización de las cosas y la robotización, que se concentran sobre todo en sustituir el empleo de menor calidad. Por ejemplo, la agricultura se encuentra tecnificada; los servicios en las cadenas de fast food, supermercados y hoteles están cada vez más digitalizados y atienden con poco personal;  en la conducción de vehículos, que es una fuente inagotable de empleo en el Perú, ya no se requieren choferes; y los call centers se reducen frente a la inteligencia artificial de las máquinas.

La oferta laboral se está globalizando debido al Internet. Los países con sueldos bajos pero con buena formación educativa, como los de Europa del Este, sacan gran ventaja en este  reacomodo global de la producción de bienes y servicios con el componente digital. Mientras tanto, en el Perú  se continúan dictando políticas públicas para la educación  y el empleo enfocados en una realidad del siglo pasado. Como botón de muestra, si todavía nos queda ventaja comparativa en la agricultura,  ¿qué  tipo de profesionales y técnicos estamos formando para este sector? No olvidemos que el grueso de la Población Económicamente Activa (PEA) se concentra en la agricultura, área en la que prima la informalidad y una educación escolar de muy baja calidad.

El nivel de conectividad del país ha progresado mucho, casi todas las localidades con más de 400 habitantes tienen acceso a las telecomunicaciones. El Fondo de Inversión en Telecomunicaciones (FITEL), que es un fondo con muchos recursos para el desarrollo de las telecomunicaciones rurales, debería reenfocar esos recursos para promover el mejor uso de las tecnologías por parte de los ciudadanos, en lugar  de involucrarse en  desarrollar infraestructuras que poco aportan a la industria. Hay recursos económicos y conectividad, pero al mismo tiempo existe una brecha en capacidades para usarlos adecuadamente. Un poco de criterio puede servir.







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