Por Stakeholders

Lectura de:

Baltazar Caravedo Molinari
Miembro del Directorio de CTC Consultores

La situación social, política y emocional que vive el Perú, como lo he sugerido en anteriores artículos, en la práctica pareciera que tiende al colapso. Ello nos plantea algunas interrogantes que no se suelen abordar en los debates públicos. De un lado, modificar la dinámica de una sociedad implica no solo contar con políticas distintas en cada campo y aspecto; se requiere identificar de qué maneras tales políticas se vinculan, y cómo podrían perturbar los comportamientos de los sistemas sobre los que la sociedad reposa.

Es necesario, pues, establecer si la aplicación de las medidas que se adopten acelerará el colapso, lo disminuirá o provocará una transformación que afectará el sentido, la identidad y los vínculos que se despliegan en ese universo social.

En los estudios que se hacen sobre la sociedad peruana se la fragmenta para abordar una dimensión, un problema o un elemento con detalle. Tiende a dejarse de lado de qué forma se establecen las conexiones entre todos los componentes del sistema o cómo se configuran las nuevas lógicas sociales que emergen; o qué impactos producen en el patrón reproductivo del sistema mismo. En gran medida, se ejerce una descontextualización de los procesos que, desde la investigación o estudio, se abordan forzando conclusiones cargadas de omnipotencia.

De otro lado, una sociedad no solo son cientos, miles o millones de personas individuales o colectivas que intercambian elementos, mensajes, comportamientos, expectativas, estados de ánimo de todo tipo diariamente. Todas esas personas construyen y deshacen dinámicas, procesos, instituciones en diferentes planos, actividades, y dimensiones.

Por lo general no tenemos una idea clara de lo que estamos gestando y ni de lo que surgirá próximamente. Las personas, independientemente del nivel educativo que poseamos, tenemos más conocimiento del que nos imaginamos y un gran potencial creativo, aunque mediatizado por las formas de pensar y sentir que se transmiten a través de las diferentes instancias educativas, sociales y comunicativas por las que nos desplegamos.

Finalmente, las personas que viven y participan en una sociedad constituyen el sentido por el que es necesario hacer y modificar lo vigente si no satisface sus necesidades humanas, emocionales, mentales, biológicas y ambientales. No obstante, una gran parte de ese universo de seres humanos no solemos ser consultados o nuestra opinión y perspectiva no es adecuadamente valorada.

Darnos el espacio que nos merecemos para plantear nuestras ideas es fundamental para el funcionamiento de un sistema democrático. Pero nuestra participación no puede ser una avalancha caótica de ideas, contradicciones, elaboraciones y falsedades que pretendemos cambiarán al Perú en un instante.

Eso es una ilusión. Lo que considero que debiera hacerse es incorporar nuevos contenidos educativos (visión de sistemas complejos), con metodologías que hagan factible en las instituciones educativas y comunicacionales, no solo la adopción e incorporación de nuevo conocimiento, información e infraestructura sino, simultáneamente, de afectos constructivos que necesitamos para cohesionar a nuestra sociedad.







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