Por Stakeholders

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Uno de los grandes desafíos actuales a los que nos enfrentamos en estos tiempos, además del cambio climático, corresponde a la desigualdad. Uno de los sectores que tiene la oportunidad para redefinir su propósito y buscar la creación de valor social y económico es el sector privado.

El Observatorio Empresarial para el Crecimiento Inclusivo (OEPCI) ha publicado su IV informe, donde introduce un conjunto de buenas prácticas que sirven de guía para las empresas que quieran mejorar su impacto social.

Dentro de dicho estudio, destacan el liderazgo del sector empresarial como una clave para que, junto a la reactivación económica, se logre un crecimiento inclusivo que beneficie a toda la sociedad.

La inserción en la agenda global del crecimiento inclusivo pone en evidencia una mirada diferente para mejorar el desarrollo social y económico del planeta de manera que contribuya a construir un mundo con más oportunidades y que llegue a más personas.

Se busca promover que las empresas crezcan creando y, a la vez, compartiendo valor con todos sus grupos de interés. Además, que se garantice un mayor bienestar que perdure en el tiempo para sus empleados, clientes, proveedores, consumidores o usuarios, accionistas y comunidades.

El Observatorio empresarial para el crecimiento inclusivo (OEPCI) recopila, visibiliza y difunde en su IV informe Crecimiento inclusivo. En busca de una prosperidad compartida, una suma de buenas prácticas empresariales que tienen como fin promover el crecimiento inclusivo tanto a nivel nacional como internacional.

En el estudio se identifican cuatro grandes dimensiones para medir el impacto y fomentar el crecimiento inclusivo en las empresas:

  1. Valor económico:

Las empresas generan riqueza a través de la creación de empleo, cuando apuestan por la innovación e inversión. Por lo tanto, solo aquellos negocios que alcancen el éxito podrán lograr impactar positivamente en la sociedad. En el informe mencionan el caso de la Fundación BBVA, que ofrece servicios y productos para personas en riesgo de exclusión en países en desarrollo gracias al uso de tecnología y su apuesta por la innovación.

  1. Prácticas éticas:

La segunda dimensión que incorpora el informe incluye prácticas éticas, es decir, actuar siempre pensando en hacer el bien. Este aspecto está relacionado a una variedad de temas: el respeto de los derechos humanos a lo largo de toda la cadena de valor, la reducción de brechas salariales, remuneraciones justas, diseño y venta responsable, tanto de productos como servicios, entre otros.

  1. Valor social:

Una forma en la que la empresa demuestra que está comprometida con la inclusividad se da cuando esta refleja que apuesta por la formación y desarrollo de sus colaboradores, así como de sus proveedores, el establecimiento de políticas internas que potencien y garanticen la diversidad en su planilla, la eficacia de políticas efectivas de no discriminación o la creación y distribución de productos y servicios inclusivos.

  1. Promoción del crecimiento inclusivo:

¿Qué capacidad amplificadora tiene esa empresa en la promoción del crecimiento inclusivo? En realidad, tendrá una mayor llegada cuando esa promoción de inclusividad no sea solo hacia el interior, sino también en el exterior. Cuando la organización demuestra su esfuerzo por contribuir a la transformación de la industria y del tejido empresarial, es porque cuenta con un propósito corporativo que incorpora los mecanismos ASG vinculados a un modelo más inclusivo.

Finalmente, en estas dimensiones expuestas por el OEPCI, hay algo que queda claro: todo es posible cuando las empresas establecen un propósito corporativo que busca crear un impacto positivo en la sociedad. Y, si apuestan por la inclusión, el efecto de ello también se verá reflejado en todo el entorno de la organización.

Vía Diario Responsable.







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